Era impensable para alguien de cultura latina (y me refiero con ello a todos los habitantes de este planeta que tienen como lengua materna una lengua derivada del latín), que tuviéramos que incorporar a nuestro acervo cultural un ingrediente tan acerbo en nuestras relaciones como es ¡el Covid-19!
Nos gusta abrazar, tocar a nuestra gente, besar -dos besos, uno en cada mejilla al saludar y a veces nos parecen pocos-, juntarnos mucho, bailar pegados, otra vez abrazar (¡mucho y con pasión!)... Pero esta pandemia ha arrasado con nuestro patrón cultural más representativo: la fogosidad corporal. Y qué triste es encontrarte con una amistad por la calle y no poderla abrazar, mantener los dos metros de distancia, hablar detrás de una mascarilla que oculta parte del rostro y centra nuestra atención en la mirada y los ojos, ¡no poder bailar en pareja bailes latinos en los clubes de danza! y un largo etcétera. Hemos tenido que aprender a sonreír con los ojos, ¡pues yo no pienso renunciar a mi sonrisa, aunque me llene el contorno de ojos de patas de gallo! Yo añoro mucho los abrazos ajenos, ¡me cargaban mucho las pilas y renovaban las energías! De los míos ya los tengo, empezamos con ellos recuperando el tiempo perdido en cuanto empezamos con la desescalada (por cierto, prefiero llamarlo directamente desconfinamiento y eso de nueva normalidad no va conmigo elijo mejor el término nuevas rutinas porque de normal no hay ni habrá nada). Pero también me hace falta el cálido saludo de mis amistades incondicionales (o no).
Y ahora entro aquí en un debate que ruego que lean con la mente abierta libre de prejuicios pues todo esto del Coronavirus me pilló recién estrenando nuevo concepto emotivo-sentimental: el anarquismo relacional. ¡Menuda mala época para experimentarlo! Yo y mi mala suerte, como siempre... Bueno, o tal vez sea buena suerte. Siempre he sentido que tengo un espíritu conmigo, sí, sí, a veces hasta me despierta en sueños. Esta persona influye en mi suerte sentimental y tal vez sea obra de él que yo despertara a esto del anarquismo relacional justamente cuando el mundo entero se empeñó en negármelo. ¿Por qué? Pues porque no es factible ni sanitariamente posible que en un mundo dominado por un virus mortal que puedes contraer con tan solo hablar sin mascarilla a menos de dos metros de distancia de alguien, te puedas plantear la libertad de tener relaciones sexuales convenidas con personas de tu afinidad sin más compromiso que el de una amistad o ni siquiera eso pues se trata de ser libres y no etiquetar las relaciones.
No obstante, independientemente del hecho de que puedas desarrollar tu idea o no, me he dado cuenta de que para hacerlo tienes que desarrollarla con personas que entiendan realmente el concepto y quieran vivir la experiencia contigo. Si dicen entenderlo pero luego porque te topes con ellos en un paseo junto a tu number 2 te montan un numerito de celos, obviamente no han entendido nada. Todo esto del anarquismo relacional, he concluido, se puede llevar a término en ciudades grandes (Londres, Nueva York, París, Barcelona,Madrid,..., ) donde las probabilidades de encontrarte con tu otra personita sean remotamente mínimas para evitar irritaciones irracionales innecesarias. Aunque esta idea que aquí expongo parezca ir en contra del propio concepto, ¡seamos realistas, es la pura verdad! El anarquismo relacional no se puede llevar a cabo en un pueblo de 1483 habitantes, sería aún más estresante que tener pareja estable. Y como yo relaciono tener pareja estable a acabar viviendo amargada, pues por las razones que sea tengo traumas y no he logrado superarlos, retorno a mi estado previo al estado de alarma. Es decir, de monje tibetano total jaja.
Ahora en serio, ¿se han parado a pensar en la mierda de mundo que les hemos dejado a nuestros adolescentes? Quienes despierten por primera vez al sexo en esta época lo tienen más que duro. Las relaciones humanas se han vuelto más difíciles que nunca. Lo bueno es que nuestra especie, como en el anuncio de Aquarius, siempre inventa su manera de salir adelante por lo que estoy expectante con qué iremos a inventar en los próximos cinco años.
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