Escucho ahora mismo mientras
escribo una playlist en YouTube de Ed Sheeran por ver si la música me anima un poco, saboreo una
buena y humeante taza de café y aún preservo el sabor en la boca del pitillo Marlboro
(a secas, sin el light ni slim) que me fumé hace unos diez minutos (sí, ahora soy
fumadora ocasional y cada vez en más ocasiones). Hace más de un mes que no me
detengo a escribir, a ordenar mis pensamientos y depurar mi mente, últimamente
bastante intoxicada de muchas preocupaciones (económicas y familiares) y también
por devastadores sentimientos de soledad y tristeza. Ya ni siquiera tengo un
ratito de paz para poder leer un buen libro, algo que me encanta. Cuando llega
la noche estoy tan muerta de cansancio y sueño que caigo rendida con el libro
en la mano tras leer a penas unos renglones. Y ya no digamos nada de continuar
escribiendo mis novelas… Lo tengo absolutamente paralizado ya que con mis
obligaciones laborales, de estudios y familiares no me da tiempo.
Pero tras meditar toda la mañana
sobre lo que me preocupa, he llegado a la conclusión de que yo no puedo hacer
absolutamente nada por cambiarlo. En relación a las económicas, no me queda
otra que seguir trabajando para pagar el nivel de endeudamiento que, para mis
40 años no es tan alto comparado con el de otras personas en mi misma situación
(madres solteras supervivientes de la violencia de género) pero que me quita el
sueño muchas noches, en relación a las familiares: a veces no queda otro
remedio que dejar fluir las cosas. El sino de mi hijo no me pertenece, él tiene
que encontrar su camino solo, pese a que yo siempre estaré a su lado no puedo
meterme en su cabeza y estudiar por él. Le pongo todos los medios para que le
vaya bien, le pago clases extraescolares y me desvivo porque lo tenga todo,
pero él no responde en la misma medida. A cuatro años de su mayoría de edad, he
concluido que me voy a dejar llevar por mi agotamiento, porque si no esto me
llevará a la tumba antes de tiempo por un ataque al corazón. Dejaré que las
cosas fluyan y que él se posicione en su sitio él solo. No puedo hacer nada más.
No le va bien en los estudios, no está motivado para estudiar y me he llevado
una gran decepción cuando me ha dicho que no quiere estudiar en la universidad.
Pero… Lo dicho, los hijos no nos pertenecen. Les podemos aconsejar y guiar, les
podemos dar todas las facilidades del mundo pero la decisión última siempre la
tendrán ellos. Pese a que esta decepción es la más amarga de las que he vivido,
me quiebra el alma y me roba la ilusión por vivir. Ojalá la vida me sorprenda y
mi hijo cambie de actitud con los estudios. Ojalá termine la ESO y logre
apasionarse por estudiar alguna profesión, aunque sea un ciclo pero que lo haga
y aprenda una profesión, porque si no será un sin recursos absoluto y eso me
deprime sobremanera. Y por más que dialogue con él no consigo hacerle entender.
Estoy triste, estoy mal. No lo
voy a negar. No todo en mí va a ser fortaleza y alegría. Estoy fatal
anímicamente y hoy también físicamente. No puedo comer nada, me sienta fatal al
estómago y me duele mucho la cabeza. Me siento agotada física y espiritualmente, con ganas de llorar y desaparecer.
En fin,…, ¡ojalá llegue rápido el
fin de semana para meterme en la cama y no salir de ella al menos durante todo
un día!
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