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martes, 18 de septiembre de 2012
UN LIBRO QUE TE HAGA PENSAR...
Si buscas un libro que te mueva la fibra interna, que te sacuda la conciencia y alma y marque tu vida. Sin duda alguna, los de Reyes Monforte: TODOS. Sin excepción.
Me he leído Un burka por amor y La rosa escondida. Por leerme, sobre mi escritorio, Amor cruel (el caso de la española encarcelada en EEUU por salvar a su hija de un padre maltratador, ella prefirió viajar con su hija a España para entregarla a sus abuelos maternos, consciente de que con ellos estaría bien y regresar a EEUU a entregarse a la justicia, sabiendo que se la acusaría de Secuestro internacional de su propia hija y pensando que al entregarse su pena se vería rebajada, jamás pensó que la condenarían a condena perpetua. Ella sigue en prisión, ¡ojalá el estado español pueda hacer algo por su ciudadana porque si fuera al revés seguro que ese ciudadano americano ya estaría en territorio americano, al menos en una cárcel americana!).
El de La rosa escondida sin duda alguna rasgó mi alma, arañó mi hipersensibilidad hasta el punto de irme a dormir llorando cada noche con su lectura. Me metí en la piel de Zehera,la protagonista, lloré la desaparición de su hijita Teresa Alina y durante las cien primeras páginas tuve que hacer acopio de valor y de tripas corazón para seguir leyendo todas las torturas que los Águilas Blancas hacían a mujeres, hombres, niños y niñas bosnios.A lo largo de sus 445 páginas esta novela nos cuenta la historia dura, cruel, injusta, triste, violenta y desgarradora de Zehera, una joven bosnia que vive en Visegrado. Tras sufrir toda clase de maltratos, vejaciones, palizas, violaciones, insultos y humillaciones que al menos a mí han conseguido ponerme la piel de gallina y revolverme el estómago consigue huir de la guerra de Bosnia y llegar a España junto a Aleksandar, su novio.
En nuestro país intentará dejar de ser una inmigrante, una refugiada, una víctima, olvidar a los suyos, los que ya no están, los desengaños y el pasado marcado por la guerra para comenzar una nueva vida en un pueblecito de Salamanca.
Pero no todo es tan fácil como ella creía. A pesar de ser una mujer fuerte, valiente y luchadora no logra esquivar la mala suerte y un pasado que le persigue. Un pasado lleno de dolor, de muerte, de sufrimiento que le pondrá a prueba y le obligará a dejar Villa de Alba para trasladarse a Pazo do Riba, un pequeño pueblo de Galicia.
Allí encontrará en Julia una amistad incondicional que logrará salvar su vida y ayudarle a olvidarse de su pasado, disfrutar el presente y, sobre todo, construir ella sola su futuro. Aun así, nuevamente Zehera tendrá que enfrentarse al dolor, la muerte, la violencia, la rabia, la impotencia y la desesperación por su mala suerte. Una mala suerte que le hace sufrir por su pasado, pero también por su presente y su futuro negro y lleno de incertidumbres y de preguntas sin respuesta.
Al final se verá obligada a regresar a Visegrado para encontrar todas esas respuestas que no le dejan dormir por las noches y cuando vuelva a Galicia será una mujer nueva. Muchas cosas han cambiado en su ciudad natal en los diez años que han transcurrido desde que abandonó a su familia, sus amigos y su vida huyendo de la guerra y, sobre todo, de Sasa Ludonovic, el líder de los Águilas Blancas, un grupo paramilitar serbio. Uno de los más sanguinarios genocidas de la guerra de la antigua Yugoslavia y un fanático de la limpieza étnica de bosnios y musulmanes.
Precisamente una de las cosas que más me ha gustado de este libro, además de las continuas sorpresas y giros inesperados que mantienen al lector en tensión a lo largo de toda la novela, ha sido poder conocer parte de la historia de Bosnia Herzegovina y de la guerra que tuvo lugar en este país entre 1992 y 1995. Me ha gustado conocer lo que ocurrió, las miles de víctimas, de asesinados, las casas destrozadas, los francotiradores, las bombas, los morteros, los centros de violación, los hombres, mujeres, niños y ancianos que fueron asesinados en el puente sobre el Drina y arrojados al río. Pero también me ha gustado conocer las causas, los motivos, muchos de ellos fanáticos, absurdos, ilógicos e irracionales que llevaron al país a la guerra.
Y, por supuesto, me ha gustado Zehera, su fortaleza, su valentía, su pasión, sus ganas de vivir, de amar y de ser amada. De sentir, de hacer realidad sus sueños y, sobre todo, sus ganas de ser feliz. Sin importarle dónde. Sus ganas de vivir el presente y construir el futuro. Sus ganas de olvidar el pasado. Su amor por su hermana Suhra. Sus ganas de mostrarle al mundo su sonrisa. Sus labios pintados de rojo. Porque ella es una rosa abierta. Aunque tenga que estar escondida.
A parte de la trama del libro, me ha interesado bastante el conflicto de Los Balcanes. En los años 90 mientras yo me adentraba en mi adolescencia feliz y traviesa, miles de jóvenes de mi misma edad estaban viviendo todas estas torturas y suplicios de esta Guerra satánica de Los Balcanes. No pude evitar buscar en internet información acerca de dicha guerra, www.rincondelvago.com fue mi punto de referente y aquí les dejo lo que leí en dicha web de apuntes varios:
CONFLICTO DE LOS BALCANES.
INTRODUCCIÓN HISTÓRICA
Desde el siglo X a.C., , en que se asentaron en la zona de los Balcanes sus primeros pobladores de origen indoeuropeo, los ejércitos de todos los conquistadores de la historia pasaron por allí desde Alejandro hasta Gengis Khan, y la diversidad de étnias, culturas y religiones, ha sido origen de numerosos conflictos a lo largo de la historia.
El Imperio Romano dominó tempranamente toda la costa del Adriático.
Al comienzo de la Era Cristiana, ya en el año 6, se produjo una sangrienta sublevación que Roma reprimió y la región fue desmembrada por primera vez para dar lugar a dos provincias imperiales más débiles: la Panonia y la Dalmacia
En el año 395, a la muerte del emperador Teodosio, con la división del Imperio Romano, los Balcanes quedaron en la parte oriental del Imperio. A fines del siglo VI -cuando el Imperio Bizantino ya declinaba- comenzó la trabajosa expansión de los pueblos eslavos del Cáucaso hacia el sur. Llegaron hasta la Dalmacia y se afincaron en la zona costera. A principios del siglo VII la mayor parte de los Balcanes estaban en manos de los eslavos del sur, antepasados de los actuales eslovenos, croatas y serbios.
Muchos, como los eslovenos, accedieron pronto a un alto grado de organización y en el 788 pasaron a formar parte del Imperio forjado por Carlomagno, a quien el papa, en el año 800, le otorgó el título de Emperador de Occidente. Los croatas, lograron poco a poco emanciparse y formaron un Estado Independiente bajo el reinado de un príncipe llamado Tomislav I (910-928). Los serbios, por su parte, estaban divididos en dos grupos de tribus: uno de ellos se había establecido en Rascia y el otro en Zeta. Por esa época llegaron los búlgaros, que se establecieron en la antigua Dacia, más al este. Eran de origen turco, pero en contacto con los serbios se fueron eslavizando de a poco.
De esa forma se completó la ocupación de los Balcanes: los eslovenos en el norte, formando parte del Imperio Carolingio; en el centro los croatas, con su reino independiente; más al sur los serbios, divididos en dos grupos (uno de los cuales daría origen a los montenegrinos); y al este los válacos (después llamados rumanos, que todavía erraban con sus majadas por los confines de Albania y Macedonia). El resto de la península pertenecía al Imperio Bizantino.
Todos estos eslavos eran paganos. Y lo mismo ocurría con los búlgaros y los rumanos. Bizancio y Roma rivalizaron en su empeño por evangelizarlos. Roma integró a su área de influencia a los eslovenos y a los croatas, que se convirtieron al cristianismo en el siglo IX. En cambio, Bizancio tuvo más éxito en el sur de los. Los eslavos convertidos por Bizancio siguieron a la Iglesia Ortodoxa luego del cisma que se produjo en el año 1054. En ese momento quedó consumada la más completa "balcanización" de la región: una unidad geográfica (los Balcanes) y étnica (los eslavos) rota en decenas de países rivales separados por sus antagonismos de origen (de tribu) al que se agregaban ahora las diferencias religiosas.
En el siglo XIII, unificados por Gengis Khan, los tártaros arrasaron Eslovenia, Croacia y Eslavonia. Cuando se retiraron, sólo quedó una tierra casi despoblada y calcinada por el fuego. Eso favoreció a los serbios, que pudieron agrandar sus fronteras: se extendieron hacia Albania y Macedonia y ocuparon, en lo que hoy es Croacia, la actual Krajina. Pero eran demasiado débiles para oponerse a los turcos, convertidos en los nuevos poderosos invasores. En 1371 Serbia cayó sin combatir y los otomanos (musulmanes) se apoderaron de toda la península balcánica. Se quedaron allí por espacio de quinientos años.
Pero en ese lapso su imperio se fue debilitando. En 1699 los turcos debieron ceder a la Casa de Austria los territorios de Croacia y Eslavonia. Toda la costa dálmata y el Peloponeso cayó en manos de Venecia y los Balcanes se convirtieron en un polvorín.
