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domingo, 30 de septiembre de 2012

TAL DÍA COMO HOY, SIETE AÑOS ATRÁS





 A estas horas, ocho de la tardecita, me encontraba paseando por las calles de La Laguna junto a mi Madre. Me faltaban casi dos semanas para la fecha probable de parto (fijada por el ginecólogo para el 12 de octubre). Mi Madre se había empecinado en que subiéramos a La Laguna para estar cerca del Hospital Universitario donde tenía programado, junto a mi ginecólogo, el alumbramiento de mi hijo, a quien esperaba dulcemente desde hacía nueve meses.

 Yo no estaba de acuerdo en irme a La Laguna desde el día 30 de septiembre, pero mi Madre se empeñó tanto que acabé obedeciéndole.

 Mi pareja, el padre de mi hijo, se encontraba trabajando y no me acompañaría salvo cuando llegara el momento. Mi madre estaba de vacaciones en su trabajo.

 Recuerdo que no me hacía ninguna gracia separarme del padre de mi hijo. En ese momento estábamos bien él y yo,él no me dejaba sola sino para ir a trabajar y aún así me llamaba a cada hora. Después me di cuenta de que era un síntoma de su carácter posesivo, celoso y controlador.  Pero,.., en ese momento a mí me parecía simple romanticismo, simple y mágico romanticismo.

 Esa misma noche mi pareja se fue de copas con unos amigos. Yo tras pasear por La Laguna con mi Madre y cenar unas arepas de reina pepiada (pollo con aguacate) en uno de mis bares estudiantiles favoritos, Bar Cafetería Daute en la calle Heraclio Sánchez, donde siempre iba a cenar después de las jornadas maratonianas en la biblioteca de Magisterio, me disponía a dormir tranquila en la habitación de uno de mis hermanos.

 Pero... Estaba intranquila. Mi ex pareja me llamaba constantemente a ver cómo estaba. En cada llamada su tono de voz era más y más ebrio. Yo no le di importancia. Bueno,..., está de relax con sus amigos (pensé en esos momentos, sin saber que ese era el preludio de una historia atroz de malostratos en la que se entrelazarían el alcohol y otras sustancias psicotrópicas en medio de una bella historia de amor con final triste y violento, que para mal o para  bien, me marcaría para siempre).

 Me metí en la cama. Recuerdo que el reloj marcaba las once y media. Mi Madre dormía plácidamente en la habitación contigua.

 Yo no podía dormir.

 Me levanté y me dio por sacarme fotos de mi barrigona delante del espejo. Flashes que iban y venían.

 Una nueva llamada de mi actual ex pareja:

- ¿Qué haces Habibity (mi amor, en árabe, para mujer, para hombre es Habibi)?

- No puedo dormir... Ahora mismo me estaba sacando fotos de la barriga delante del espejo.

- Noooo.... Leee... Leee.... Leeeee!! (no en árabe). ¡No hagas eso! El flash de la cámara es mala para el niño. Para ahora mismo con eso...

Me asusté... Me excusé con que no lo sabía (realmente lo ignoraba).

- Ay... A ver si ahora te pones de parto. Mira que tu Madre estaba muy convencida de que tu barriga estaba muy baja y esta noche cambia la luna. ¡Tú si te sientes algo llama a tu Madre! Y , por favor, llámame inmediatamente al móvil. ¿Tu padre me lleva al Hospital, no? (todo esto con el modo de hablar de una persona ebria).

- Sí,..., pero... ¡Para de beber ya! Si me pongo de parto vas a estar borrado perdido.

- Tranquila... Ya dentro de un rato me voy para casa Habibity. Anayra, te extraño mucho mi amor, no puedo vivir sin ti... Ana behebak (Anayra, te amo, diciéndolo con susurro al teléfono y dando un sonoro y fuerte beso).

- Ana behebik Habibi. Voy a colgar y acostarme ya a ver si duermo algo.

- Besos. Dulces sueños. Te llamo cuando despierte por la mañana antes de ir a trabajar.

