Otro ejercicio dominical de escritura automática con La senda del Haiku, taller literario

Dedica 10 minutos a escribir un texto improvisado que contenga las siguientes palabras: CASTAÑA - HOJA - BRISA - COLORES - COSECHA Esto servirá como punto de partida para lo que viene a continuación.


 En un rincón del bosque, la brisa suave de la tarde acariciaba cada hoja dorada y rojiza, moviéndolas como si fueran pequeños susurros del otoño. El suelo estaba cubierto de un manto crujiente, donde los colores del cambio estacional se entremezclaban: ocres profundos, naranjas encendidos y marrones terrosos. En medio de este espectáculo natural, una castaña rodaba lentamente entre las hojas caídas, empujada juguetonamente por el viento. Parecía seguir un camino trazado por el azar, pero en realidad, cada giro y rebote era una parte más del ritual otoñal del bosque.

Cerca del viejo castaño, un grupo de niños recolectaba frutos con una mezcla de entusiasmo y nostalgia. La cosecha de castañas era una tradición familiar que marcaba la transición entre el calor estival y los días frescos del otoño. Sus risas se elevaban al compás de las hojas que caían en remolinos, y el tintineo de las cestas llenas resonaba como música improvisada en aquel escenario natural.

Mientras el sol se escondía poco a poco tras el horizonte, el aire comenzaba a enfriarse. La brisa, ahora más fría, parecía llevar consigo los secretos del bosque, como si cada árbol murmurase al viento historias de cosechas pasadas y días futuros. En ese instante, un anciano que observaba desde la distancia suspiró profundamente. Para él, ese momento representaba algo más que la simple recogida de frutos; era un recordatorio de lo cíclico de la vida, de cómo todo muere para renacer con nueva fuerza. Una hoja caía suavemente sobre su hombro, como un saludo de despedida del verano.

Al terminar la jornada, las cestas rebosaban de castañas, y el grupo se preparaba para regresar al pueblo, donde el aroma de las chimeneas ya comenzaba a mezclarse con el crepúsculo. Sabían que, al llegar, las castañas no solo serían alimento, sino también motivo de reunión: risas junto al fuego, cuentos antiguos y manos cálidas sobre la madera vieja de la mesa.

Así, en la mágica danza del otoño, la brisa, las hojas, y los colores del bosque no solo anunciaban una nueva cosecha, sino también un renovado comienzo.


Ana Naira Gorrín Navarro.

09/02/2025.






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