Contra el rebaño: Cayetana y el mal de la identidad. Del libro POLÍTICAMENTE INDESEABLE, de Cayetana Álvarez de Toledo.

 

"Contra el rebaño: Cayetana y el mal de la identidad"



Este libro llegó a mis manos como un regalo de mi 46 cumpleaños el pasado 28 de marzo, lo empecé a leer hace unas semanas (tiene 526 páginas). Me lo entregó, con un súper abrazo rompe costillas y junto a unos pendientes preciosos, mi adorada amiga madrileña Maribel Gil (¡eres tan importante en mi vida!), que sabe bien cuánto adoro leer —sí, incluso cuando se trata de opiniones muy distintas a las mías—. Porque aunque soy mujer de izquierdas, lo cierto es que políticas como Ana Oramas, Isabel Díaz Ayuso y Cayetana Álvarez de Toledo siempre me han parecido excelentes oradoras, de esas a las que conviene escuchar con atención e imitar en técnica si una aspira a debatir con un mínimo de dignidad. Sus discursos tienen fondo, forma y un espectro cultural que ya querrían para sí muchos de nuestros referentes progresistas.

Así que abrí Políticamente indeseable sin prejuicios, con una mezcla de curiosidad y espíritu crítico. Y lo que encontré fue un manifiesto feroz contra lo que Cayetana considera el gran mal de nuestro tiempo: la política de la identidad.

Para ella, el auge de las etiquetas tribales —nacionalistas, de género, raciales— está dinamitando el principio de igualdad sobre el que se asienta la democracia liberal. La identidad, dice, es excluyente por naturaleza: separa, clasifica, enfrenta. La igualdad, en cambio, unifica desde la ley y la razón. Esa es la columna vertebral del libro, sostenida con argumentos ilustrados y experiencia personal. Hija de argentino y francesa, nacida en Madrid, criada entre Buenos Aires, París y Oxford, y apátrida durante años, Álvarez de Toledo no se reconoce en ningún “nosotras” ideológico. Se siente —y se defiende— como ciudadana del mundo.

El libro está dividido en doce capítulos que abordan distintos conceptos clave que, según la autora, han ido vaciando de contenido la política española. Aquí va el resumen con bisturí.

1. Identidad


La tesis central del libro. La autora carga contra la política identitaria, a la que acusa de ser profundamente antidemocrática y de fragmentar la sociedad en tribus enfrentadas. Propone la ciudadanía como base común.

2. Xenofobia


Denuncia cómo el nacionalismo excluyente ha usado el victimismo territorial para justificar la ruptura de la convivencia. Es especialmente dura con el separatismo catalán, al que acusa de supremacismo encubierto.

3. Equidistancia


Rechaza la idea de que todos los extremos son iguales. Para Cayetana, hay una tendencia cobarde a evitar tomar partido por miedo al coste político. Y ella, claro, elige bando sin complejos.

4. Moderación


Critica lo que considera una moderación impostada, basada en evitar el conflicto a toda costa. Para ella, el valor está en la firmeza argumental, no en la tibieza.

5. Disciplina


Cuestiona la obediencia partidista como mecanismo de sumisión ideológica. Defiende el pensamiento independiente dentro de los partidos, aunque lo pague con la cabeza.

6. Apaciguamiento


Arremete contra los gobiernos que, en su opinión, han cedido ante los nacionalistas para mantener el poder. Aquí hay mucha leña para Zapatero, Rajoy y Sánchez por igual.

7. Tacticismo


Condena la política como juego de estrategia vacía. Critica a quienes anteponen el rédito electoral a los principios. En esta lógica de cálculo, dice, se pierde el alma de la política.

8. Cinismo


Ataca la falta de sinceridad y el oportunismo de muchos políticos. Reivindica la verdad, incluso cuando es incómoda. A Cayetana no le gustan las sonrisas de compromiso ni los discursos de cartón.

9. Victimismo


Y aquí viene mi gran punto de choque con la autora. En este capítulo, despacha el feminismo, el ecologismo y las políticas de memoria como si fueran industrias del agravio. Según ella, se han convertido en armas de poder emocional más que en causas racionales.

Y no, Cayetana, no. El feminismo no es un llanto perpetuo, es una lucha estructural. El ecologismo no es un culto posmoderno, es una alarma científica que nos interpela a todos. Y recordar el franquismo no es un acto de resentimiento, es memoria democrática. Que una mujer tan brillante reduzca estas causas a simple victimismo me parece, como mínimo, decepcionante. Criticar los excesos es sano, pero despachar estas luchas como si fueran un circo emocional es injusto y, francamente, peligroso. A estas alturas, una se cansa de que el feminismo se siga caricaturizando como un ejercicio de queja sin fundamento, cuando lo que hacemos es levantar una historia que nos han robado durante siglos. Y sí, también me incomoda profundamente que el ecologismo se tache de “religión laica” en lugar de atender a lo que es: una alarma científica, social y política urgente. Cayetana, tan culta, tan brillante, se permite aquí una condescendencia intelectual que decepciona. Porque se puede ser crítica con los excesos de cualquier movimiento —y bienvenida sea esa crítica—, pero otra cosa es tratarlos como si fueran irracionales por definición. Y eso, viniendo de una defensora de la razón, huele a incoherencia.

10. Sumisión


Describe cómo el miedo a perder poder ha hecho que muchos dirigentes traicionen sus convicciones. Aquí retoma su experiencia en el PP, donde —asegura— ser fiel a sus ideas le costó el puesto.

Y aquí lo digo alto y claro: a Cayetana también se la cargaron por ser mujer. Porque sigue habiendo un machismo estructural que sobrevive con traje, corbata y sonrisa en muchas instituciones. No soportan a una mujer brillante, culta, sin miedo al micrófono. Que no necesite traductores, ni asesores, ni permiso. Que no pida perdón por tener razón. Por eso molestaba tanto.

11. Guerracivilismo


Critica el uso de la historia como arma política. Acusa a la izquierda de agitar los fantasmas del pasado para dividir a los ciudadanos en buenos y malos, y de usar el franquismo como coartada permanente.

12. Empatía


Termina con una defensa del diálogo y la escucha activa, pero sin concesiones al relativismo moral. Para Cayetana, la empatía no es condescendencia, es exigencia mutua. Un final más templado, aunque no menos afilado.


El texto, admitámoslo, es brillante. Tiene estructura, profundidad y una contundencia que desarma. Es también, por momentos, soberbio. La autora no suaviza, no negocia, no pide permiso. Escribe como habla: afilada, culta, sin una pizca de falsa modestia.

Entre sus aciertos están la defensa del universalismo frente al sectarismo, su denuncia de la cancelación como método de censura y la claridad con que señala la infantilización del discurso político. Entre sus defectos, la falta de autocrítica, el desdén hacia luchas sociales complejas y una tendencia a dividir el mundo en ilustrados y rebaño, sin matices intermedios.

En su defensa tiene ser una hereje ilustrada, una voz necesaria en el páramo de la política española. En su contra, que se la puede acusar de elitismo, clasismo y desconexión emocional con la calle. 

Pero lo esencial es esto: Políticamente indeseable es un libro que obliga a pensar. No es cómodo, no es complaciente y no se esconde detrás de frases hechas. En tiempos de pensamiento en manada, leer a quien piensa distinto —con lucidez, con rigor, con estilo— es un ejercicio de salud democrática. Y eso, viniendo de donde venga, siempre merece la pena.


Como libro, en cuanto a redacción y técnica le doy un 10/10.


Ana Naira Gorrín Navarro. 

En Los Gigantes, a jueves 29 de mayo de 2025.


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