Los primeros días de la Federación Yugoslava estuvieron marcados por la violencia. Como resultado de las guerras balcánicas de 1812-1813, Serbia y Montenegro habían recibido extensos territorios y se habían destruido los últimos restos del poderío turco en la península. Las relaciones entre el Imperio austro-húngaro y Serbia, construidas sobre años de rivalidades y sospechas, se volvieron cada vez más difíciles en la medida en que los dos países luchaban por mantener su influencia en los Balcanes. Austria-Hungría se anexó Bosnia en 1908.
En 1914 hacía tiempo que Croacia había perdido ya su independencia. Eslovenia todavía no había conseguido ser un Estado independiente (nunca lo fue, perteneció alternativamente a Italia y Alemania) y el Reino de Serbia -que se había independizado de los turcos en 1815- era una tentación para la Rusia imperial de los zares. Viena tenía aspiraciones anexionistas hacia Belgrado (en 1908 le había quitado a los otomanos la Bosnia Herzegovina) y el príncipe heredero de la corona austro-húngara, el archiduque Francisco Fernando (1863-1914), pensaba que la única manera de pacificar los Balcanes era incorporando Serbia al Imperio, con lo cual la mayor parte de los eslavos de la península quedaría integrada dentro de una misma entidad política, acabando así con las luchas y reivindicaciones territoriales.
Una organización secreta llamada La Mano Negra planificó, en 1914, un atentado contra el príncipe durante una visita que este realizaría a la ciudad de Sarajevo. El 28 de junio de 1914, cuando Francisco Fernando cayó en Sarajevo (capital de Bosnia), Viena le mandó un ultimátum a Belgrado exigiéndole una serie de condiciones que convertían al país casi en un protectorado austro-húngaro.
Aunque la mayoría de las demandas fueron aceptadas por los serbios, un mes más tarde del asesinato los austríacos lo mismo les declararon la guerra y al día siguiente su artillería bombardeó la ciudad de Belgrado. Rusia acudió en defensa de su aliado eslavo y entró en la guerra en contra de Viena. Alemania, que veía con desconfianza el poderío ruso, respaldó con las armas a Austria-Hungría. Francia, que había firmado un acuerdo con Serbia, movilizó sus tropas en apoyo de Belgrado. Las tropas de Berlín, entonces, invedieron Bélgica para marchar contra los franceses y eso obligó a los ingleses a entrar en la contienda en defensa del gobierno neutral de Bruselas (Inglaterra también luchaba junto a Serbia). Comenzaba de esa manera la I Guerra Mundial. En octubre de ese mismo año la revolución bolchevique se apoderó del gobierno en Rusia y cuando la guerra terminó, en 1918, con la derrota de los alemanes, los turcos (que también respaldaron a Austria Hungría), y los austríacos, el mapa de Europa -y de los Balcanes- había cambiado por completo.
A pesar de su derrota en 1915, los serbios obtuvieron una enorme recompensa cuando en 1918, a fines de la I Guerra Mundial, se estableció el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos después de la derrota de Austria-Hungría. Aunque no constituían la mayoría, eran el principal grupo étnico y como tal dominaron el gobierno.
Desmembrado el Imperio Austro-húngaro, los eslavos quedaron librados a su propia suerte política. En diciembre de 1919 el rey serbio Pedro I fue proclamado soberano de Serbia, Croacia y Eslovenia.
En 1929, el rey Alejandro I (1888-1934) le dio el nombre de Yugoslavia al reino, que significa "país de los eslavos del sur" y lo dividió en nueve condados de acuerdo con la geografía y no con la raza. Su intención de crear un sentimiento nacional y de unidad fracasó y Yugoslavia siguió siendo un conjunto de culturas rivales muy diferentes hasta que Alejandro fue asesinado en 1934.
Desde el principio, los serbios tuvieron un papel dominante en el nuevo Estado. Serbia no sólo anexó su territorio otros pueblos eslavos menores, sino que todo el poder efectivo quedó en sus manos. En 1921 la mayoría serbia dictó una constitución autoritaria que apenas disimulaba el proyecto de la creación de una Gran Serbia en los Balcanes. Como el Parlamento se convirtió en el centro de todas las tensiones, el gobierno prohibió los partidos políticos de la oposición y de las nacionalidades, especialmente el Comunista y el Partido Campesino croata. También segregó drásticamente a las minorías no eslavas.
El 20 de junio de 1928, un diputado montenegrino disparó contra el líder parlamentario de los croatas matándolo. El rey Alejandro (que había asumido el trono en 1921) suprimió entonces el Congreso y promulgó una nueva Constitución, aún más absolutista que la anterior. Eso dio como resultado la aparición de organizaciones terroristas armadas hostiles al nacionalismo de la Gran Serbia. El 9 de octubre de 1934, un terrorista macedonio asesinó al rey yugoslavo Alejandro y al ministro de Relaciones Exteriores de Francia Louis Barthou.
En 1935, para aplacar a los sediciosos croatas, el gobierno firmó un concordato con el Vaticano que pudo a la Iglesia Católica en un pie de igualdad con la Ortodoxa. Entonces fueron los serbios quienes protestaron y quemaron decenas de templos católicos en todo el país. Una nueva medida conciliadora le otorgó a Croacia una limitada autonomía política. Eso, sin embargo, no consiguió frenar el accionar de la cada vez más poderosa Ustacha, cuyo objetivo era obtener independencia de Croacia a cualquier precio. Lo conseguiría fugazmente durante la II Guerra Mundial, uniéndose a la Alemania nazi.
El 10 de abril de 1941, cuando la aviación de Hitler bombardeaba Belgrado, los ustachis tomaron el poder en Zagreb y proclamaron el Estado Nacional Croata, que abarcaba todos los territorios del antiguo Reino de Croacia y Eslavonia. El día 15, el abogado Ante Pavelich fue nombrado jefe de gobierno e impuso una dictadura de orientación nazi. El 23 anexó Bosnia Herzegovina y dividió en dos a Eslovenia, cedió a Alemania una parte y otra a Italia, incluyendo la ciudad de Lujbljana y la zona costera de Dalmacia. También Montenergro pasó a ser un protectorado de Roma, mientras que en Macedonia quedó bajo el dominio de Albania, aliada a las potencias del Eje. Yugoslavia había desaparecido una vez más.
Durante la II Guerra Mundial, Yugoslavia fue invadida por tropas alemanas y repartida entre Alemania, Italia y Bulgaria. Cruentas luchas se desarrollaron en la guerra civil de 1941-1945 entre los fascistas croatas proclives a Alemania y los serbios. Los alemanes llevaron a cabo más masacres en respuesta a la resistencia armada de los realistas "chetniks", antiguos soldados yugoslavos, y los guerrilleros comunistas liderados por Tito. Al principio, los chetniks y los comunistas lucharon uno al lado del otro, pero luego se enfrentaron uno contra otro, mientras seguían combatiendo a los alemanes. Las semillas del profundo odio entre los serbios y los croatas quedaron sembradas en la II Guerra Mundial, cuando muchos serbios, judíos, gitanos, y otros grupos étnicos murieron en campos de exterminio.
El ejército soviético liberó a Yugoslavia de la ocupación alemana en 1944 y en 1945 Tito estableció una república comunista, la República Socialista Federal de Yugoslavia. Al finalizar la guerra, toma el poder. En un plebiscito, con el 90% de los votos a favor, nace la Federación. La consiguiente alianza entre Yugoslavia y la Unión Soviética no fue fácil. Los esfuerzos de Tito por construir en el decenio de 1940 una federación balcánica, independiente de la influencia soviética, fueron vistos por la Unión Soviética como una amenaza a su base de poder en la región. El retiro de su ayuda económica con la esperanza de derrotar a Tito no tuvo éxito. Yugoslavia siguió su propio camino y Tito permaneció en el poder hasta su muerte, en mayo de 1980.
Su incuestionable autoridad mantuvo a raya las tensiones étnicas que la II Guerra Mundial había reforzado, pero no las eliminó.
En cuanto a la prosperidad económica durante la Guerra Fría, tomó una posición estratégica como país no alineado, con esto Yugoslavia logra atraer las inversiones occidentales.
La aprobación de una nueva Constitución en 1974 fue un paso hacia un liderazgo compartido e igualitario. Una presidencia estatal de nueve miembros, uno por cada una de las seis repúblicas y dos por las provincias autónomas, con Tito a la cabeza, no satisfizo las demandas serbias por una mayor participación en el poder.
La compleja y turbulenta historia de la península balcánica creó un clima de hostilidad y desconfianza entre las distintas comunidades étnicas y religiosas que la conforman. Sólo un hombre pudo mantener efectivamente unida a la Federación Yugoslava, Josip Broz (1892-1980), conocido como el mariscal Tito. Durante su liderazgo, entre 1945 y 1980, Yugoslavia, como Estado comunista, tuvo un único período cohesionado dentro de la compleja historia de la región. Transcurridos sólo diez años de su muerte, los países que formaban la antigua Yugoslavia estaban embarcados en una cruenta guerra civil.
