<< Tiene mejor
conocimiento del mundo, no el que más ha vivido, sino el que más ha observado
(Arturo Graf)>>.
Siempre con su sonrisa
puesta, ¡su mejor prenda! La que nunca le falta pues jamás le falla en su afán
de enamorarlas a todas.
Él, el de la piel
canela, alegría perpetua, cabello afro y ritmo intenso en cada cosa que hace en
la vida. Herencia africana, de sus genes ancestrales con sonido a güiras,
tamboras, con sonido de pulseras hechas de cuentas y con el perenne amor por el
nomadismo.
Porfirio Robirosa
demostraba a Europa el fenotipo del carácter masculino dominicano en los años
60, hasta su muerte en París en 1965. Pero él no fue la excepción de ninguna
regla. Él encarnaba la pauta de conducta del hombre medio de esa tierra, que
jamás he pisado pero sueño con conocer algún día. Por sus playas paradisíacas,
su naturaleza salvaje, su buena música, sus habitantes de carácter alegre y
afectuoso, por querer visitar in situ la
fundación de la primera sociedad cultural Los Amantes de las Letras a
la que pertenecieron escritores de gran calibre como Manuel de Jesús Galván,
José Gabriel García, Francisco Javier Angulo Guridi, entre otros ilustres
escritores de esa santa tierra dominicana. También, ¡cómo no!, por querer
saborear in situ los manjares
culinarios de la gastronomía dominicana. ¡Ya saben cuánto me gusta comer bien y
cocinar! Y viajar incrementa el bagaje culinario y la información diversa que
se precisa a la hora de improvisar originales y nuevos platos en la cocina.
En Canarias he hecho
amigos/as dominicanos/as y me llama poderosamente la atención (ya saben que me
encanta conocer otras culturas y que soy una antropóloga socio-cultural
frustrada) el hecho de que se parecen atrozmente en su actitud ante la vida,
reflejan todos/as la misma pauta conductual: viven el momento, aprensan la vida
con todas sus fuerzas sin planificar el futuro (como si el lema latino Carpe diem fuera para ellos), la mayoría
prefieren profesiones artísticas, técnicos y de trato social o encaminada al
turismo. Suelen ser grandes autodidactas pero sus espíritus libres les
convierten en pésimos acatadores de normas y
hermetismos, prefieren vivir improvisando y siendo creativos. Su cultura
y país se forjó del SINCRETISMO RACIAL; de la mezcla de raíces africanas, de
amerindios tainos y españoles y esa impronta racial la llevan grabada a fuego
en la sangre. ¡Pura pasión fusionada!
Ellos fueron la primera
colonia de españoles en el Nuevo Mundo. Con su carácter alegre llevan por el
mundo la bandera dominicana y la dejan en un estadio bien alto. No todo el mundo
les comprende pues para hacerlo has de poner el corazón y la esencia misma del
ser humano, antes de que dejáramos de ser libres para convertirnos en esclavos
de las normas y heteronomías que aprisionan nuestro amor a la libertad.
Para acabar este post,
les dejo con un poema de un poeta dominicano.
EQUIVOCACION DE LOS ANGELES
Eran ángeles fuertes,
con las manos curtidas
y dientes de caballo
detrás de la sonrisa.
Colgaron el Mal en una rama,
y la tierra tirando,
y la cuerda tirando,
hicieron del mundo una sinfonía.
Eran ángeles fuertes,
abiertos los dedos de los pies,
simples como el agua,
rudos como el hierro.
Potente músculos en el ala,
la frente despejada,
las manos, de ajusticiar,
sin resignación encallecidas.
Eran dos iguales, quizás
como si un limpio espejo
entre ellos siempre retratara,
eran dos y un pensamiento,
dos gemelas llamas amarillas,
una sola luz
En donde tierra por morir se acaba
detuvieron su paso poderoso;
paro su canto la avecilla,
expiraron los aires y perfumes.
Eran ángeles fuertes,
con las manos curtidas
y dientes de caballo
detrás de la sonrisa.
Colgaron el Mal en una rama,
y la tierra tirando,
y la cuerda tirando,
hicieron del mundo una sinfonía.
Eran ángeles fuertes,
abiertos los dedos de los pies,
simples como el agua,
rudos como el hierro.
Potente músculos en el ala,
la frente despejada,
las manos, de ajusticiar,
sin resignación encallecidas.
Eran dos iguales, quizás
como si un limpio espejo
entre ellos siempre retratara,
eran dos y un pensamiento,
dos gemelas llamas amarillas,
una sola luz
En donde tierra por morir se acaba
detuvieron su paso poderoso;
paro su canto la avecilla,
expiraron los aires y perfumes.
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