Hoy he acabado la tercera lectura del Club de lectores de Santiago del Teide: Caperucita en Manhattan, de Carmen Martín Gaite.
Antes que nada, indaguemos un poco en quién es la escritora...Según la Wikipedia <<
Carmen Martín Gaite (Salamanca, 8 de diciembre de 1925 - Madrid, 23 de julio de 2000) fue una escritora española, una de las figuras más importantes de las letras hispánicas del siglo XX. Recibió, entre otros, elPremio Príncipe de Asturias de las Letras, en 1988.(...) Carmen nació y creció en la ciudad de Salamanca. En su infancia no acudió a ningún colegio ya que su padre, de ideas liberales, no deseaba que fuera educada en una institución religiosa, por lo que recibió clases de profesores particulares y de su padre, gran aficionado a la historia y la literatura, que ejerció como iniciador de Carmen y su hermana Ana en estas disciplinas.
El comienzo de la
Guerra Civil Española impidió a Carmen cursar el bachillerato en el Instituto Escuela de Madrid, como ya había hecho su hermana Ana, por lo que tuvo que realizar sus estudios de segunda enseñanza en el Instituto Femenino de Salamanca, cuyo ambiente se refleja en su novela,
Entre visillos. Allí tuvo como profesores a
Rafael Lapesa y
Salvador Fernández Ramírez, dos futuros miembros de la
Real Academia Española y que marcaron su vocación literaria. (...)
En 1943, inició sus estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca, donde tuvo como profesores aFrancisco Maldonado, Antonio Tovar, Manuel García Calvo y Alonso Zamora Vicente. En el primer curso coincidió conIgnacio Aldecoa y Agustín García Calvo, en esos años colaboró en la revista Trabajos y días, donde aparecieron sus primeros poemas y también se interesó por el teatro, participando como actriz en varias obras. Durante el verano del 1946, permaneció becada en la Universidad de Coimbra, en la que afianzó su interés por la cultura galaico portuguesa.
En verano de 1948, tras terminar su licenciatura en la rama de Filología Románica, fue becada para ampliar estudios en el extranjero, en el Collège International de
Cannes. Allí perfecciona el idioma francés, se inicia en la literatura francesa contemporánea y conoce un tipo de sociedad más abierta y cosmopolita. Ese mismo año, al volver de Francia se trasladó a Madrid con la intención de preparar su tesis doctoral sobre los cancioneros galaico-portugueses durante el siglo XIII, que no llegaría a concluir. En Madrid se reencuentra con Ignacio Aldecoa, que la introduce en el círculo literario de algunos de los componentes de la llamada
Generación del 50 >>.
Leyendo su biografía no es de extrañar que en Caperucita en Manhattan la autora nos introduzca en un mundo de fantasía que pretende aniquilar el estereotipo de Caperucita Roja como la eterna niña-mujer ignorante, ingenua y fácilmente manipulable. La misma educación liberal de la autora y su influencia francesa han plasmado en toda su obra un profundo deseo de liberar a la mujer de cualquier atadura y esta reversión del clásico cuento de Caperucita Roja se nos presenta como una innovadora fórmula de romper con estereotipos. Se me ocurre un paralelismo con la saga de libros de Moderna de Pueblo (el nick comercial de la escritora Raquel Córcoles) en concreto con su libro IDIOTIZADAS, que es todo un manifiesto contra los micromachismos de nuestra sociedad y los tan manidos idealismos de las películas Disney. Claro que la saga de Moderna de Pueblo son cómics y no novelas propiamente dichas por lo que no tienen la riqueza narrativa con la que Carmen Martín Gaite, que en paz descanse, nos deleita en sus obras.
Los personajes de esta novela son:
Sara Allen, nuestra Caperucita particular. Una traviesa y pecosa niña de diez años a quien uno de los misteriosos novios de su abuela, la Señora Rebeca o Gloria Star (pues de joven fue una estrella de Broadway aunque acabó sumergida en su papel de femme fatale durante toda su vida) , le regalaba libros y gracias a este novio llamado Aurelio, Sara desarrolló su amor por la literatura y su espíritu crítico, siempre indagador de la libertad y la autonomía.
La Señora Allen, la sumisa madre de Sara. Una mujer chapada a la antigua, hábil repostera que sabe el secreto de la más exquisita tarta de fresa. Receta que será codiciada por el lobo de nuestro cuento que no es otro que el Sr. Edgar Wolf (lobo en inglés, jeje), propietario de una dulcería llamada Dulce de Lobo.
Y, mi personaje favorito con quien me llegué a identificar en muchas escenas (en concreto por su amor a las compañías que se salen de lo común, de lo normal o de lo socialmente aceptable): Miss Lunatic. Que es una encantadora anciana de cabello largo, generalmente atado en una trenza larga por debajo de la cintura, blanco como la nieve, con muchas collares y vestimentas un tanto estrafalarias que decía vivir durante el día dentro de la Estatua de la Libertad. Era de origen francés, de Alsacia (como la Estatua de la Libertad pues fue construida en la segunda mitad del S.XIX por un escultor alsaciano y usó el rostro de su madre como modelo para el bello rostro de la estatua que sería símbolo de la Libertad en todo el mundo). Desde mi punto de vista este personaje encarna a la libertad misma.
Sara vivía en Brooklyn pero soñaba con vivir como su abuela en Morningside (cuya traducción es al lado de la mañana y , como dice en la novela, sugiere el canto de pájaros con sólo mentar el nombre). Cada sábado la Sra Allen le ponía a Sara un chubasquero rojo y le daba una cesta de mimbre con su riquísima tarta de fresa e iban juntas a ver a su abuela a Morningside.
Sara anhelaba conocer Manhattan ella sola así que se las ingenia para vivir esa aventura y no les desvelo cómo porque quisiera que se leyeran el libro. Siendo este el argumento principal de la novela, mitad cuento fantástico y mitad novela con un mensaje muy importante a la sociedad: ¡¡Encuentra tu yo verdadero, no te dejes llevar por más voluntades que la tuya y escucha a las personas que te dan alas para volar por ti mismo y no a quien quiere cortarte las posesiones más reales e imperecederas que son las de tu autonomía y libertad!!
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Libro Caperucita en Manhattan junto a una exquisita infusión de frutos rojos y una vela aromática de vainilla y canela. |
Me ha encantado su lectura, ¡la he disfrutado muchísimo y, sin lugar a dudas, la recomiendo!