Cavilaciones, escritos de días cualquiera, algunos poemas , algunas de mis novelas, pensamientos en soledad compartida,...¡VISITA MI WEB! EN WWW.ANANAYRAGORRIN.COM

jueves, 23 de abril de 2020

Día 40 de la cuarentena

Día 40 de una cuarentena en otros contextos para mí debería suponer el fin de un confinamiento. Pero no... Se nos ha prorrogado el estado de alarma hasta el 9 de mayo inclusive y a partir del 10 de mayo las salidas serán controladas. Nuestra vida no volverá a ser la que era en muchísimo tiempo. Y hoy ha saltado la noticia de que se espera un repunte del virus con la entrada del otoño. 


Hoy también hace justo un mes de mi última jornada laboral antes de que toda esta pesadilla se cerniera sobre nosotros. ¡Extraño tanto a mis compañeros de trabajo y mis rutinas diarias en el hotel y mi oficina!



No obstante, no puedo decir que estoy mal. Al contrario, a Dios gracias en mi casa estamos bien. Mi hijo y yo tenemos mayor y mejor comunicación que nunca, tengo tiempo para ayudarle con sus tareas -cuando me lo permite, pues como buen adolescente acota mucho las distancias y licencias de intervención en su vida privada, la académica incluida-, tengo tiempo para mi afición favorita: ¡escribir! Y ya casi tengo terminada mi quinta novela. Además, continúo con mi curso académico y estudios en francés y dedico mucho tiempo a ver películas francesas en versión original. Pero esto ya lo saben porque lo he repetido hasta la saciedad en todos mis post de este diario de la cuarentena. El mensaje más importante es que aún confinados hemos de mantenernos la mente ocupada y entretenidos. Así, sin darnos cuenta, pasará la semana en un abrir y cerrar de ojos. Para los fines de semana tengo mis rituales (viernes noche y sábados noche) y ansío que lleguen durante toda la semana con el mismo fervor que sentía cuando estaba en activo laboralmente. 



Hoy día 23 de abril se inicia el Ramadán (hasta el sábado 23 de mayo), y quiero desde este pequeño rincón felicitar a toda la comunidad musulmana y a mi familia política en Marruecos y allende de este bello país vecino.



Hoy, además, es un día muy importante para mí y para todos/as los/las que amamos la literatura. ¡Hoy es el día del libro! El día 23 de abril fue elegido como «Día Internacional del Libro», pues supuestamente coincide con el fallecimiento de Miguel de Cervantes, William Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega en la misma fecha en el año 1616. 

Los libros me han hecho soñar, volar, viajar y evadirme de mis problemas, incluso me han dado posibles soluciones a ellos. ¡Sin la literatura mi vida no tendría sentido! Por eso, ¡feliz día del libro! No dejen de leer, es un placer excelso al que no podemos renunciar en esta vida. 

Para terminar, les dejo con un post que puse ayer en mis redes sociales y que quiero compartir también con ustedes aquí:

<< Hoy tuve que coger el coche para ir hasta la farmacia de Playa de San Juan a por un tratamiento veterinario de mi perro (es un Border Collie y lleva unas pastillas de desparasitación específicas para su raza que solo consigo allí). ¡Qué placer coger el volante y adentrarme en la carretera! Puse mi música 🎶 a todo volumen y canté a voz en grito con la ventanilla abierta como siempre hago. Por un momento sentí que todo volvía a la normalidad.

En la rotonda de Alcalá alguien me tocó la pita para saludar, miré al conductor que llevaba - al igual que yo - mascarilla, guantes y gafas de sol que me impidieron identificarle, tampoco pude reconocer su coche (aunque esto no es de extrañar en mí pues a menos que vayas en guagua o tractor nunca me fijaré en qué tipo de coche tienes, salvo que me lo digas con matrícula incluida y ahí sí que no se me olvidará jamás). Y en ese momento, en que saludé por cortesía pero no tenía ni idea a quién, me quedé contemplando la siniestra imagen de los conductores. ¡Parecía que veníamos de perpetrar un atraco a mano armada en un banco!Llegué a la farmacia, para mi sorpresa encontré aparcamiento fácilmente y cerca de ella, me bajé y la cola para entrar en ella se ocupaba toda la acera. Esperé pacientemente mi turno mientras contemplaba la tristeza de esa calle vacía con algún que otro transeúnte con bolsas de compra en la mano. La cafetería Don Café, siempre tan llena, cerrada a cal y canto. ¡Me faltaban el aroma de sus cafés y croissants, el bullicio del gentío hablando unos con otros en las mesas de afuera y la bendita rutina de esa vida tan simple pero fastuosa que teníamos! En silencio, como todos en la cola, seguí avanzando hasta mi turno. Compré, regresé al coche y me dispuse al placer de conducir de nuevo. Esta vez sin música. Al entrar a Los Gigantes el cartel del Carnaval de mi amado pueblo con la imagen de la bella mujer árabe con el rostro cubierto de un velo fueron como la imagen de la profecía de lo que se nos vino encima y nos obligó a no poder salir a la calle sin cubrir nuestros rostros con mascarillas cuales hiyabs. ¡Ojalá pudiéramos dar marcha atrás en el tiempo, me quedaría en el primer fin de semana de este Carnaval cuando bailando con toda mi gente en la plaza ignorábamos la que nos iba a caer encima! Por eso, vivamos y atesoremos cada momento como si fuera el primero y el último de nuestras vidas pues nunca sabemos qué irá a pasar mañana. Seamos agradecidos con todo lo que tenemos, ayudémonos unos a otros y, sobre todo, ¡no perdamos la esperanza, ya es lo único que nos queda! >>
Ana Nayra Gorrín Navarro.


















No hay comentarios:

Publicar un comentario