La introducción de reformas políticas y económicas después de la muerte de Tito (1980) se vio obstaculizada por la descentralización del gobierno; se introdujo una presidencia colectiva, que continuó la política del fallecido líder. En 1989, asume como presidente de la República Federal de Yugoslavia Solobodan Milosevic, quien reduce la autonomía de Kosovo e impulsa la idea de hacer el país una Gran Serbia, agitando a las minorías serbias en las demás Repúblicas. Eslovenia y Croacia efectuaron elecciones multipartidistas en 1990 y eligieron asambleas republicanas no comunistas.
Serbia, bajo la presidencia de Slobodan Milosevic, se resistió a ello, temiendo que el cambio amenazara a los 700.000 miembros de las comunidades serbias de Croacia y Bosnia-Herzegovina. Poco después que Eslovenia y Croacia declararon su independencia en 1991, estalló la guerra civil.
Los combates en territorio esloveno siguieron hasta julio de ese año cuando Eslovenia suspendió su declaración de independencia por tres meses y, en contrapartida, se retiró el ejército federal yugoslavo. Pero la lucha continuó en Croacia.
Una sucesión de altos al fuego entre serbios y croatas durante 1991 fueron violados sistemáticamente. En 1992 la Comunidad Europea reconoció la independencia de Croacia y Eslovenia. No obstante, el presidente serbio Slobodan Milosevic seguía con la idea de crear una nueva Yugoslavia que no incluyera Croacia ni Eslovenia. Esta idea no contó con la aprobación de Bosnia Herzegovina ni de Macedonia.
Los serbios de Bosnia boicotearon el intento de independencia de ese Estado. Los milicianos serbios, apoyados por el ejército federal yugoslavo, atacaron Sarajevo, la capital de Bosnia y la guerra se extendió por todo el país.
En 1992, Serbia y Montenegro proclamaron la nueva República Federal de Yugoslavia. Los combates siguieron en Croacia y la guerra civil avanzó en Bosnia Herzegovina. Allí, se enfrentaron serbios, croatas y musulmanes y se cometieron crímenes similares a los de la II Guerra Mundial.
En 1995 comenzó el cese de hostilidades y se firmó un tratado de paz, Un año después la paz quedó establecida. En 1993, Zoran Lilic fue elegido presidente de la nueva Yugoslavia. Pero Slobodan Milosevic siguió siendo una figura muy poderosa con grandes influencias políticas.
Nuevamente en la cima del poder, Milosevic, durante la crisis económica de la posguerra fría, de acuerdo al crecimiento de los mercados emergentes en Europa del Este y su discurso nacionalista interrumpieron el flujo de capitales extranjeros.
Este año tuvo lugar una guerra sin igual (de menos intensidad que la de Bosnia), en donde Milosevic, con su política nacionalista, hizo que las minorías serbias de toda Yugoslavia se alzaran contra todo lo "extraño", es decir, se amotinaran contra los demás hombres de otra etnia que no sea la suya, iniciando un proceso llamado "Limpieza étnica". El conflicto se agudizó en Kosovo, donde ya había antecedentes de ataques de serbios: la minoría serbia de Kosovo (se estima un 10%) empezó a violentarse muy abruptamente con los albanokosovares (90% de los habitantes). Esto hizo que rápidamente el conflicto trascendiera a nivel internacional.
EL CONFLICTO
Yugoslavia sufrió una fuerte crisis económica durante los años 70 y 80. Este hecho acentuó las importantes tensiones internas entre un norte enriquecido (Eslovenia y Croacia), un sur empobrecido (Montenegro, Kosovo y Macedonia) y un centro a medio camino de uno y otro extremo (Bosnia-Herzegovina y Serbia).
Las tendencias nacionalistas se fueron reforzando durante la década de los 80 y se fundamentan en una profunda reacción popular contra la uniformidad que, desde Belgrado, se pretendía imponer en ámbitos políticos y culturales con preponderancia del idioma y cultura Serbios.
La entrada de Slobodan Milosevic en la escena política fue uno de los momentos clave de desestabilización de la federación. Milosevic era discípulo de Stambolic, y de hecho ocupó la presidencia del Partido cuando Stambolic se convirtió en Presidente de la República, el año 1986. Después se convirtió en su principal rival político. Milosevic abogaba por un partido controlador el estado y nacionalista. A lo largo de 1988 desencadenó un movimiento popular a través de manifestaciones y actos públicos que se caracterizaban por constantes alusiones a afrentas históricas sufridas por la población serbia, exaltaciones de patriotismo y gritos a favor de la unidad del pueblo serbio.
Una de las primeras acciones de Milosevic fue comenzar una campaña para la eliminación del estatuto de autonomía en Kosovo y Vojvodina. Las respuestas no se hicieron esperar, sobre todo en Kosovo, donde centenares de personas salieron a la calle y fueron apaleadas brutalmente por la policía serbia. Al mismo tiempo, Milosevic inició una dura persecución contra los medios de comunicación independientes.
Entretanto, la tensión en Kosovo iba en aumento. Entre febrero y marzo de 1989, las manifestaciones en Kosovo provocaron más de 31 muertos y el ejército federal se desplegó sobre el territorio kosovar. De este modo se impuso la brutalidad, la prohibición de manifestaciones, la amenaza a líderes políticos locales, y la represión sobre los medios de comunicación y las instituciones educativas. En marzo de 1989, Kosovo y Vojvodina se convirtieron en partes orgánicas de Serbia.
Las elecciones republicanas de 1990 pusieron de manifiesto la ruptura de la homogeneidad política heredada de la época de Tito, otorgando a los líderes políticos de las repúblicas un gran protagonismo, en detrimento del gobierno federal yugoslavo.
En Eslovenia, por ejemplo, para protegerse de los movimientos que estaba iniciando Milosevic, el parlamento aprobó una Constitución Eslovena, según la cual se atribuía soberanía legislativa. Según esta Constitución, las leyes eslovenas tenían preeminencia sobre las estatales, al tiempo se explicitaba el derecho a su secesión del resto del estado yugoslavo.
El hecho de que la mayoría de los nuevos presidentes y gobiernos de las repúblicas tuviesen ideas nacionalistas, puso en guardia a aquellas poblaciones que eran de una nacionalidad minoritaria en algunas repúblicas. En la región croata de Kniin, por ejemplo, donde la población, mayoritariamente serbia se había organizado en el Partido Democrático Serbio (SDS), y donde triunfó el partido nacionalista croata HDZ, los líderes más extremistas de SDS, que estaban en estrecha relación con Milosevic, siguiendo órdenes suyas iniciaron una campaña dirigida a extender la sensación de peligro entre la población serbia, haciéndoles creer que el estado croata los quería eliminar.
En febrero de 1991, ante la oposición serbia a cualquier opción federal, Eslovenia y Croacia reclamaron la conversión del estado federal en una confederación de estados libres e independientes. En este sentido, hay que recordar que tanto los EUA como la UE, rechazaron en principio cualquier intento de aparición de nuevos estados y dieron apoyo a la posición del gobierno serbio.
La decisión de Eslovenia de independizarse en junio de 1991, comportó la entrada del Ejército Popular Yugoslavo, controlado desde Belbrado. La poca presencia de población servia al territorio esloveno, la lejanía de la capital serbia y la relativamente buena preparación de las unidades de defensa republicana, fueron algunos de los elementos que motivaron la rápida retirada de las tropas federales yugoslavas tan solo diez días después de entrar.
La independencia de Croacia, proclamada el mismo día que la de Eslovenia, abrió un conflicto interétnico entre la mayoría croata y la minoría serbia. Los dirigentes de las comunidades serbias en Croacia (Krajina, Eslabona y Banija), no aceptaron la desvinculación de la federación yugoslava por parte de Croacia. Se constituyeron milicias irregulares serbias que comenzaron a atacar con eficacia a las fuerzas de policía croata, “liberando” los territorios en que vivían las poblaciones serbias. Uno de los momentos más significativos de la guerra croato-serbia fue es asedio de más de tres meses a la ciudad de Vukovar, que puso de manifiesto por primera vez que el Ejército Popular Yugoslavo fundamentaba la guerra en la práctica de la limpieza étnica, respondiendo de modo directo a las órdenes del gobierno de Milosevic.
También hay que tener en cuenta que las unidades militares croatas habían practicado la limpieza étnica con la población serbia, en parte por represalias, en parte para constituir un estado-nación étnicamente puro. Las autoridades croatas, bajo la presidencia de Tudjman, no se habían preparado adecuadamente para librar un conflicto armado de estas características. Esto les permitió presentarse ante la opinión pública como las víctimas de la agresión serbia.
La guerra duró hasta enero de 1992, con un acuerdo de alto el fuego en el marco de la Conferencia de la Haya.
La guerra a Bosnia-Herzegovina llegó precedida de tres acontecimientos que resultaron clave en su desarrollo. Primero, a finales de 1991, el Ejército Popular Yugoslavo (EPI) cambió radicalmente su misión, y pasó de defender los ideales de una yugoslavia unida, a convertirse en agente del nacionalismo de la Gran Serbia. Segundo, la guerra de 1991 en Croacia reforzó a los extremistas serbios y croatas en el interior de Bosnia, mientras que debilitó la fortaleza de las personas que esperaban poder conservar la multietnicidad dentro del estado de Bosnia-Herzegovina. Y tercero, la pasividad y falta de coordinación de la diplomacia internacional.
