Soy, por genética, de quienes se apasionan tanto cuando de hablar de política se trata que comienza a elevar estúpidamente la voz. Algo que repudio de mí misma y por lo que lucho diariamente en corregir. No obstante, he de lanzar una ególatra lanza en mi favor para determinar que pese a que elevo la voz trato siempre de no dejar de escuchar con atención al / a la adversario / a pues saber escuchar es siempre la mejor arma para saber argumentar. Aunque muchas veces el / la adversario/a , por ignorante, trate de convencerme de que su argumento es el único fehaciente, válido, verdadero e imperecedero. Nada en esta vida es absoluto, todo es relativo. Tu verdad absoluta puede no serlo para mí, y viceversa. En todo caso, no poseo ninguna otra verdad absoluta en mi haber más que mi fe categórica en El Gran Espíritu, Dios, El Creador, Allah o Cuantos Bellos Nombres se Le quiera atribuir.
Después de decir esto, quisiera manifestar mi profunda admiración por esas voces serenas de nuestro planeta Tierra que hablando tan bajito han gritado tan fuerte su mensaje de paz y amor al mundo entero. En un tono tan suave y sutil, con tanto amor y cariño en sus miradas y expresión corporal ( gestos de las manos, ...) . Por esas lindas voces tranquilas como las de Mahatma Gandhi, Rigoberta Menchú Tum, Jefe sioux Seattle (autor del best seller "Implorando un sueño"), Ahmed Benchemsi ( editor de un semanario saharaui que tan bien se expresa cuando de hablar del conflicto Aminatou Haidar se trata). A todas estas voces serenas y almas de bien, llegadas a la Tierra llenas del Soplo del Espíritu de Dios en sus corazones. Darles las gracias por impartir tan ilustre ejemplo de conducta cívica y plausible, dando ejemplo en la tierra de conductas a imitar pues son sólo paz, benevolencia y amor . Y son sólo la paz, la benevolencia y el amor los que única y verdaderamente salvarán al mundo de tanto odio y tanta discordia habida y por haber (por desgracia). Por no saber hablarnos con amor y voz serena, por no saber aunar intereses comunes: vivir en paz y armonía en unidad y unión. Compartiendo el Soplo del Espíritu de Dios que nos une a todos bajo un mismo cielo. ¡¡Somos tan iguales y seguimos empeñados en creernos tan diferentes!!
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