Si cuesta volver al trabajo tras un descanso de un mes (bueno, aunque yo nunca he tenido 30 días seguidos de vacaciones), imaginen ustedes tras más de un año y cuatro meses sin trabajar, pero ya lo necesitaba psicológica y económicamente.
Esta semana me la tomo de relax, estoy realizando un curso en marketing online, pero como tengo hasta septiembre para finalizarlo voy a mi ritmo estudiando un poco cada día y relegando los fines de semana para hacer las actividades y pruebas a entregar.
En septiembre comenzarán también las clases para los chicos/as en los institutos y, si Dios quiere, mi hijo también regresará a las rutinas de invierno. Añadido a esto también comenzaré mis clases de francés (B1_1) en la Escuela Oficial de Idiomas, algo que me hace inmensamente feliz.
Sigo también, sin pausa pero sin prisa, con mi tratamiento de pérdida de peso con una nutricionista, ¡la mejor de la isla!, y cada martes sufro el stress de tener que subirme a la báscula en consulta. Hay martes que salgo contenta y otros que no tanto, los fines de semana son la peor prueba de fuego para mí pues en mi casa cada fin de semana es una Navidad en la que nos reunimos toda la familia y se come mogollón de cosas ricas, aunque prohibidas.
La vida más que la suma de todo lo que te pasa es cómo has reaccionado ante lo que te pasa. Adaptarse a lo que te venga sin sufrir es lo más importante.
Siempre tuve claro que aunque quería vivir en una gran ciudad, mis años de maternaje hasta que mi hijo fuera mayor de edad y autosuficiente los viviría en un pueblo, a ser posible en mi pueblo natal por la tranquilidad que este ofrece para criar a los hijos/as, especialmente cuando cuentas con tu red de apoyo de familiares y amigos/as. Por ello estoy saboreando intensamente este momento presente. Mi hijo está hecho todo un adolescente de 1,90 cms de altura con quince añitos, disfrutamos de nuestro tiempo de calidad juntos y, aunque ahora mismo mi economía no nos permite irnos de viaje, aprovechamos mucho el tiempo en familia y entre amigos/as. Tanto juntos como separados, cada uno con sus grupos sociales.
Ayer yo disfruté de una tarde de tardeo, música en vivo y unas copitas de vino en una de las terrazas de la plaza de mi pueblo junto a mi bella amiga madrileña, ¡mi gata!, Maribel. ¡Me encanta conversar y pasar tiempo contigo, niña! También con Sandri, mi catalano-mallorquina afincada en Canarias. Que aunque ayer no estuvieras físicamente estabas en espíritu.
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