En Bosnia-Herzegovina los tres principales partidos ganadores de las elecciones de 1990 gobernaban de forma teóricamente conjunta. Una de las primeras tareas del nuevo ejecutivo fue la de discutir posibles vías de futuro para Bosnia-Herzegovina. La representación musulmana del SDA y croata del HDZ estaban a favor del derecho a la autodeterminación y eran favorables a la independencia. La representación mayoritariamente servia del SDS estaba claramente en contra.
El presidente Izetbegovic había declarado que “elegir entre Tudjman y Milosevic era como tener que escoger entre un tumor cerebral y una leucemia”, y que Bosnia se mantenía neutral entre Croacia y Serbia en la guerra entre estas dos repúblicas. Radovan Karadzic, consideró esta declaración como una acto antiserbio, y el SDS comenzó a boicotear las instituciones bosnias.
Otro argumento de Karadzic para deslegitimar a Izetbegovic fue los habituales contactos del presidente bosnio con los países islámicos, y acusarle de querer construir un estado islámico.
Sarajevo tenía cada vez más sospechas de que Belgrado y Zagreb estaban pactando la partición de Bosnia a sus espaldas. La presidencia Bosnia advirtió que eso podría provocar una guerra civil y reclamó al Ejército Popular Yugoslavo que defendiese Bosnia.
La reacción de Belgrado fue manifestar su decisión de ayudar a la población serbobosnia a defender su derecho a no independizarse del resto de Yugoslavia. En enero de 1992 Milosevic dio una orden secreta según la cual todos los oficiales del ejército federal que hubiesen nacido en Bosnia debían ser trasladados a su república natal, mientras que oficialmente anunciaba la retirada del Ejército Federal Yugoslavo del territorio Bosnio. De este modo, la mayoría de oficiales yugoslavos que se quedaron en territorio bosnio eran, de hecho, serbobosnios.
La política de propaganda serbia alertando de la posibilidad que la población serbia sería perseguida en el caso de que la independencia se hiciese efectiva, tuvo los efectos movilizantes esperados. También por parte de Zagreb se levantaron diversas voces de alerta, avisando a la población croatobosnia.
En 1992 se celebró un referéndum, organizado por el gobierno bosnio, en el que se pedía a la población bosnia que decidiese si quería continuar formando parte de la federación yugoslava, o bien prefería pertenecer a un estado independiente que no estuviese bajo el control de Belgrado, con un resultado del 99% a favor de la secesión. Hay que tener en cuenta que el SDS de Karadzic prohibió a la población serbobosnia que fuese a votar, afirmando más tarde que ellos no había aceptado una Bosnia independiente. El mismo día que se hicieron públicos los resultados, miembros de las fuerzas paramilitares serbias construyeron barricadas y establecieron bases de francotiradores alrededor de los edificios del parlamento de Sarajevo.
El 18 de marzo, los tres líderes bosnios (Karadzic, Klujic y Izetbegovic) llegaron a un acuerdo en Sarajevo según el cual Bosnia se dividiría en tres entidades autónomas, que posteriormente fue rechazado por la imposibilidad de hacer una división de forma que no hubiese miles de personas insatisfechas con el resultado. El 27 de marzo, los líderes serbio proclamaron la República de Bosnia-Herzegovina y se declararon leales al estado de todos los serbios de Yugoslavia.
Finalmente la comunidad internacional decidió reconocer el nuevo estado de Bosnia-Herzegovina, y permitir su entrada en la ONU. Este reconocimiento puso en un compromiso al ejército de la recién proclamada República Federal Yugoslava (que ahora solo agrupaba a Serbia y Montenegro), y fue la excusa utilizada por parte de las autoridades serbias para comenzar la guerra.
La estrategia utilizada por el Ejército Popular Yugoslavo en Bosnia, era similar a la utilizada en Croacia: primero ocupaban el territorio bosnia para abandonarlo seguidamente a manos de las milicias irregulares serbias, que eran quienes practicaban la “limpieza étnica”.
Las ciudades fueron el principal punto de mira de las agresiones serbias ya que allí era donde se daban las concentraciones más importantes de población bosniomusulmana.
La presión de la comunidad internacional obligó a las autoridades de Belgrado a retirar al ejército federal del territorio bosnio. La retirada de los soldados y oficiales yugoslavos (serbios) no bosnios fue precedida de la constitución de un ejército propio de la República serbia de Bosnia-Herzegovina, bajo las órdenes de Ratko Mladic.
En 1994, cuando las relaciones entre Milosevic y Karadzic se enfriaron, éste último utilizó la presencia en territorio bosnio de unidades militares que habían formado parte del antiguo ejército federal para acusar a Milosevic de provocar una guerra de invasión sobre Bosnia. Por su parte, Milosevic también intentó lavarse las manos alegando que él ya había retirado sus fuerzas armadas y que las que se habían quedado en Bosnia era responsabilidad única de Karadzic. De esta forma, ambos reconocieron que las unidades militares serbias habían cometidos brutales atrocidades, pero se culpabilizaban mutuamente de las responsabilidades políticas de estas acciones.
Hay que recordar la gravedad extrema de los crímenes perpetrados por las tropas serbobosnias en diversas zonas del territorio bosnio. Según consta en documentación oficial del Tribunal de la Haya, en el auto contra Karadzic y Mladic, aún en paradero desconocido: “En la municipalidad de Prijedor, el 88% de una población musulmana de 49.000 personas fue muerta o deportada. En Prijedor, Foca..., la población no serbia, en su día mayoritaria, fue sistemáticamente exterminada o expulsada por la fuerza o la intimidación. Los campos de internamiento de estas poblaciones expulsadas fueron escenario de terribles atrocidades: formas de agresión sexual particularmente degradantes para las mujeres, así como castraciones de hombres, algunas veces realizadas bajo coacción por uno prisioneros a otros, fueron también practicada. La violación de mujeres, buscando el embarazo de las víctimas, tuvo carácter sistemático dentro de la vasta operación de limpieza racial desarrollada en aquella zona desde 1992.
En cuanto a la masacre de Srebrenica, esta ciudad y su territorio circundante constituían una de seis “áreas seguras” designadas por la ONU para que la población civil bosnia pudiera refugiarse en ellas sin temor a ser hostilizada por las tropas serbobosnias. El General Mladic, despreciando esta limitación humanitaria impuesta por la comunidad internacional, invadió la ciudad y el área supuestamente protegida ante la imperdonable pasividad del contingente holandés de cascos azules encargado de garantizar dicha seguridad. A continuación reunieron a la población bosnia musulmana y procedieron a seleccionar a todos los hombre en supuesta edad militar, conducidos en camiones y autobuses a una serie de puntos previamente seleccionados (instalaciones deportivas, viejas fábricas abandonadas), fueron fusilados en masa, en número imposible de determinar pero que las distintas estimaciones sitúan entre 7.000 y 10.000.
Más de dos millones de personas de Bosnia y Herzegovina se convirtieron en refugiados o en personas internamente desplazadas durante el conflicto iniciado en 1992. Desde el 14 de diciembre de 1995, cuando las partes del conflicto firmaron el denominado Acuerdo Marco General para la Paz en París, sólo 250.000 han podido regresar, y lo han hecho casi exclusivamente a zonas donde la mayoría de la población es de su misma nacionalidad.
Las personas que han regresado, musulmanes bosnios en su mayoría, lo han hecho, por iniciativa propia, a zonas de la Federación de Bosnia y Herzegovina (la Federación) donde casi toda la población actual es musulmana, no a las casas que habitaban en la entidad ahora controlada por los serbios de Bosnia, la República Srpska. Unos 60.000 serbios de Bosnia huyeron del extrarradio de Sarajevo o fueron obligados a marcharse de allí cuando la República Srpska cedió esta zona a la Federación entre febrero y abril de 1996. Según informes, a mediados del año eran menos de 1.000 los que habían regresado ya a sus casas.
Las partes firmantes del acuerdo de paz la República de Bosnia y Herzegovina, la Federación y la República Srpska (las dos últimas representadas parcial o totalmente por las
repúblicas de Croacia y Serbia) reconocieron el derecho de los refugiados y de los desplazados a volver a su lugar de origen y se comprometieron a garantizar su regreso sin riesgo de hostigamiento, intimidación, persecución o discriminación. Este compromiso no se ha cumplido. En el acuerdo de paz se estableció el mandato de una fuerza militar para el mantenimiento de la paz la Fuerza de Aplicación (IFOR), sustituida en diciembre de 1996 por otra más pequeña, la Fuerza de Estabilización (SFOR) bajo el mando de la OTAN, así como el de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) (esta última proporcionó observadores de derechos humanos y participó en la organización y vigilancia de las elecciones) y el de un Alto Representante de la comunidad internacional encargado de vigilar y coordinar la aplicación de los aspectos civiles del acuerdo de paz.
Como hemos visto antes, los conflictos en Kosovo ya se había iniciado en 1989 cuando Milosevic le quitó su estatus autónomo por razones nacionalistas, pero la crisis alcanzó una extrema gravedad durante 1998.
Entre 1989 y 1998 políticos y ciudadanos kosovares mantuvieron nueve años de luchas pacíficas reclamando el restablecimiento del estatuto. La resistencia pacífica de la población fue combatida por las autoridades serbias.
Ello provocó que las reivindicaciones cambiasen de la petición de autonomía a la de independencia y que un reducidísimo grupo de albano-kosovares crearan un grupo de resistencia armada contra el estado, conocido como el Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), o Ushtria Clirimtare e Kosoves (UCK) en albanés. Desde principios de 1998, el ELK había realizado algunos ataques contra la policía y albano-kosovares considerados colaboradores del gobierno, aunque no disponía de un especial apoyo entre la población civil.
