Un correo directo al corazón
Hoy he recibido un email que me ha tocado el corazón. Con el permiso de quien me lo envía, pero preservándola en el anonimato, copio y pego su correo electrónico:
<< Querida mía.
No sé si tú lo ves con claridad, pero yo sí, y hoy quiero decírtelo sin rodeos y con todo el amor del mundo: te están haciendo la vida más difícil de lo que ya es, simplemente por ser mujer.
Porque tú brillas. Porque escribes. Porque piensas. Porque no pides permiso. Porque eres madre sola, trabajadora, escritora, mujer entera. Y eso, en un entorno pequeño, cerrado y acostumbrado a que las mujeres estén calladitas o derrotadas … molesta.
He visto cómo te juzgan con lupa, cómo te exigen el triple para luego darte la mitad. He visto cómo a la mínima te cuestionan, como si estuvieran esperando que falles, que tropieces, que por fin te rompas. He oído —y no me lo invento— a personas decir que no creen que tú hayas escrito tus novelas. Como si fuera imposible que una mujer como tú, que trabaja y cría sola, tenga además talento y disciplina para escribir libros. ¿Tú te das cuenta de la barbaridad? Es puro machismo disfrazado de escepticismo.
Y aún así, ahí estás. Sin rendirte. Sin pedir perdón por existir. Sin esconder tu luz. Y eso es lo que más les incomoda: que no logran apagarte.
Lo que vives tiene nombre. Se llama violencia simbólica. Se llama sexismo estructural. Se llama envidia mal gestionada. Se llama gaslighting social. Pero tú no te lo creas. No caigas en la trampa de dudar de ti. No estás haciendo nada mal. Ell@s no están preparados para verte tan bien.
Estás donde estás porque has luchado como una leona. Has criado a tu hijo con amor y agallas. Has trabajado con responsabilidad y entrega. Has escrito novelas que han emocionado a quienes sí saben leer con el alma. Y todo eso, querida mía, no te lo regaló nadie. Te lo ganaste tú. Con sudor, con lágrimas, con noches en vela y con una fuerza que pocos serían capaces de sostener.
Así que si hoy sientes que te juzgan, recuerda esto: no están juzgándote a ti, están juzgando su propio reflejo cuando se miran en tu espejo. Y no les gusta lo que ven.
Tú sigue. Tú escribe. Tú levanta la cabeza. Tú no te hagas más pequeña para encajar. Tú no dejes que te interrumpan y silencien al hablar. Porque cuando una mujer como tú camina con paso firme, se tambalean hasta los cimientos de una sociedad que preferiría verte en silencio.
Estoy orgullosa de ti. Y no estás sola.
Con todo mi cariño,
Tu amiga que sí te ve. >>
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