Colgamos los teléfonos. Me acosté boca arriba. El niño, como cada vez que escuchaba la voz de su Padre o yo hablaba por teléfono, se movía un montón. Me acosté boca arriba y literalmente la barriga se me movió al lado derecho, tuve que acostarme de ese lado porque prácticamente era como si mi hijito me indicara la postura en la que estaba más cómodo. Me dejé dormir de lado, al lado derecho.

 Pasadas las doce de la madrugada sentí que me dejaba orinar, era una sensación extraña porque pese a que sentía líquido caliente saliendo por mis partes yo no me sentía orinando. Toqué mi entrepierna y toqué agua. Instintivamente la olí, no olía a nada. Encendí la luz y me senté en la cama. De repente.....

 - ¡AAAAAAAAAAAH! (un chillido agonizante salió de mí). ¡Mamaaaaaaá! ¿Qué me pasa?

Sentía que de mí emanaba una catarata de agua... Todo mi cuerpo temblaba y vibraba sin parar. Sentía mi vientre vaciándose estrepitosamente a toda velocidad. El pánico se adueñó de mí, hasta el punto de que me costó emitir el chillido pues del susto me había quedado muda por segundos. No paraba de palpar mi vientre, intentando sentir cómo estaba mi hijo. Me levanté corriendo y me cambié de ropa. Mi madre corría agitada por toda la casa.

 - ¡Has roto aguas! ¡Ves! Si ya te lo decía yo que estabas a punto... Venga, vamos al Hospital.... Ayyy, ¿qué hago,...., te llevo yo o llamo a una ambulancia? ¡Ay, por Dios, no sé si puedo conducir, qué nervios! Bueno... tranquila.. Tranquila... Respira hondo... Vete bajando... Yo voy a por el coche que está en el garaje.

 Yo trataba de relajarme pero los nervios de mi Madre me pusieron aún más nerviosa.

 - ¡Coge el ascensor!- me dijo mi Madre.

Lo llamé pero... De repente, se me cruzó la imagen de que se paralizara el ascensor y que tuviera que parir a mi hijo sola dentro del ascensor.

 - No, no... Yo voy por las escaleras.

Cogí el móvil mientras bajaba despacio las escaleras. A cada paso el agua salía a raudales por mi entrepierna.

- Habibiiii.... ¡He roto aguas! Estamos de camino al hospital... Busca a mi padre que te traiga.

 Él estaba muy borracho. Mi Padre lo trajo y ambos iban rezando en el coche. Mi Padre a su Dios cristiano y él a Allah.

 En lo que estaba esperando a que llegara mi madre con el coche en la calle (el garaje estaba en otro edificio), pasaron unos chicos que salían de marcha (era un viernes noche, las doce y media de la madrugada del uno de octubre de 2005).

- ¡Hey guapa! ¿Qué haces aquí sola? - dijo uno por la ventanilla derecha trasera.

- ¡Ostras! ¡Está embarazada! ¡Aaay, ostias! ¿Qué te pasa? ¿Estás toda mojada? - dice el del asiento de copiloto.

 Yo me sujeto la barriga. De vez en cuando me viene una contracción. Mientras ellos están delante de mí me viene una... Retuerzo mi cara...

- ¡Ostras! ¿Estás de parto? ¿Te llevamos a algún lado?

- Nooooo.... ¡Lárguense para el carajo! -gesticulando con los brazos violentamente - ( sí, lo sé... No sé. por qué reaccioné así). Estoy esperando a mi madre que me llevará al Hospital, continuen ustedes por favor. Gracias.

El chico que conducía arrancó asustado.

Detrás venía mi Madre. Vi cómo el chico paraba su coche y se aseguraba que me subía en el coche de mi Madre  (pobrecitos,... Ahora me gustaría disculparme con ellos).

Llegamos al Hospital Universitario de Canarias y mi madre se equivocó de entrada. Entramos en frente del lado del lado del Hospital destinado a los enfermos mentales. Ella me dijo que caminara recto y entrara por urgencias diciendo que estaba de parto mientras ella iba a buscar aparcamiento. En el trayecto hacia la entrada de urgencias pude ver un par de locos desde los balcones con rejas. Uno de ellos empezó a gritarme:

- ¡Ehhhh, ehhh, tú.... la embarazada!

