COSAS QUE EXTRAÑO
Cuando se vive en una
ciudad nunca te sientes solo. Pues tan sólo con asomarte por la ventana o
balcón y ver a los transeúntes pasar ya se mitiga tu sensación de soledad. ¡Me
podía pasar horas simplemente observando a la gente e imaginándome sus vidas e
historias personales según lo que viera en su manera de vestir, de caminar, de
hablar, de actuar!
Salir a pasear por las
calles es siempre una distracción: Ver escaparates de las tiendas, meterte en
librerías para ver las novedades en libros o simplemente entretenerte leyendo
las contraportadas, deleitarte con un buen café y trocito de tarta de chocolate
en alguna cafetería intelectual tipo Café Época de La Laguna, pasear por los
parques donde siempre hay músicos actuando en vivo, pintores y artistas varios,
un sinfín de programación cultural en teatros, auditorios y centros comerciales…
CAFÉ ÉPOCA. LA LAGUNA.
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Vivir en un pueblo
tiene muchas ventajas: Todos nos conocemos (para lo malo y para lo bueno) y,
aunque a veces puede ir en tu contra que todo el mundo esté pendiente de tu
vida, esta continua sensación de unión familiar también actúa en tu beneficio
cuando algo malo te sucede y la gente te cobija. ¡Somos una piña! Si alguien
hace algo a alguien de nuestra peculiar manada, ¡¡la paga!! En las ciudades
todo el mundo es anónimo para el otro. A veces, también, extraño esto.
Pero el ser humano
tiene una capacidad enorme de adaptación y ahora mismo en este momento de mi
vida me ha tocado adaptarme al medio y hacer, como el grano de café en agua
hirviendo, que el medio en el que estoy sea lo más productivo y beneficioso
posible para mi entorno y para mí. Mi aportación social al lugar donde resido:
los libros que dejaré escritos. Mi aportación económica: mi participación
activa y mensual en ONG´s como Fundación Ana Bella y Amnistía Internacional (cuando
tenga más tiempo volveré a ser voluntaria en activo de Manos Unidas y a
trabajar con ellos siempre que tenga tiempo). Mi obligación a la Madre
Naturaleza en particular y a la sociedad en general: Educar y criar a un hijo
varón yo sola y hacer de él un buen hombre. Mi contribución al gasto social:
mis impuestos generados con mi salario como feliz trabajadora pues adoro mi
trabajo y a la segunda familia que tengo en mi entorno laboral.
Pero, de vez en cuando,
me escaparé a la ciudad para rememorar sensaciones y reencontrarme con viejas
amistades. Y, ojalá, pronto pueda empezar a hacer realidad otro de mis sueños:
escapadas de fin de semana por Europa para empezar ya a escribir mi CUADERNO DE
VIAJES en mi blog.