Domingo, 2 de julio de 2017. Un resbalón en una zona mojada, caída de culo y... ¡Auch! En un principio (bueno, un principio muy largo pues hasta el jueves no fui al médico), no le di tanta importancia y aguantaba estoicamente el dolor. ¡Qué brutita soy! El lunes 3, al siguiente de la caída, hasta me fui al Mercadona e hice la compra mensual. Aparqué lejísimos de donde vivo (en mi pueblo tenemos un serio problema con el aparcamiento) e iba y venía tres calles de la mía con bolsas, cargada como una mula, del coche a mi piso, de mi piso al coche,... Esa noche me fui a la cama por la noche llorando de dolor.
Una radiografía confirmó que tenía fractura de coxis. Una lesión muy dolorosa y que precisa de mucho tiempo para soldarse.
¡¡A mis 38 años!! Llegando casi a los 40, ¡¡mi primera fractura de hueso!!
Y es ahora, que no puedo subirme a una bici (por cierto, no sé montar en bici, de niña nunca aprendí), que no puedo patinar, que no puedo bailar... Que me entran unas ganas irrefrenables de hacer todo lo que no puedo hacer ahora mismo.
En cuanto pase el verano y, si Dios quiere, me cure de esta fractura, me compraré una bici y no pararé la pata. Me iré por ahí siempre que pueda junto a mi hijo y nuestro perro.
Esta noche, viernes 14 de julio, me quedaré en casita, acostada boca abajo en el sofá viendo la nueva temporada de ME RESBALA (¡cómo me partía de risa con ese programa!). Es tiempo de reposo, de guardar las energías para recuperarme físicamente y de que ese huesito quebrado en dos se ponga de nuevo en su sitio.
¡Es increíble como algo tan pequeño en nuestro cuerpo nos puede limitar tanto la vida si se nos rompe!
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