Primer aniversario de la muerte de nuestro perrito, Mak.
A un año de tu partida, nuestro dulce
Mak.
Hoy hace un año que mi hijo y yo, abrazados a ti, te acompañamos
en tu último viaje, sosteniéndote con la ternura de quienes jamás quisieran
decir adiós. Te susurré palabras suaves, acariciando tu preciosa carita,
intentando que mi voz no temblara, que no sintieras el peso del dolor que nos
desgarraba por dentro.
Te dije, con el amor más puro, que solo ibas a dormir, y que al
despertar estarías junto a tu inseparable Braco, en un lugar donde la luz nunca
se apaga. Y entonces, como si entendieras, como si quisieras darnos un último
regalo, tu rostro se relajó y nos miraste con esa infinita devoción que siempre
nos entregaste.
Aún tuviste fuerzas para intentar un último lengüetazo, un beso
eterno antes de que el sueño te abrazara. Y así, entre besos y abrazos, con el
alma hecha pedazos, pero envueltos en el amor más profundo, te vimos partir,
trascender de este mundo al otro, convertido en estrella, en viento, en
recuerdo imborrable.
Desde aquella noche, te he sentido regresar. Tomando tu sitio en
la cama, dejando la huella invisible de tus patitas en el silencio de la casa.
Sé que venías porque sabías cuánto me dolía tu ausencia, cuánto me costaba
dormir sin el calor de tu cuerpo junto a mis pies, sin el ritmo tranquilo de tu
respiración. Hasta hace poco, aún te escuchaba caminar en la madrugada. Y a
veces, en un giro caprichoso del aire, me llega tu olor, como un susurro, como
un abrazo de otro tiempo.
Hoy no conmemoramos tu muerte, mi querido Mak, sino la suerte
inmensa de haber compartido la vida contigo desde que apenas eras un cachorro
de dos meses. Fuiste uno más de nuestra familia, de nuestra manada. Y aunque mi
corazón hoy no concibe la idea de volver a tener otro perro, porque nadie podrá
ser como tú, celebro la magia de haberte tenido.
Mi Névar me enseñó lo que es la lealtad durante diecisiete años,
pero contigo, mi dulce Mak, conocí algo más: la conexión absoluta, la telepatía
sin palabras, el amor que trasciende el tiempo y la muerte. Mi alma gemela.
Allá donde estés, sé feliz. Corre libre junto a Braco, pero no le
chinches demasiado, que te conozco… Y, por favor, deja de tragarte el humo del
tabaco de los que fuman ahí arriba, que ni vivos ni muertos deberíamos caer en
esos vicios.
Te querremos por siempre.
2/2/2025.
Ana
Naira Gorrín Navarro.
Los
Gigantes, Tenerife.
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