A fines de febrero y primeros de marzo de 1998, fuerzas especiales de la policía atacaron tres pueblos en la región de Drenica. Según informes independientes por lo menos se ejecutaron diecisiete personas después de haber sido detenidos o de haberse rendido.
Esta situación fue el detonante del conflicto de Kosovo. Millares de albano-kosovares que habían sido hasta entonces seguidores de la política de no violencia de Ibrahim Rugova decidieron unirse al ELK. En los meses siguientes, el ELK tomó el control de aproximadamente un 40 por ciento del territorio de Kosovo.
El gobierno serbio empezó una ofensiva de gran escala contra el ELK a mediados de mayo, unos días después de que Milosevic aceptara la petición americana de reunirse con Rugova. La policía especial junto con el Ejército de Yugoslavo atacó una cadena de pueblos y aldeas a lo largo de la frontera con Albania en el oeste, en un claro intento de despoblar la región.
Se bombardearon muchos pueblos desde Pec en el norte a Dakovica en el sur mientras los civiles estaban todavía presentes. Quince mil personas huyeron a Albania, y se estimó en 30,000 los que pasaron por el norte a Montenegro.
La primera ofensiva mayor del ELK empezó el 19 de julio cuando intentó capturar la ciudad de Orahovac. La ofensiva falló y la policía volvió a capturar la ciudad después dos días. En la lucha murieron al menos cuarenta y dos personas.
Las fuerzas gubernamentales intensificaron su ofensiva a lo largo de julio y agosto, a pesar de promesas de Milosevic de que había sido detenida. A mediados de agosto, el gobierno había vuelto a tomar mucho del territorio que había sido ocupado por el ELK, incluida su plaza fuerte de Malisevo. Incapaz de proteger a la población civil, el ELK se retiró a Drenica y a algunas bolsas en el Oeste.
Algunas de las peores atrocidades ocurrieron a finales de septiembre, cuando la ofensiva del gobierno estaba acabándose. La ofensiva gubernamental era un esfuerzo claro por aplastar el apoyo civil a los rebeldes. Las fuerzas gubernamentales atacaron a los civiles, destruyeron sistemáticamente los pueblos, y obligaron a miles de las personas a huir de sus casas. Un ataque en agosto cerca de Senik mató a diecisiete civiles que estaban escondidos en los bosques. Se vió a la policía saqueando casas y destruyendo pueblos abandonados, quemando cosechas, y sacrificando los animales de las granjas.
Entre los meses de octubre y enero y a pesar de los reiterados llamados de los organismos internacionales al repliegue de las tropas de la policía y del ejército yugoslavo según lo acordado, las tropas gubernamentales no sólo no disminuyen en número sino que acumulan cada vez más efectivos en Kosovo, realizando continuamente operaciones tendentes a destruir las aldeas de regiones enteras, aplicando la política de "tierra quemada" o "limpieza étnica" y provocando marcha forzosa de sus hogares de miles de civiles indefensos
El pasado 15 de enero, en la colina de Bebush en la parte occidental de Racak, verificadores de la OSCE y periodistas, descubrieron los cadáveres de 23 albaneses de diferentes edades, incluidos niños y mujeres. Más tarde se descubrieron más cuerpos hasta sumar un total de 45 víctimas.
El Washington Post publicó el 27 de enero que se habían interceptado conversaciones telefónicas en las que se demostraba como la matanza de Racak fue planeada y ordenada por dos ministros yugoslavos, concretamente Nikola Sainovic, primer ministro adjunto serbio, y el ministre del Interior, el general Sretren Lukic.
La OTAN advirtió al presidente de Yugoslavia, Slodovan Milosevic, que detuviera su ofensiva y le propuso una solución que incluía una autonomía kosovar limitada y la entrada de tropas a Yugoslavia como garantes de la paz. Las conversaciones fracasaron: la parte rebelde aceptó la propuestas, pero la serbia rechazó la presencia de las fuerzas aliadas en su territorio
Como resultado, la OTAN decidió atacar objetivos serbios en toda Yugoslavia, incluyendo a la capital de la provincia de Kosovo, Pristina.
Tras 78 días de bombardeos de la OTAN, negociaciones en los diversos frentes y el éxodo masivo de albano-kosovares, llegó la paz a la región de Los Balcanes. Mediante la firma del tratado de paz, se acordó la retirada de las fuerzas yugoslavas de la provincia serbia de Kosovo, el fin de los ataques y la entrada de 50.000 efectivos multinacionales (KFOR) para resguardar la paz en la zona durante 12 meses.
Esta fuerza militar tenía que vigilar el regreso a sus hogares de alrededor de un millón y medio de albanokosovares que fueron expulsados de la zona por fuerzas serbias durante este conflicto, según cifras de la ONU, así como velar por la seguridad de los civiles serbios que viven en Kosovo, para que estos no sean víctimas de la venganza albanokosovar.
EL TRIBUNAL: MIEMBROS, COMPOSICIÓN, FUNCIONAMIENTO. DERECHO APLICABLE
Ante las atrocidades cometidas en ciertos conflictos recientes, se ha tomado en el seno de las N.U. la iniciativa de crear tribunales penales internacionales “ad hoc”, encargados de juzgar conductas individuales que constituyan violaciones graves y flagrantes de principios y reglas internacionales de carácter taxativo, que tienen como único antecedente los Tribunales de Nüremberg y Tokio, con razón de los crímenes cometidos durante la Segunda Guerra Mundial.
Así, en 1993 se decide crear con carácter excepcional y no permanente, el Tribunal internacional para el enjuiciamiento de los presuntos responsables de violaciones graves de derecho internacional humanitario cometidas en el territorio de la ex Yugolavia. Su creación se produce como consecuencia de los incesantes informes de violaciones de ese tipo en el marco del conflicto armado que venía desarrollándose en dicho territorio desde 1991.
En este sentido el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adopta una serie de resoluciones en las que condena aquellas violaciones y toma medidas como la de solicitar de los Estados y de las organizaciones humanitarias internacionales la puesta a disposición del Consejo de información corroborada de las violaciones graves del Derecho internacional humanitario, y pedir al Secretario General el establecimiento de una comisión de Expertos que se encargue de examinar y analizar la información requerida.
Según el Estatuto del Tribunal, su competencia abarcará el territorio de la ex República Federal Socialista de Yugoslavia; un período que comienza el 1 de enero de 1991, y podrá conocer de las violaciones graves del derecho internacional humanitario: violaciones graves de los Convenios de Ginebra relativos a la protección de las víctimas de los conflictos armados, de 1942; la violación de las leyes o usos de la guerra, determinados en la Convención IV de la Haya, de 1907; el genocidio, establecido en la Convencón para la prevención y la sanción del delito de genocidio, de 1948; y los crímenes contra la humanidad, definidos en el Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nüremberg, de 1945.
La responsabilidad penal individual se recoge en el art. 7 del Estatuto del Tribunal, que afirma que “la persona que haya planeado, instigado u ordenado la comisión de alguno de estos crímenes o lo haya cometido o haya ayudado en cualquier otra forma a planearlo, prepararlo o ejecutarlo, será individualmente responsable de ese cargo, ya sea Jefe de Estado, de Gobierno o funcionario responsable del gobierno”. Sin embargo, el hecho de que “el inculpado haya actuado en cumplimiento de una orden impartida por un Gobierno o por un superior”, aunque no le eximirá de responsabilidad penal, sí “podrá considerarse circunstancia atenuante si el Tribunal Internacional determina que así lo exige la equidad”.
Los delitos de los que se acusa a Milosevic, que son los antes mencionados, constituyen normas de ius cogens en el derecho internacional, por lo que tienen carácter imperativo, crean derechos para todos los estados de protestar contra su violación y exigir responsabilidad aunque no les afecte individualmente, y su violación grave constituye un crimen internacional. La responsabilidad que se establece para estos supuestos tiene su fundamento en la naturaleza y gravedad del crimen, ya que se comete sobre la población misma, por lo que afecta a la comunidad internacional en su conjunto.
El Tribunal Penal Internacional y los tribunales nacionales tienen competencia para juzgar los crímenes cometidos en la ex Yugoslavia pero el TPI tiene primacía sobre los tribunales nacionales, pudiendo actuar en procesos e investigaciones.
Las reacciones de partidarios y detractores no tardaron. Vojislav Kostunica calificó la medida como "anticonstitucional, ilegal y peligrosa". Kostunica cuestionó la legalidad de la decisión, recordando que la Constitución del país prohíbe la extradición de nacionales. Además, simpatizantes del ex presidente salieron a la calle para acusar de "fascista" y "dictador" al gobierno serbio, animados por el llamamiento del Partido Socialista Serbio.
El Tribunal Internacional está compuesto por los siguientes órganos:
a) Las Cámaras, esto es dos Cámaras de Primera Instancia y una Cámara de Segunda Instancia;
b) El Fiscal; y
c) Un Secretario común a las Cámaras y al Fiscal.
El número de miembros del Tribunal supera los mil, originarios de los más diversos países y presididos por el juez francés Claude Jorda. Los jueces son elegidos por un mandato de cuatro años, puediendo ser reelegidos. Estos adoptarán un régimen que regirá la fase previa a la audiencia, la audiencia y los recursos, la recepción de pruebas, la protección de víctimas y de testigos, y otros asuntos relativos al caso.
