Mi hijo, el epicentro de todo, es
el motor de mis días. Lucho cada día porque no baje en sus calificaciones
escolares y porque tenga una infancia muy feliz. Con todo lo que necesita. Gracias
a Dios cuento con el apoyo de mis padres, sus abuelos maternos, para apoyo
moral porque estar sola no es fácil. Pero, teniendo la familia que tengo y el
apoyo de ellos, me hago fuerte y de ser frágil como un pétalo de rosa me
convierto en piedra dura e inquebrantable. Marcharnos de la casa de mis
padres como nos marchamos, en mayo de 2016, no fue fácil, pero yo debía
continuar con mi vida y tomar el timón de ella. Nayar y yo debíamos asumir
nuestro propio rumbo.
En 2017 lo comencé con jaleo sentimental.
Despidiendo el año 2016 triste por la ausencia de alguien. Pero era una persona
que no podía estar a mi lado. Su destino ya fue decidido hace años y a él se
debía.
A parte, tuve la noticia de que alguien de mi
pasado, a quien yo ya no puedo corresponder, me extrañaba y ambas
circunstancias quebraron mi alma y espíritu un poco, sumergiéndome en una
crisis emocional leve pero presente.
A Dios gracias, entró el 2017 y enero ha ido
resolviendo muchas cosas. Finalmente he dado por zanjada esa fantasía, ese espejismo
de realidad cobijado por las redes sociales, de un amor que era imposible y
que, a todas luces, me iba a hacer mucho daño. Pero que me hizo desarrollar
cierto apego, ya estaba pendiente de recibir sus llamadas, sus mensajes, sus
canciones,…, y soltar ese amarre no es fácil. Porque a nadie le amarga un dulce
y sentirse cobijado por el afecto y el cariño de alguien es reconfortante. Pero
no,…, no quiero meterme en medio de nada ni ser un secreto para nadie. Por eso,
he convertido mi corazón en piedra y le he hablado con dureza y firmeza. Su
destino está ya decidido. Ahora falta por escribir el mío en ese terreno
sentimental.
También en enero me he abierto como una flor
de loto a conocer a alguien que llevaba tiempo tocando a mi puerta y que yo,
por estar obnubilada con esa fantasía imposible y que, como ya dije, estaba
claro que me iba a acabar haciendo mucho perjuicio, no presté la atención
debida. ¡Cuando es un hombre increíble! Honesto, leal, luchador, buen padre (es
divorciado y tiene hijos), con una profesión muy afín a mi perfil y con una
trayectoria vital también muy afín a mí (él tampoco acabó la carrera, aunque
opositó a funcionario y se dedica a ello profesionalmente). Lo veo una persona íntegra,
centrada y mentalmente muy equilibrada. Y me ilusiona conocerle. Me ilusiona
muchísimo. Me encanta conversar con él. Y ya con esto tiene mi cielo ganado
pues que yo me sienta cómoda conversando con un hombre ya es un gran paso. Es
un hombre muy culto y con tendencia y sensibilidad artística. Me agrada mucho.
Yo todo lo consulto con mi Madre. Si ella no
me da el visto bueno para algo. Tarde o temprano, y aunque yo me ponga a
relinchar como una yegua desbocada al principio, acabo cediendo, razonando y dándole
la razón. Simplemente porque desde que soy madre no subestimo el instinto
materno para alejar el mal de la vida de nuestros hijos.
Laboralmente se me abre una etapa fascinante
pues quiero avanzar en la vida y no quedarme estancada. Sobre todo y ante todo
he de demostrarme a mí misma que tengo mi autoestima en su justo nivel y que
aunque tenga miedos, puedo superarlos. Pues no es más valiente quien no siente
miedos, sino quien sintiéndolos se enfrenta a ellos y los supera. Y ahí voy, hacia
delante siempre y cuando me lo permitan, con todo mi ánimo de poner todo de mí
para hacer las cosas lo mejor posible y de estar a la altura de las
expectativas que tengan depositadas en mí.
¡AMO LA VIDA
Y QUIERO AFERRARME A ELLA! Con toda mi ilusión, raciocinio y
pasión, conjuntamente. Porque sin ilusión no se puede hacer nada bien, sin
raciocinio no se va a ninguna parte y sin pasión la vida acaba teniendo un
color gris oscuro deprimente. ¡¡Necesito los tres elementos en mi vida!!
Llevo tres años y medio sin pareja y ya es
hora de darle un poco de color a mi vida. No quiero decir que voy a forzar nada pero,…, si
el amor toca a mi puerta ya no le voy a dar con la puerta en las narices como
he estado haciendo estos tres años y medio.
Para todo hay un tiempo, hay un tiempo para
cada cosa.
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