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sábado, 16 de marzo de 2024

SOGGE. Lectura de Antropología y desarrollo. UNIDAD 4, LA INDUSTRIA DEL DESARROLLO

 

Comentario a la lectura de SOGGE, David (2004) Dar y tomar. ¿Qué sucede con la ayuda internacional? Icaria, Barcelona.

 

La lectura comienza situándonos en el contexto europeo post Segunda Guerra Mundial (1948-1952) y el Plan Marshal lanzado desde EEUU para ayudar a Europa Occidental, promoviendo la cooperación (en aras claro, de esperar el flujo monetario que acabaría llegando en contrapartida a EEUU).

Continúa desde los años 90 a día de hoy con Europa del Este y la ex Unión Soviética. En los que se intentó introducir el Fundamentalismo de Mercado. No obstante, la corrupción entró en juego y las ayudas nunca terminaron llegando a quienes las necesitaban (absorbidas por empresas consultoras de Occidente, gánsteres, empresarios corruptos y otros). Produciéndose una pobreza masiva y una redistribución de la renta y de la riqueza inversas.

Orientándose exclusivamente hacia el crecimiento del índice de la bolsa, bautizaron las peores economías del mundo como << los mercados emergentes de mejor comportamiento>>. Usando la palabra “capitalismo” para denotar un sistema sin derechos de propiedad estable y otras condiciones para fortalecer la inversión y en el cual las quiebras fraudulentas fueron consideradas como prácticas normales en los negocios. Y nunca dejaron de denominar como “reforma” lo que no era sino una estafa de gran parte de la riqueza nacional y el empobrecimiento de la inmensa mayoría de los ciudadanos.

Pronto llegó la guerra civil en Europa del este.

1.     Ayuda internacional. ¿Problema presentado como solución?

Siempre, sobre todo después de los años setenta, desde todos los bloques políticos, se ha criticado la ayuda internacional por las corruptelas que siempre han implicado.

La ayuda, en palabras del autor, ha sido una de las maneras en que las instituciones poderosas codifican sus doctrinas y las imponen sobre los más débiles, controlando además las ideas.

De manera simplificada, el silogismo que se cuestiona se despliega del siguiente modo :1) el desarrollo resulta del crecimiento económico, 2) éste es consecuencia de la inversión, 3) la ayuda es inversión, 4) luego el desarrollo es consecuencia de la ayuda. Este tipo de razonamiento se arriesga a proyectar los hechos a partir de la teoría, pero una mirada más atenta revela la existencia de grandes discrepancias entre unos y otra.

Dinero supraterritorial y desregulado.

Durante la mayor parte del siglo XX, el principal objetivo perseguido por las élites prominentes de Occidente y especialmente de los EEUU ha sido la libertad par el capital. Las dos últimas décadas del siglo se vieron los mayores avenes en su desregulación. Los favorecidos han sido los banqueros del norte, gestores aventajados, sus accionistas y sus socios más próximos (al otro lado de la puerta giratoria) en gobiernos y agencias internacionales. Forman un potente circuito de empresas globales e individuos con los poderes oraculares del Mercado. Su conquista de nuevas libertades (para el capital) no sólo coincidió con un auge de la ayuda exterior, sino también tuvo lugar bajo los conscientes auspicios del FMI, el departamento del tesoro de los EEUU y otras instituciones en lo más alto de la pirámide de la ayuda.

La especulación ha arrinconado a la inversión productiva.

Los mercados de bajos ingresos se han visto inundados de excedentes del Norte, alentados por un descardo dumping, que es la práctica comercial de vender a precios inferiores al costo, para adueñarse del mercado, con grave perjuicio de este.

El credo del poder del dinero

Al sentarse las bases para la ascensión del poder monetario se reavivaron viejos referentes ideológicos en un nuevo credo, el neoliberalismo, o en el término usado con aprobación del FMI, el fundamentalismo de mercado. Las administraciones de Thatcher y Reagan de los años ochenta usaron esta doctrina para desalojar las políticas keynesianas que prevalecieron entre los años treinta y los sesenta. Unas políticas que justificaban las intervenciones del estado como, por ejemplo, a través de empleo para impulsar la demanda o de medidas para mantener bajo control los precios y los salarios. El fundamentalismo de mercado, tal y como se aplicó al sistema de ayuda exterior, cristalizó en el <<Consenso de Washington>>, cuya ejecución terminó por deslegitimar y hundir los poderes públicos a favor de las empresas y flujos de capital.

 

¿Uno o varios capitalismos?

Se expone la idea de que hay varios capitalismos. Por un lado, el anglosajón y por otro el de Europa occidental y Japón. Éstos están siendo presionados para reformar sus sistemas, es decir, para abrazar el capitalismo anglosajón. Bajo esta doctrina los intereses de los empleados asalariados, las comunidades locales, el sector público y el medioambiente son subordinados a un propósito principal: el valor del accionista.

Estados domesticados

Reducir la dimensión del Estado era parte de la teoría enunciada. Pero cuando se hallaban en altas responsabilidades políticas, los fundamentalistas del mercado no dudaron en hacer uso de una autoridad fuerte y centralizad para preservar el valor de la moneda, mantener altos los índices de interés real y asegurar a los grandes inversores contra las pérdidas.

Sociedades civiles domesticadas

El fundamentalismo de mercado también favorece las medidas públicas para frenar a los grupos problemáticos de la sociedad civil, especialmente los sindicatos. La desigualdad creciente es un resultado directo. Estudios comparativos muestran que una mejor distribución de los ingresos se debe sobre todo a un factor: la fuerza de trabajo organizada. Por lo demás, la consolidación del fundamentalismo de mercado coincide con la dispersión de la sociedad civil en direcciones despolitizadas.

Desorden y resistencia

En el ámbito político han surgido movimientos sociales en el ámbito civil, recogiendo un amplio espectro de impulsos.

La desregulación de los flujos financieros y el comercio de armas han hecho un gran favor a los grupos violentos y criminales. Otros persiguen sobre todo propósitos emancipatorios, como la sensatez medioambiental, el fin de las mujeres y las minorías y un mejor trato para los pobres y las clases medias en general.  Ambos movimientos, fundamentalistas y emancipatorios, ejercen, cada uno de ellos, su presión sobre el entorno. A menudo partes del ámbito local, sobre todo en las ciudades, y se erigen en bloques políticos que los gobernantes no pueden pasar por alto.

Insubordinaciones colectivas.






Ana Naira Gorrín Navarro.

15/03/2024.

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