El tribunal consta de dos cámaras de tres jueces y una cámara de apelaciones de cinco. Las Cámaras están compuestas por 11 jueces independientes, de distintas nacionalidades, y de los cuales:
a) Tres ocupan un puesto en cada una de las Cámaras de primera instancia; y
b) Cinco ocupan un puesto en la Cámara de Apelaciones.
El Fiscal es responsable de la instrucción de los expedientes y del ejercicio de la persecución de los autores de graves violaciones del derecho internacional.
El Secretario es el encargado de asegurar la administración y los servicios del Tribunal Internacional.
El Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia ha acusado hasta la fecha a un centenar de personas.
La necesidad de un Tribunal Penal Internacional permanente, encargado de perseguir los crímenes cometidos contra los derechos humanos en cualquier parte del mundo, fue apoyada por Naciones Unidas en una reunión celebrada en julio de 1998 en Roma. Siete naciones se opusieron posteriormente a esta propuesta, entre ellas Estados Unidos, que temió que tal tribunal fuese un instrumento para juzgar a personal militar estadounidense.
IMPUTADOS Y ACUSACIONES
Hasta el momento, el TIPY ha inculpado oficialmente a 80 personas, en su mayoría serbias, pero además existe una lista de acusados que se mantiene en secreto, para evitar que los más buscados huyan o se escondan.
Medio centenar de acusados se encuentran en estos momentos a disposición del tribunal, de los que 44 están en el centro de detención de alta seguridad que Naciones Unidas tiene en la localidad de Scheveningen (cerca de La Haya) y seis han sido puestos en libertad provisional.
Entre los 30 prófugos de la justicia internacional se encuentran los dos presuntos criminales más buscados: el líder de los serbios de Bosnia, Radovan Karadzic, y su jefe militar, Ratko Mladic, contra los que pesan sendas órdenes de arresto internacional.
Hasta el momento, los magistrados han dictado 31 condenas con penas que varían entre los tres años y los 45 años del alto responsable del ejército croata Tihomir Blaskic; tres han sido declarados inocentes, cinco han tenido que ser liberados por falta de pruebas y tres han muerto antes de ser juzgados.
Una vez que las sentencias son firmes, los condenados cumplen su pena en las cárceles de alguno de los Estados miembros de Naciones Unidas que lo ofrecen y cumplen determinados requisitos. En la actualidad hay tres acusados cumpliendo sentencias en prisiones de Alemania, Finlandia y España y otros tres han sido ya puestos en libertad tras cumplir sus castigos.
Los cargos que se imputan a Slobodan Milosevic son los de crímenes contra la humanidad, y violaciones de las leyes o costumbres de guerra, en Croacia (1991-1995), Bosnia (1992-1995) y Kosovo (1998-1999). Además de violaciones graves de las Convenciones de Ginebra de 1949, en Bosnia y Croacia; y Genocidio, en el marco del conflicto Bosnio, la acusación más grave de todas, por la que podría ser condenado a cadena perpetua, que es el mayor castigo que puede dictar el TPIY.
En el proceso por Bosnia, se le imputan cargos también a cuatro de sus hombres más cercanos: el ex presidente serbio, Milan Milutinovic; el vice primer ministro, Nikola Sainovic; el ex jefe del ejército general Dragoljub Ojdanic, y el ex ministro de interior serbio, Vlajko Stojiljkovic.
El 1 de febrero de 2002, la fiscal jefe del TPIY, consiguió que la Sala de Apelaciones aceptara que las tres acusaciones, en razón de los diferentes conflictos, se presentaran juntas en un solo juicio, para facilitar la declaración de testigos y agilizar el proceso.
Genocidio
La competencia del Tribunal para juzgar a las personas responsables del delito de genocidio, se establece en el art. 4 de su Estatuto, y adopta la definición de este delito de lo establecido en el Convenio sobre Genocidio de 1948, que es la misma que se establece en el art. 607 de nuestro Código Penal de 1995, aunque más desarrollada en éste último.
Este delito, que en derecho internacional es calificado como un crimen contra la humanidad, está sujeto al principio de justicia universal, y constituye la más grave violación de los derechos humanos, ya que supone la negación a la existencia de un grupo humano.
El concepto de genocidio del art. 4 del Estatuto del Tribunal, incluye un elemento subjetivo del injusto, que consiste en que las acciones enumeradas en él se realicen con el propósito de destruir total o parcialmente un grupo nacional, étnico, racial o religioso. Analizándolo desde el punto de vista del derecho penal español, esto supone algo más que una mera motivación racial o xenófoba, que en su caso daría lugar a la aplicación del tipo de conducta con la agravante del artículo 22.1.
Se trata de un delito de resultado, aunque están también específicamente tipificados la conspiración, inducción, tentativa y complicidad para cometer estos actos.
Aunque el delito se perfecciona, en principio, cuando las conductas tipificadas se consuman respecto a uno de los miembros del grupo, hay que tener en cuenta que este delito suele tener un carácter eminentemente político, con sus especificaciones raciales o religiosas, y es normalmente cometido por instancias estatales, ya que requiere para su comisión estructuras de poder organizadas. Esto nos lleva a que el objeto del delito, como se describe en el tipo, es el grupo nacional, étnico, racial o religioso, que es el que se pretende destruir total o parcialmente, por lo que las víctimas serán normalmente un número más o menos elevado de personas, con unas características comunes. Por consiguiente, no se imputará un delito de genocidio por cada una de las víctimas, sino que se configura como un fenómeno global, siendo la víctima el grupo en sí, e imputándose un solo delito de genocidio por los actos que se enumeran en el precepto legal, cometidos sobre un determinado grupo de personas, con la finalidad de que dicho grupo desaparezca.
En el auto de acusación contra Milosevic, respecto al delito de genocidio en Bosnia, se le imputa la comisión o alternativamente la complicidad en dicho delito, y los hechos que se describen son los siguientes:
“Desde Marzo de 1992 hasta Diciembre de 1995, Slobodan Milosevic, actuando solo o en concierto con otros miembros de la empresa criminal conjunta, planeó, instigó, ordenó, cometió o si no incitó y ayudó planeando, preparando y ejecutando la destrucción, completa o en parte de los grupos religiosos, nacionales, étnicos o raciales Bosnio musulmán y Bosnio croata, en territorios dentro de Bosnia y Herzegovina [...]. La destrucción de estos grupos era efectuada a través de:
la matanza de miles de Bosnio musulmanes y Bosnio croatas, durante y después de tomar el poder sobre el territorio de Bosnia y Herzegovina. Miembros de estos grupos fueron específicamente apuntados para su ejecución, a menudo de acuerdo con listas pre-establecidas.
El asesinato de miles de Bosnio musulmanes y bosnio croatas en las instalaciones de detención.
Causar daño físico o mental serio a miles de bosnio musulmanes o bosnio croatas durante su encierro en las instalaciones de detención. Durante su interrogatorio en estas localizaciones, estaciones de policía y cuarteles militares, eran sometidos continuamente, o forzado a testimonio, de actos inhumanos, incluyendo asesinato, violencia sexual, tortura y golpes.
La detención bajo condiciones de vida calculada para causar la destrucción física parcial de esos grupos, a través de hambre, agua contaminada, trabajo forzado, cuidado médico inadecuado y asalto psicológico y físico constante”.
La imputación de este delito a Milosevic, como presidente de la República Serbia durante este período, se hace con base a la responsabilidad individual establecida en el artículo 7.1 y 7.3 del Estatuto del Tribunal.
Tomando como probados los hechos, la dificultad respecto a este delito estriba en la imputación objetiva del resultado a quien no ha sido el ejecutor material de las conductas típicas, y establecer que esto se realizó como consecuencia de un plan que tenía por finalidad el cumplimiento del elemento subjetivo del injusto, que es destruir a un determinado grupo.
Lo primero que hemos de tener en cuenta es que para llevar a cabo una “empresa” de tal magnitud, son necesarias grandes estructuras de poder organizadas y muy jerarquizadas, burocrática y militarmente, de tal forma, que desde que se planea u ordena el acto hasta que es efectivamente realizado, esta orden sigue una cadena de mando, en la que quien planea y da la orden, desconoce y no le importa quien la ejecutará, y éste tan solo “cumple órdenes”.
Por lo tanto, dentro de esta cadena, habrá que determinar la responsabilidad de cada uno de los miembros por los actos que lleve a cabo. Parece claro que Milosevic no realizó de propia mano ninguno de los delitos, por lo que para su imputación habrá que acudir a teorías de autoría mediata, inducción en cadena, responsabilidad por mando o la teoría de Roxin, del dominio del hecho.
Para la realización de los hechos descritos en el auto de acusación, es necesaria la cooperación, cuanto menos, de hombres de estado y líderes militares, con conocimiento de un propósito común.
En dicho auto aparecen nombres como Radovan KARADZIC, Presidente del Partido Democrático Serbio de Bosnia y Herzegovina durante todo el período de la acusación y elegido en 1992 miembro de la Presidencia de la autoproclamada república serbia de Bosnia y Herzegovina desde donde ordena y dirige o ejecuta el control eficaz sobre la defensa territorial, el ejército serbio bosnio (VRS) y las fuerzas de policía, quienes participan en el crimen especificado en esta acusación.
