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jueves, 2 de enero de 2025

Los abrazos limitados

 

Los abrazos limitados

Camino por la vida como quien cruza un campo de minas, con cuidado extremo de no activar alguna bajo mis pies. Una vez, en mi juventud veinteañera, ingenua y confiada, corrí a través de lo que creía un campo de lavanda. Pero todo explotó. Cada paso se transformó en una herida, y desde entonces mi andar es cauteloso, marcado por el recuerdo de aquellas detonaciones que me enseñaron, a golpes, que la vida no siempre huele a flores.

Hoy, ya sin la venda de la inocencia, no tengo grandes expectativas con las personas. Mis años pesan más en decepciones que en alegrías en el equilibrio de mis relaciones. Lo curioso, quizás lo más doloroso, es que siempre intento comprender a quienes me hieren. Les ofrezco más oportunidades de las que merecen, tratando de mirar más allá de sus actos, de tener empatía con sus historias. Hasta que, un día, decida cerrar la puerta. Doy carpetazo definitivo y la aparto de mi vida P-A-R-A   S-I-E-M-P-R-E. 

 

Pero en este caminar de puntillas, entre desconfianzas y desencantos, hay algo que no puedo ignorar: los abrazos. ¿Cuántos abrazos podemos regalar a un ser querido en nuestra vida? Trabajo con números; la contabilidad es, de algún modo, mi forma de interpretar el mundo. A veces, hasta los sentimientos se convierten para mí en una fórmula, en una cifra exacta.

Mira:

1 abrazo diario durante 75 años :

  • 1 abrazo diario × 365 días = 365 abrazos al año .
  • Durante 75 años: 365 × 75 = 27.375 abrazos .




Y es ahí cuando me asalta la certeza de lo efímero. Los abrazos, como los días, son limitados. No se pueden almacenar ni rescatar del pasado. Cada abrazo que no damos, cada muestra de afecto que guardamos en el rincón oscuro de la indiferencia, se desvanece como el eco de un suspiro que nunca fue. Se pierden en el vacío del "ya no", donde ni la memoria puede alcanzarlos para revivir

Sí, es necesario andar con cuidado entre las personas. Pero no debemos escatimar el amor hacia quienes realmente importan. Abrazar sin reservas a nuestros hijos, a nuestros padres, aunque las relaciones no siempre sean como soñamos. Tal vez ellos, como nosotros, son el producto de contextos difíciles, de heridas no sanadas. No podemos exigir peras al olmo, pero podemos extenderle la mano.

Abracen a vuestros hijos, hermanos, sobrinos, amigos, primos. La vida, implacable, avanza a una velocidad que no permite treguas. Cada década es un suspiro, y lo más aterrador es que nadie sabe cuándo será su último despertar, su último café, su última tarde, su último abrazo.

Demuestren amor. Porque aunque los abrazos sean limitados, el amor y la huella eterna que éste deja en la tierra, no.

Ana Naira Gorrín Navarro.

02/01/2025.

1 comentario:

  1. Precioso texto. Muy inspirador, amiga. Este texto es un verdadero regalo, un abrazo en sí para el corazón.

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