Soledad y silencio, envueltos en prosa poética.
Treinta oportunidades para ser mejor persona y dejar tu huella positiva en el mundo.
Me dejo acunar por la esponjosa capa de silencio que me envuelve,
algodón invisible desde que la soledad se volvió mi compañía favorita.
Ella reviste las palabras que nacen sobre el folio en blanco al caer el sol,
cuando la inspiración se alza, majestuosa,
y me impide dormir sin antes dejar trazada
una página de la novela que ocupa mis días,
quizá también los venideros.
«¿Para qué?», me preguntan muchos.
«¿Para qué escribes si aquí casi nadie lee?»
Yo sonrío.
No me definen los demás: no todos nacemos para lo mismo.
Escribir, contar historias,
es uno de mis designios en esta vida.
Y mientras mi mente conserve lucidez,
seguiré escribiendo.
¿Escribir o leer?
No sé qué placer me sostiene más:
ambos se nutren, se abrazan,
se necesitan como dos amantes que no conciben la vida separados.
Ningún escritor verdadero dejó de ser antes un lector voraz.
Mi ánimo fluctúa,
pero no mis ganas de crecer.
Esa llama nunca se apaga:
crepita despacio, infatigable,
en soledad y en silencio,
donde germinan las grandes creaciones humanas.
Y así, atesoro mi pequeña colección de placeres cotidianos:
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Desayunar en mi balcón con café y tostadas,mientras el horizonte de las montañas me recuerda que estoy viva.
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Desempeñar mi labor diaria con ilusión,hallando refugio en el trabajo,y dentro de ese refugio, otro:mi Narnia personal, la literatura y la poesía,ese armario que se abre a mundos infinitos.
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Escuchar a mi hijo narrar su día mientras cocino,y sonreír al reconocer la insolencia de los 19,tan lejana y tan cercana a la vez.
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Soñar con que alguna gran editorial me acoja,con dejar atrás el 10% y abrazar el 90,o tal vez, quién sabe,alcanzar un Premio Planeta desde esta periferia insular,con un millón de euros y una obra perpetua.Sí, incluso desde Canarias el mundo puede latir más fuerte.
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Defender mi canariedad como bandera:no hace falta salir de la orilla para alcanzar el corazón del océano.
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Y claro, la comida, el chocolate,ese festín que la vida ofrece y que no pienso medir en calorías.El Body Positive me recuerda que la existencia está hecha para morderla,no para contarla.
En soledad y en silencio,
pero siempre disfrutando,
a mi manera, genuina y distinta.
Septiembre avanza,
y pronto llegarán Halloween,
los finados con castañas y vino,
y el tintinear de los adornos de Navidad.
Disfruten cada día como si fuera el último.
Díganle a sus seres queridos cuánto les aman.
Nunca sabemos cuánto tiempo nos queda
en este breve mundo terrenal.
En Los Gigantes, a miércoles 10 de septiembre de 2025.
Ana Naira (Nayra) Gorrín Navarro.
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