Cavilaciones, escritos de días cualquiera, algunos poemas , algunas de mis novelas, pensamientos en soledad compartida,...¡VISITA MI WEB! EN WWW.ANANAYRAGORRIN.COM

martes, 7 de agosto de 2018

Tardes de agosto

 Ya entrados en el mes más caluroso del año, en un lugar de por sí cálido. Y yo, que aparento ser de idiosincrasia caribeña, diluyo en mis tardes de lectura, introspección y soledad, cualquier atisbo de dorar mi piel bajo el sol. Puede que acuda al Mar, pero sólo para darme un baño y regresar, presta, bajo sombra. Pues cada vez soporto menos el sol y cada vez me gusta más mi piel blanca. ¿Por qué? Pues porque viviendo donde vivo lo difícil y extraño es ser nativo/a lugareño/a y poseer nívea piel. Y, ya saben cómo me gusta ir a contracorriente. Si se pusiera de moda estar gorda, yo estaría en los huesos. 


Siempre he adolecido de este defecto de rebeldía sutil. Callado grito eterno que acuña todo lo que hago, digo, escribo, toco y siento. 


También siempre, aún estando rodeada de mucha gente, inmensamente amada por mí, me he sentido sola. Este espíritu de la soledad me acompaña desde la cuna y es mi musa en mis horas de creatividad literaria. 




Soy rara, ya lo sé. Soy complicada, excesivamente... Un corazón roto por el planeta que ha sembrado flores ¡en qué tormentas! 






Y no es que no me guste salir a bailar, de vez en cuando ¡claro que sí! Pero si me das a elegir entre una noche de rumba y una noche de acampada en el monte durmiendo bajo las estrellas y conversando a alma desnuda, ¡me quedo con lo segundo! Porque mi alma salvaje necesita el contacto con la naturaleza y mi piel pide a gritos el reencuentro con lo sagrado de andar descalzo sobre el frescor nocturno del monte, de amarse en medio de la PachaMama, puros y despojados de todo pudor. 




¡Y lo rico que sabe el cafecito en esos amaneceres de libertad! 



Tengo proyectos nuevos, pero sólo los contaré dentro de unos años, cuando ya estén hechos. Igual que hiciera hace once años con ES ZOE, ¡jeje! Y no estoy hablando sólo de proyectos literarios...



Así somos los escritores, atesoramos el tiempo como un niño lo hace con golosinas que esconde en lugares secretos para saborearlas después. 

Hoy por hoy, a Dios gracias, me siento bien en mi piel. Me gusta la persona en la que me he convertido y pese a que no tengo más posesión material que un coche, que tanto me costó pagarme, planifico un gran legado espiritual para mi hijo en forma de viajes juntos, logros académicos, libros y vivencias. 





No hay comentarios:

Publicar un comentario