Lo que das, no
siempre regresa. Busca la equidad contigo mismo/a.
Y lo que es peor, cuando lo hace
no siempre lo hace de la forma que esperabas. Muchas personas aceptan lo que
les das y nunca devuelven nada. No pienses que el universo te devolverá el
gesto, puede que jamás haya retribución significativa ni reciprocidad. El karma
está idealizado.
Cambia tu enfoque, actúa porque lo
eliges, porque te nace. No porque esperes algo de vuelta. ¡Sé estoico/a!
Enfócate en el valor intrínseco
de tus acciones, porque sientes satisfacción ayudando, no esperando que te
devuelvan lo que das. Los/las estoicos/as no dependen de los demás para tener
paz interior.
Epícteto decía: La vida no debe
medirse por lo que recibimos, sino por lo que somos capaces de dar sin esperar
nada a cambio.
Cuando la generosidad, que puede
ser un vicio, te implique perder, te estará dañando. Cuando eres generoso/a sin
medida, dando y dando hasta vaciarte, debes saber que la vida no es un sistema
perfecto de intercambio de favores. Por mucho que des no siempre recibirás algo
a cambio, y no hablamos solo de regalos, dinero y aspectos materiales sino de
tu energía, tu tiempo, tu espacio personal. Y los demás rara vez lo valorarán.
En tu afán por ser quien esté siempre para los demás, terminarás olvidándote de
ti mismo/a. ¡No lo hagas! No lleves todo al extremo, no des sin equilibrio. Si
no hay reciprocidad, no sigas dando. Debes ser justo/a contigo mismo/a primero
para luego serlo con los demás. Si te reconoces en este patrón, ¡cámbialo,
busca el equilibrio estoico en todo! Busca tu paz interior, es tu premisa de
vida como estoico/a. Si te vacías por completo. ¿Quién te llenará? Pon límites,
da con inteligencia. Si la otra persona no te es recíproca, no des nada más. Cuida
de ti mismo/a. Si te has olvidado de ti, es hora de recordarte que la única
persona responsable de ti eres tú mismo/a. Si alguien toma de ti más de lo que
puedes o debes ofrecer, porque no te responden equitativamente (retribución o
valores que te aportan), pues es hora de cerrar el grifo de tu magnanimidad y
generosidad con quienes no son equitativos/as contigo. No te conviertas en el/la
eterno/a proveedor/a que no recibe nada a cambio.
La verdadera generosidad comienza cuando
das lo que tienes sin perder y, sobre todo, sin perder lo que eres.
No siempre si eres bueno con los
demás, los demás lo serán contigo. No todo el mundo juega limpio ni tienen tu
mismo sentido de justicia o ética. La reciprocidad muchas veces es una ilusión.
Los estoicos ya lo sabían, ellos nos invitaban a aceptar las cosas tal cual
son, sin maquillarlas.
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