Todo me parecía subrealista total.

Llegué a urgencias. ¡Uf, al fin aquí!

Un enfermero muy amable, y gay me atendió.

 - ¿Vienes sola?

- Con mi madre,está aparcando.

- Ven... Pasa aquí yo le indicaré a tu Madre dónde estás. Te tiene que valorar el ginecólogo.

Me pasaron a una salita. Me pusieron en una camilla. Una vez allí, acostada, me relajé un poco. Estuve esperando un buen rato porque viniera alguien.

Al fin llegaron dos mujeres. Una se puso guantes y me dijo que me iba a palpar y que tal vez me doliera un poco.

Me metió la mano por mis partes.

- ¡AAAAAAGGGG! - grité al sentir que retorcía su mano dentro. Me dio miedo que le hiciera daño al niño y le quité bruscamente su mano de un tirón. Literalmente, sentí que mi hijo se retraía hacia arriba.

 A veces pienso que fue esa maniobra la que me ocasionó tener un parto tan largo.

 Enseguida me pasaron a otra sala y me monitorizaron. Escuchaba los latidos de mi hijo y me pusieron un goteo con , según me explicaron, antibiótico porque aún no estaba de parto aunque ya había roto la bolsa e iba a tener lo que denominan UN PARTO SECO, los más dolorosos que existen.

 Mi Madre pasó conmigo. Luego a las dos horas y pico (el tiempo que tardaron mi pareja y padre en llegar al Hospital desde el sur) pasó mi pareja. Él apestaba a alcohol. Se echó a llorar pidiéndome perdón por aparecer borracho. Pero su presencia me tranquilizó aunque su olor a alcohol y tabaco Camel me desagradó al principio, hasta que me acostumbré al olor en la sala. Sus grandes manos acariciaban mi vientre y, no sé por qué extraña razón, me aliviaban y relajaban.

 Pasaron seis horas hasta que me pasaron a la sala prepartos. Ahí me pusieron junto a otras parturientas. Yo entré tranquila pero al lado había una chica que no paraba de gritar - ¡SOCORRRROOOOO, SOCORRROOOO... Diosss, cómo me duele,..., que alguien me ayudeeee! - Yo miraba con estupor a mi pareja. Él me acariciaba la frente y el vientre y me decía que me tranquilizara. Que no la escuchara o si no me acabaría contagiando sus nervios. No pasaron demasiadas horas más y ya yo estaba repitiendo sus frases... Las contracciones se apoderaban de mí y ese dolor insoportable a la altura de mis riñones me paralizaba y se me clavaba en el cerebro insoportablemente. No podía pensar en otra cosa sino en la necesidad de que parara ese dolor.

 A las dieciocho horas comencé con vómitos y arcadas. MI pareja con sus grandes manos me masajeaba a la altura de los riñones y sólo eso conseguía quitarme el dolor insoportable. Me decía que me tranquilizara, ..., que ya quedaba poco para ver la carita de nuestro niño.

 Las enfermeras venían una y otra vez después de dieciocho horas en la sala preparitorio. Veía a las parturientas entrar y salir , muchas con mucha rapidez, con sus bebés recién nacidos en brazos.

- ¿ Y yo? ¿Yo qué? ¿Va todo bien con mi hijo? ¿Cuánto tiempo más voy a tener que esperar sufriendo?

 El ginecólogo vino a hablar conmigo para decirme que yo era muy joven y estaba sana (tenía 26 años y, la verdad, estaba fuerte como un roble) así que como todo iba bien (aunque yo no lo sintiera así por el dolor) dejarían que el parto natural que estaba a punto de acontecer siguiera su curso.