O MLADIC, oficial de carrera militar previamente destinado en Macedonia y Kosovo, que en mayo de 1992 asumió el mando de las fuerzas del distrito militar segundo del JNA en Sarajevo. Hasta 1996 fue comandante principal del VRS, donde, junto con otros, tenía en control eficaz, ordenando y dirigiendo el VRS y otras unidades que actuaban en la coordinación con el VRS que también participó en los crímenes especificados en esta acusación.
Desde 1987 hasta finales del 2000, Slobodan MILOSEVIC tenía el dominio de todas las facetas del gobierno serbio, incluyendo la policía y los servicios de seguridad de estados, por lo que debía controlar eficazmente a los sujetos antes mencionados, así como al resto que se incluyen en el auto de acusación, y a otros muchos no incluidos expresamente.
La responsabilidad de todos estos mandos, incluido MILOSEVIC, se basa en la división de funciones para la realización de distintas tareas que tomadas en conjunto facilitan la comisión del delito de genocidio.
Todos los actos descritos en el auto de acusación se realizan sobre un determinado grupo de población, el bosnio musulmán y croata, en diferentes focos o ciudades, y en el contexto de un sistema dictatorial de violencia y terror en nombre de una política de hegemonía ideológica.
Así dichos actos aislados, calificados como crímenes contra la humanidad, son la continuación por medios criminales de una política dirigida a la persecución de ciertos grupos religiosos, raciales o culturales, que para cumplir el elemento subjetivo del injusto de su destrucción, necesitan a alguien que organice o coordine las unidades que los llevan a cabo.
La responsabilidad de los líderes dentro de organizaciones jerárquicas está dada por la teoría de la autoría por medio del dominio del hecho en virtud de un aparato organizado de poder, cuyo escalafón más alto durante este período lo ostenta Slobodan MILOSEVIC.
En este organigrama, que muy a groso modo se podría corresponder con una cadena de mando, la responsabilidad aumenta a medida que nos alejamos de quien efectivamente realiza el hecho y nos acercamos a los puestos superiores que son quienes realmente tienen el dominio sobre él.
Al ser organizaciones en que intervienen muchas personas en diferentes puestos de la escala de mando, resulta difícil aplicar las estructuras normales de autoría y participación.
Si lo miramos desde el punto de vista de la autoría mediata, su estructura típica requiere que el instrumento ejecutor del acto sea inimputable, aspecto que no se cumple en estos casos, ya que el soldado que asesina o tortura a alguien conoce que está cometiendo un crimen y quiere hacerlo, aunque sea por la convicción de que está cumpliendo órdenes. No existe coacción ni engaño, sin embargo, su posición se ha de encuadrar dentro de un proceso global, a diferencia con los crímenes individuales, de tal manera que su figura puede ser sustituida en cualquier momento, es un elemento fungible, de forma que el que ha dado la orden puede confiar que se va a cumplir sin que tenga que conocer al ejecutor, si el no realiza el acto, lo hará otro, no resultando afectada la ejecución del plan global.
Desde el punto de vista de la inducción, ésta supone la causación mediante un influjo psíquico en otro de la resolución y realización por parte de éste de un determinado tipo penal. Pero en estos casos el inductor no tiene el dominio del hecho, pone la idea en la cabeza de quien pretende que ejecute el delito, pero solo puede confiar en que éste se lleve a cabo, no tiene el dominio.
Tomando como correcta la teoría del dominio del hecho, el problema que se plantea es si las órdenes y el plan de limpieza étnica sobre el territorio bosnio provenía directamente de Milosevic, o por el contrario, era Karadzic quien tenía el control sobre este territorio. Como hemos visto al hablar del conflicto, ambos reconocieron los crímenes llevados a cabo por las unidades militares serbias, pero culpabilizándose mutuamente, Milosevic alegaba que él ya había retirado sus tropas y que las que quedaban eran responsabilidad de Karadzic.
En cualquier caso, Milosevic ha declarado ante el juez de la Haya que financió aquellas campañas con fondos del estado serbio, por lo que de no ser considerado culpable del delito de genocidio, esto parece probar que sí lo sería de la otra acusación alternativa de complicidad en dicho delito.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que, al ser la instancia política superior, por encima de Karadzic, Milosevic tenía la posibilidad de poner fin a este tipo de acciones, y no lo hizo, aún teniendo conocimiento de ellas, por lo que en cualquier caso sería considerado culpable del delito de genocidio en comisión por omisión.
Esta responsabilidad se establece en el art. 7.3 del Estatuto del Tribunal: “El hecho de que cualquiera de los actos contemplados en los artículo 2 a 5 del presente Estatuto haya sido cometido por un subordinado, no libera su superior de su responsabilidad penal si sabía o tenía razones para saber que el subordinado se aprestaba a cometer este acto o ya lo hizo, y que el superior no tomó las medidas necesarias y razonables para impedir que dicho acto no fuera cometido, o para castigar a los autores”.
Crímenes contra la humanidad
El tipo del art. 5 del Estatuto tiene como presupuesto un conflicto armado, sea éste de carácter nacional o internacional.
El objeto de las acciones típicas es “cualquier población civil”, por lo que desaparece el elemento subjetivo del injusto del tipo de genocidio, y ahora la víctima puede ser cualquiera, con la salvedad de que pertenezca a las Fuerzas Armadas.
El problema que plantea este tipo en relación con el delito de genocidio, es la coincidencia de algunas acciones típicas, como el asesinato, tortura o exterminio, incluídas en ambos, con la diferencia del objeto o propósito de las acciones, al referirse unas a población civil, y las otras a un grupo nacional, étnico, racial o religioso.
Los cargos contra Milosevic respecto a delitos contra la humanidad incluyen:
El asesinato
Exterminación
Deportación
Encarcelamiento
Tortura
Persecuciones por motivos políticos, raciales o religiosos
Otros actos inhumanos
Referidas al auto de acusación contra Milosevic por Bosnia, en el que coinciden las acusaciones de genocidio y crímenes contra la humanidad, se incluyen respecto a los cargos de asesinato, tortura o exterminio hechos realizados contra población bosnio musulmana y bosnio croata:
“Respecto a las persecuciones: estas se realizan por discriminación de la afiliación política, raza o religión y consisten en el exterminio o asesinato de miles de civiles Bosnio musulmanes, bosnio croatas y otra población no serbia.
Exterminio y asesinato: matar a miles de bosnio musulmanes, bosnio croatas y otra población no serbia en sus ciudades y pueblos.
Tortura y causar grave sufrimiento: las condiciones de vida en las instalaciones de detención era brutal y caracterizada por el trato inhumano, hambre, trabajo forzado, cuidado médico inadecuado y asalto psicológico y físico sistemático, incluyendo tortura, palizas y asalto sexual”
Estos hechos son prácticamente idénticos a los descritos respecto al delito de genocidio, por lo que en mi opinión deberían ir referidos únicamente a otra población no serbia. El hecho que caracteriza el genocidio es precisamente la voluntad de acabar con un determinado grupo, por lo que se extiende a todas las acciones referidas a ese grupo concreto, sin distinción dentro de él entre unas personas u otras, por lo que todas las acciones referidas a estos incluyen el elemento subjetivo de su destrucción, y deben estar incluídas en el art. 4, dejando que los delitos contra la humanidad en este caso se refieran tan solo a estos mismos hechos, pero realizados con otra motivación distinta.
A estos efectos, también hay que tener en cuenta que cuando el art. 5 se refiere a población civil, el delito de genocidio también se realiza sobre población civil, con la única diferencia de la finalidad de su destrucción.
A partir de aquí, habrá que determinar si realmente las acciones típicas coinciden entre sí, en lo referente al asesinato, exterminio y torturas.
Mientras que el genocidio habla de matanza de los miembros del grupo, el art. 5 se refiere al asesinato de población civil. Para saber si realmente se está produciendo un “non bis in idem” respecto a los hechos antes descritos habrá que determinar si cuando el asesinato recoge el elemento subjetivo del injusto, realizándose también con el propósito de destruir a un grupo, éste se puede incluir dentro del delito de genocidio, o por el contrario cuando éste se refiere a matanzas, hay que entenderlo únicamente como asesinatos masivos en un único acto de miles de personas, que sería el caso, por ejemplo de las cámaras de gas nazis o los fusilamientos masivos. En mi opinión, aunque esta sea la distinción correcta, los asesinatos referidos a personas del grupo que se pretende destruir, aunque sean asesinatos aislados, deberían entenderse incluidos dentro del delito de genocidio, por forma parte del plan común que supone este hecho.
Otra acción que, en mi opinión, puede llevar a confusión a la hora de subsumir los hechos dentro de un tipo, es el exterminio, del art. 5 b), en relación con la acción descrita en el art. 4.2.c). Según la definición de exterminio que se da en el Estatuto de la Corte Penal Internacional, éste “comprende la imposición intencional de condiciones de vida, la privación del acceso a alimentos o medicinas entre otras cosas, encaminadas a causar la destrucción de parte de una población”. Esta definición coincide prácticamente con la del art. 4.2.c) con la única diferencia de que el exterminio se refiere a la destrucción de una población y el genocidio de un grupo nacional, racial, étnico o religioso.
