Otro ejercicio de escritura automática. Curso La senda del haiku.

 Una vez más, vamos a empezar el capítulo con 10 minutos de escritura automática. Si te ayuda escribir con algo de música, no te cortes. Adelante. ¿Todo listo? Dedica 2 minutos a cada palabra y no pares de escribir hasta que termine el tiempo. Las palabras son: FRÍO - HUMO - VIAJE - CENA - NIEVE


El frío de la tarde se colaba por las rendijas de la ventana. Cada bocanada de aire parecía un suspiro helado que acariciaba la piel con delicadeza implacable. Caminaba por la calle empedrada, abrigada hasta el cuello, sintiendo cómo el invierno pintaba de gris cada rincón. El mundo parecía ralentizarse cuando el frío mandaba, y en ese silencio helado, cada paso resonaba con fuerza.

A lo lejos, una columna de humo se alzaba perezosa hacia el cielo plomizo. Provenía de una pequeña chimenea, probablemente de una casa donde alguien disfrutaba del calor del fuego. El humo se retorcía en el aire, como si bailara lentamente antes de desaparecer. Ese olor a leña quemada traía consigo recuerdos de inviernos pasados, de charlas junto al fuego y de historias contadas al calor de una manta. Me detuve un momento, observando cómo se desvanecía en el aire, pensando en lo efímero de todas las cosas.

Mi mente se fue entonces a un viaje que aún no había hecho. Soñaba con trenes que se deslizaban entre montañas nevadas, con carreteras que serpenteaban hacia el horizonte. Un viaje sin destino fijo, solo por el placer de descubrir, de perderse y encontrarse de nuevo. Imaginaba paisajes blancos, ríos congelados y pueblos pequeños donde la vida parecía ir a otro ritmo. En ese viaje, no importaba el destino, sino cada kilómetro recorrido, cada encuentro inesperado.

La imagen de una cena cálida en una posada acogedora se coló en mi imaginación. Un salón iluminado por velas, el aroma del pan recién hecho y platos humeantes sobre una mesa de madera. Risas, conversaciones suaves, un refugio donde el frío quedaba fuera, tras las ventanas empañadas. En esa cena se compartían historias, sueños y promesas. Era el final perfecto para un día de viaje, un momento de pausa antes de continuar el camino.

Y entonces, comenzó a caer la nieve. Primero, copos tímidos que flotaban en el aire, casi imperceptibles. Luego, un manto blanco que cubría todo con su belleza silenciosa. La nieve lo transformaba todo, borraba huellas y suavizaba el mundo. Cada copo parecía una pequeña promesa de calma, un recordatorio de que el invierno también tenía su propia forma de belleza. Me quedé allí, bajo la nieve, sintiendo cómo el frío, el humo, el viaje, la cena y la nieve se unían en un momento perfecto, efímero, pero inolvidable.


    Fuente de la imagen: https://depositphotos.com/es/photos/calle-empedrada-con-lluvia.html?filter=all&qview=780646316 (imágenes libres de derechos de autor).

Ana Naira Gorrín Navarro. 

22/02/2025. 

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