 A las diez y cuarto ya tenía los ansiados siete centímetros de dilatación necesarios para ponerme la epidural. Esto fue otra historia pues pese a que me pincharon tres veces la epidural, fui la excepción a la regla y tuvo que venir un especialista en anestesia epidural ya que sólo se me dormía el lado derecho del cuerpo y no el izquierdo. No obstante, parí a mi hijo,..., con el lado derecho de mi cuerpo dormido y en el izquierdo sintiendo como cada músculo, hueso y nervio de mi ser se abría y desgarraba para empujar y traer al mundo a mi hijo. Recuerdo que había relojes en las paredes en todas las salas en las que me ponían. En el paritorio tenía un gran reloj de pared de color blanco en frente de mí. Eras justo las diez y veinte cuando comenzaba mi parto, la matrona me decía cuándo tenía que empujar. Mi pareja me agarraba la mano, expectante. A estas alturas ya la borrachera se le había pasado y se mostraba bastante emocionado por ver a nuestro hijo y tenerlo en nuestros brazos sano y salvo. Me daba besos en la frente constantemente y me decía:

- Venga, tú puedes, eres fuerte. Ya casi estamos.

De tres empujones, literalmente, tuve a mi hijo Nayar en brazos. En el primero se vio la coronilla de su cabeza. Una mata de pelo negro azabache asomó y mi pareja pensó que el niño era negro, negro, negro y dijo:

- ¡Ayyy, mi Madre! Que es como mi Padre Anayra.- Jajaja, cada vez que lo recuerdo me río sola. Su padre es negro yemení y su piel es negro ébano.- Es más negro que yo Anayra (decía llevándose las manos a la cabeza, jaja).

La matrona intervino para decir que eso era el cabello. Jajajaja. Y me dijo:
´
-¡Tócate! Toca para que toques su cabecita.

No olvidaré esa sensación. Tocarme la entrepierna y sentir ese inmenso agujero abierto y sentir el tacto del cabello de mi hijo. ¡Eso me dio tanta fuerza! Que a la segunda contracción cuando la matrona me dijo que empujara, empujé con tanta fuerza que me provoqué un desgarro. Ella me gritó que parara pero yo continué ansiosa de ver a mi hijo. Salió toda su cabeza y ella me dijo que ahora con otro empujón ella metería las manos debajo de uno de sus hombros, por una axila, y así saldría ya todo el cuerpecito. Ella mi dijo que si me sentía con fuerzas para inclinarme ella me indicaba cómo hacerlo para hacerlo yo misma si quería.

No me pregunten por qué pero... Me sentí con coraje para hacerlo, aunque se me cruzó por un momento el miedo de que me fallaran las fuerzas de las manos y se me deslizara de las manos, lo dije en alto y mi pareja me dijo que no, que él estaba ahí y lo cogía. Entonces vino otra contracción y ella me indicó que empujara, pero suave pues con el otro empujón salvaje que había dado me había provocado desgarros en mi pared abdominal. Empujé con toda mi fuerza (sin hacer caso a los desgarros o daños que pudiera sentir mi cuerpo). Ella sacó el hombro derecho y me pasó mi mano derecha debajo de la axila derecha de mi hijo.

- ¡Venga, sácalo tú sola!- No sé cómo.. Pero lo hice.

Mi hijo miraba con sus enormes ojos morenos a todos lados. Yo chillé de dolor y emoción a la vez. Él se asustó y me miraba asustado a la vez que le sacaba de mi cuerpo. EL cordón umbilical me pareció una obra de arte. ¡SU ROSTRO! ¡SU CABELLO NEGRO AZABACHE TAN LISO Y PERFECTO! (mi hijo nació con su cabeza absolutamente poblada de una melena negra azabache impresionante, curiosamente cuando nació tenía el cabello liso como el de mi padre, su abuelo materno). Mi pareja se puso a llorar y no paraba de decir:

- ¡QUÉ GUAPO DIOS, QUÉ GUAPO! ¡SE PARECE A MI MADRE ANAYRA, SU CARITA ES IGUAL QUE AMINA! ¡QUÉ GUAPO ES!