Lo mismo sucedería en el caso de las torturas, por lo que como he dicho antes, todos estos hechos, al concurrir en la acusación con el delito de genocidio, y tratarse éste de un plan a gran escala sobre todo un territorio, los delitos contra la humanidad deberían reservarse a acciones sobre población que no entre dentro de este plan.
Respecto a la imputación de estos delitos, siguiendo la teoría del dominio del hecho, resulta más difícil su prueba que en el caso anterior. Si bien la limpieza étnica requiere la coordinación de una serie de acciones para llevarla a cabo, desde las más altas esferas de poder, los delitos contra la humanidad son acciones más puntuales que, aunque derivadas de ataques planeados a poblaciones, será más complicado determinar de donde provenía la orden concreta de realizar ciertas acciones dentro de ese ataque.
En el caso Bosnio, por ejemplo, habría que determinar la responsabilidad de Karadzic, Presidente de la República Serbia de Bosnia, y Mladic, quien tenía a sus órdenes el Ejército de dicha república, y si dichas órdenes de ataque provenían directamente de Karadzic, o era Milosevic quien tenía el control de estas operaciones.
En cualquier caso, respecto a la responsabilidad de Milosevic, aunque no pueda demostrarse su participación activa, sería responsable de comisión por omisión de dichos delitos, en virtud del art. 7.3. del Estatuto, por su conocimiento de los hechos y no hacer nada para evitarlos.
Violaciones de las leyes o costumbres de guerra
Violaciones graves de las Convenciones de Ginebra de 1949
Estos dos artículos hacen referencia al derecho humanitario bélico, que es el ámbito del derecho internacional que establece las normas específicamente destinadas a proteger a las personas en el marco de los conflictos armados.
Su función principal es limitar, por razones humanitarias, el derecho de las partes en conflicto a escoger los métodos o medios a utilizar en el mismo, y proteger a las personas o bienes que se pueden ver afectados por dicho conflicto. Se aplica al comportamiento de los beligerantes, sin entrar a juzgar la licitud o ilicitud del inicio del conflicto.
Se regula por los cuatro convenios de Ginebra de 1949, en que se protegen:
heridos y enfermos militares de las fuerzas armadas en campaña
heridos, enfermos y náufragos militares
prisioneros de guerra
población civil
El objetivo perseguido con esta reglamentación es evitar sufrimientos inútiles, basado en el principio de la proporcionalidad. El daño provocado no puede ser desproporcionado respecto a la ventaja militar obtenida de la operación. Serán objetivos militares, según el art. 52.2 del Protocolo I de 1977 los que proporcionen una ventaja militar, es decir, que del ataque se obtenga proporcionalmente una ventaja sustancial para una victoria, una posición ventajosa o un debilitamiento del enemigo, sin que haya una opción menos lesiva para obtener el mismo objetivo.
Las limitaciones al ataque serán por tanto:
no puede tener lugar nunca sobre civiles
no puede ser indiscriminado, superfluo o innecesario, ni se pueden utilizar armas que tengan este efecto o que estén prohibidas por el derecho de guerra
tampoco se ha de usar indebidamente el emblema de la Cruz Roja u otros signos protectores
en ningún caso es posible incurrir, bajo ninguna circunstancia en acciones calificables de crímenes de guerra.
Puesto que esta normativa se rige por el principio de no reciprocidad, es decir, la obligación de respetar y hacer respetar estos convenios es un deber unilateral de cada parte, independientemente de si la otra parte los respeta o no, la primera pregunta que se nos plantea es si los dirigentes de la OTAN que ordenaron los ataques en Kosovo, algunos de los cuales luego fueron reconocidos como “errores”, no deberían estar sentados en el banquillo al lado de Milosevic.
¿Puede todo esto calificarse de “error”?, y en cualquier caso, ¿puede una guerra ser “humanitaria”?
6 de abril: un misil aliado con deficiencias en su sistema de identificación del objetivo cae en un barrio residencial de la ciudad serbia de Aleksinac, causando la muerte de cinco civiles, según la OTAN, y de catorce según el Gobierno yugoslavo.
9 de abril: la OTAN atacó una central de policía y el edificio de Correos en el centro de Pristina (capital de Kosovo) y un proyectil cayó sobre viviendas, donde hubo una docena de muertos.
12 de abril: dos misiles lanzados por aviones de la OTAN destruyen el puente de Grdelica, al sur de Belgrado, cuando un tren pasaba por él, causando la muerte, según las autoridades serbias, de medio centenar de pasajeros.
14 de abril: 75 personas (cifra facilitada por Belgrado) mueren a consecuencia del bombardeo aliado de una caravana de refugiados que transitaba al noroeste de la localidad de Dkjakovica, en Kosovo, con intención de regresar a sus hogares.
27 de abril: la televisión serbia informa de la muerte de al menos veinte civiles en el bombardeo por la OTAN de la ciudad de Surdulica (sur de Belgrado), donde dos proyectiles dirigidos a una fábrica ligada al Ejército yugoslavo caen por error en una zona de viviendas de la ciudad.
1 de mayo: un proyectil de la OTAN destruye un autobús de pasajeros a su paso por el puente de Luzane, en Kosovo, causando la muerte, según informaciones serbias, de 47 personas.
7 de mayo: el ataque aliado contra la ciudad de Nis alcanza a dos barrios céntricos, afectando a un hospital y a un mercado al aire libre, ocasionando la muerte de al menos 15 personas, siempre según informaciones de Belgrado.
8 de mayo: por un "fallo" de los servicios de espionaje, la OTAN bombardea la embajada de China en Belgrado, causando la muerte de tres ciudadanos del país asiático.
CONCLUSIONES
Lo primero que hizo Milosevic en la sesión inicial del proceso ante el Tribunal Penal Internacional fue negar su legitimidad, negándose a responder al juez. Tras su, cuanto menos anómala, extradición condicionada a la cooperación económica que el gobierno de los EE.UU. pudiera otorgar a Yugoslavia, resulta preocupante pensar que estos Tribunales creados ad hoc, resulten más un instrumento político en manos de la primera potencia mundial , que realmente un arma jurídica capaz de juzgar todos los crímenes contra la humanidad.
Un Tribunal creado expresamente para enjuiciar todos los delitos internacionales cometidos dentro de un conflicto concreto, el de la antigua Yugoslavia, debería incluir todos estos crímenes, los de todos los bandos, tanto por parte del ejército croata, como los llamados “errores” de los bombardeos de la OTAN, como los que se hayan podido cometer por parte del ejército bosnio o el UCK en Kosovo, y no convertirse en un modo de poner a los vencidos en manos de los vencedores.
Esto no es una pretensión de justificar a Milosevic, ni exculparle de su responsabilidad por todas las atrocidades cometidas durante el conflicto, pero sí reconocer que al menos en una cosa sí tiene razón, que no es el único que debería estar sentado en el banquillo.
En este sentido, hay que tener en cuenta que la comunidad internacional en un principio estuvo del lado de Milosevic, y contra la secesión de las diversas repúblicas, viendo el conflicto no como una limpieza étnica, sino como un conflicto en que el gobierno central de un Estado pretende defender su soberanía e integridad territorial.
Nadie intervino en el conflicto. Los EE.UU. por un consciente desinterés: sus objetivos estratégicos quedaban cubiertos por Grecia y Turquia, en el flanco sur de la OTAN; la desintegración de la URSS hizo que la antigua Yugoslavia perdiera valor geopolítico y sobre todo la ausencia de intereses económicos y políticos, al contrario , por ejemplo, que en la guerra del Golfo.
En cuanto a Rusia, sus posibilidades de intervención directa estaban bloqueadas por la descomposición de la estructura soviética y las tensiones nacionalistas dentro de la propia federación. Por otro lado, la tradición histórica paneslavista obligaba a brindar cierto apoyo al gobierno de Milosevic
La CE comenzó con el intento de mantener la integridad de la federación yugoslava. Después pasó a la aceptación de las independencias, aunque tratadas de forma aislada y desigual.
La ONU, por su parte ha limitado su intervención a la ayuda humanitaria, el envío de cascos azules, el embargo comercial y el aislamiento diplomático de Serbia y Montenegro y la presencia de fuerzas en Bosnia-Herzegovina para garantizar la llegada de ayuda humanitaria, pero no hizo ningún movimiento efectivo para intentar detener el conflicto, quizá por el posible veto de Rusia y China en el Consejo de Seguridad.
Así mismo, el hecho de no sancionar la intervención de la OTAN sin el previo consentimiento del Consejo de Seguridad, constituyendo una grave violación de la carta de Naciones Unidas y los principios de derecho internacional, crean un peligroso precedente, que ponen de manifiesto las deficiencias de funcionamiento de la ONU, y el poder de los EE.UU sobre este organismo.
En cualquier caso, hay que tener presente que el juicio a Milosevic supone un gran avance en el derecho internacional, siempre y cuando, en las posibles actuaciones posteriores, la justicia sea realmente universal, sin distinciones entre vencedores o vencidos, grandes potencias o pequeños estados, y esperemos que algún día podamos ver sentados en el banquillo a algunos líderes como Sharon, o incluso por qué no, a los futuros Bush's o Clinton's que tanto les gusta hacer la guerra para demostrar su potencial armamentístico, probar el nuevo armamento y demostrarle al mundo entero quien manda en este planeta.
Ana Nayra Gorrín Navarro.
En Tenerife, a martes 18 de septiembre de 2012.
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