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viernes, 21 de septiembre de 2018

La bendita rutina


Que la rutina no te afecte negativamente es todo un arte. Hay personas que a causa de la rutina de sus vidas pierden el encanto por la vida, se sumergen en depresiones, dejan marchitar relaciones (sentimentales, familiares, amicales,…) y hasta entran en el más febril de los desesperos adentrándose en el fatídico y autodestructivo mundo del alcohol y las drogas. ¡Sí! He descubierto que muchas personas se meten en este turbio mundo simplemente por romper con sus rutinas y no sólo por curiosidad. ¡Ojalá nunca te pique esta curiosidad y mantengas tu cuerpo libre de alcoholizarte o de probar drogas! He visto muchas personas tirar sus vidas por el vertedero por ello. La mayoría de vagabundos de las calles de Europa lo son a causa de alguna enfermedad mental o del uso de drogas, cuando no la primera como causa de la segunda.


Cuando se tiene una familia que sacar adelante es menos probable que caigas en esta espiral de autodestrucción o , si caes, es este pilar básico en la vida de una persona, la familia, la tabla de salvación pues querer salvar la institución de la familia termina socorriendo a la persona.


Tener una vida pautada, con rutinas sanas es fundamental. Tener un trabajo en el que sentirte realizado (¡el trabajo dignifica a las personas!) y con el deber de cumplir un horario diario, dormir las ocho horas preceptivas, comer cinco veces al día y bien, beber dos litros de agua y caminar como mínimo media hora diaria han de ser pautas de tu rutina diaria. Yo las cumplo, a Dios gracias,  aunque no hago mucho deporte sí que camino como mínimo media hora diaria en compañía de mi perro pastor.  La rutina para mí es una bendición. Si bien es verdad que tengo mis mecanismos de evasión de ella -pues también es necesario, de vez en cuando, romper la rutina- no quiero permitirme verla como algo negativo sino como una oportunidad de sanación y equilibrio en mi vida. ¿Cómo la rompo? Pues, por ejemplo: escribiendo, estudiando sobre materias y temas que me interesan, durmiendo a pierna suelta los sábados y domingos por la mañana siempre que pueda, saliendo a bailar algún que otro viernes o sábado noche y a reír en buena compañía (siempre junto a quien me de buena conversación y baile), saliendo a degustar una buena cena, leyendo novelas (¡amo la literatura!), pasear de día o de noche por la playa y tumbarme en la arena a contemplar el cielo (¡en Canarias los cielos son espectaculares!), conversando con gente de la calle (¡cuánto se aprende de ellos/ellas!), … Estos son mis modos de escapar de la rutina. Pero no mucho, pues yo la preciso para tener una vida sana y en equilibrio perfecto. Como el Yin y el Yang.


¡Bendita rutina!

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