Mi hijo nació el UNO DE OCTUBRE DE 2005 A LAS DIEZ Y CUARENTA Y DOS MINUTOS DE LA NOCHE.

Mientras las enfermeras lo limpiaban y vestían, la matrona me atendía a mí para que expulsara la placenta (yo no le quitaba ojo a mi hijo), su Padre comenzó a decirle cosas en árabe. Al parecer era tradición en su cultura decirle a los hijos recién nacidos las cosas que hay en el mundo. Es como una oración en árabe que dicen los padres a los hijos cuando nacen. Diciendo que no se asuste del ruido del viento, ni de las tormentas, diciendo que hay gente buena y gente mala, que todos somos hijos de Dios, Allah,y que fue Él quien creó el mundo, que cuando sale el sol es de día y cuando se pone es de noche,..., bueno, toda una retahíla dicha como un Padrenuestro. Así que las primeras palabras que escuchó mi hijo fueron en lengua árabe. Después me lo pusieron en mis brazos. Le dije:

- MI AMOR, AL FIN ESTAMOS CARA A CARA. ¡MI NAYAR, MI REY! LLEVO NUEVE MESES ESPERANDO VERTE.

Sentía sus ojitos mirándome con esa complicidad que sólo una Madre puede explicar. Sus manitas se alzaban hacia mi rostro intentando tocarme, yo le daba mi cara y prácticamente me acariciaba la cara. Su mirada de ojos oscuros me miraba dulce y cómplicemente y su boquita tan bien dibujada parecía esbozar una tranquila sonrisa. Nos pasaron a otra sala para que le diera el pecho y para que yo comiera algo. Recuerdo que me pedí una sopa de pollo caliente, un cola cao caliente (¡tenía un frío!) y un bocadillo (¡también tenía mucha hambre tras casi 24 horas sin comer!).

El momento de darle el pecho por primera vez a mi hijo fue ¡tan mágico! Recuerdo haberle cogido en brazos, con el miedo de las primerizas. Y pensar:

- ¡Ay Dios! ¿Y ahora cómo hago para darle el pecho?

Fue pensar esto, acercar mi pecho a su boda y él instintivamente ya sabía lo que tenía que hacer. En cuanto sintió mi pezón cerca, a penas rozándole el cachete, se agarró al pezón y succionó con tanta fuerza que me hizo una pequeña herida en el pezón izquierdo -algo que, haciendo caso a la sabiduría africana de mi ex pareja, se solucionó con mi propia leche materna, aplicándola sobre la herida como si fuera agua oxigenada.Y, la verdad, no tardó nada en curarse-.

EL DÍA MÁS BELLO DE MI VIDA FUE ESE UNO DE OCTUBRE DE 2005. HABÍA TENIDO A MI HIJO TRAS UN PARTO LARGO Y DOLOROSO, PERO NATURAL. MI HIJO PESÓ 4.100 GRMS AL NACER Y MIDIÓ 54 CMS. YO TUVE UN PARTO NATURAL SIN NECESIDAD DE PUNTOS DE SUTURA, NI UNO. A LA MEDIA HORA DE DAR A LUZ A MI HIJO YA ME ESTABA PONIENDO EN PIE PARA IR POR MI PROPIO PIE AL BAÑO, ALGO QUE SORPRENDIÓ SOBREMANERA A LAS ENFERMERAS QUE NO PARABAN DE PREGUNTARME SI NO ME SENTÍA MAREADA O DOLORIDA. Claro que estaba dolorida. Mi entrepierna me dolía mucho, pero curiosamente me sentía super fuerte.

 Los primeros meses vivimos felices mi hijo, mi pareja y yo. Fue un tiempo muy feliz. Las fotos que hay de esa época hablan por sí solas.

 ABEL NAYAR,...., ERES, HAS SIDO Y SERÁS SIEMPRE LO MEJOR DE MI VIDA. DESDE EL INSTANTE MISMO EN QUE SUPE QUE ESTABA EMBARAZADA HAS SIDO LO MEJOR DE MI VIDA. TÚ LO ERES TODO PARA MÍ.














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