Nunca había leído nada de Elena Ferrante. Ni siquiera sabía que es una de las pocas escritoras que ha querido permanecer en el más estricto anonimato. ¿Quién será? Vean este vídeo...
No obstante, como bien han visto arriba, la identidad de Elena Ferrante fue descubierta por un periodista italiano, quien en contra de la voluntad de la escritora, desveló su nombre:
Ferrante es hoy en día un fenómeno internacional con sus cuatro novelas ambientadas en Nápoles: La amiga estupenda, Un mal nombre, Las deudas del cuerpo y La niña perdida.
En todo caso, sea quien sea, está claro que lo único que le interesa es escribir, publicar y vender novelas desde su más estricto anonimato. Sin redes sociales, sin agotadoras campañas de marketing, sin booktrailers de sus novelas, sin caer, en definitiva, en todos los dogmas que el consumismo y capitalismo exacerbado impone a los escritores de nuestra era.
Me recuerda a Salinger, quien después de publicar "El guardián entre el centeno" se recluyó en una cabaña de madera en medio del bosque y siguió escribiendo, pero sólo para él, su familia y amigos/as, sin publicar nada más. Porque sintió que la fama pervertía al escritor. Aunque hoy en día, con su padre ya fallecido, su hijo al parecer publicará toda su obra (en contra del deseo de su padre) para seguir viviendo de los libros que escribiera el genio de su progenitor.
Volviendo al tema que nos ocupa: hace unas semanas, dejándome llevar por la magia de los libros, me sentí atraída en la Biblioteca pública de Puerto de Santiago por la portada de su libro En los márgenes, cuya portada aquí les dejo. No es una novela, digamos que es el recetario personal de producción de libros de Ferrante. Y lo hace a través de cuatro ensayos titulados: 1) La pena y la pluma, 2) Aguamarina, 3) Historias, yo y 4) La costilla de Dante, los cuatro se recogen en este libro titulado En los márgenes. El título es a colación de que, según cuenta la escritora, cuando era niña le gustaba tanto escribir que (antes de que aprendiera a usar los márgenes de los cuadernos) lo hacía incluso metiéndose en los márgenes, invadiendo el espacio prohibido señalado por esa línea roja de los clásicos cuadernos escolares. Este libro, como dice la autora al principio, nace de un intercambio de correos electrónicos con el director del Centro Internacional de Estudios Humanísticos Umberto Eco, el profesor Constantino Marmo.
Ferrante desvela cómo construye los personajes, cómo si bien al principio se preocupaba de no escribir como hablaba (es de Nápoles y, por tanto, se expresa en dialecto napolitano) dejó de hacerlo cuando entendió que sus escritos tenían más frescura si dejaba de maquillar su lenguaje.
Durante la lectura del libro, me sentí identificada con ella en muchas ocasiones. Por ejemplo, cuando dice que desde niña se encerraba en su cuarto a escribir, aunque nadie entendiera por qué hacía eso. O cuando decía tener, inmersa en su proceso creativo, mil voces en la cabeza en acento local (ella el napolitano, yo el canario) y lo difícil que es pretender escribir para personas que no hablan el acento de las voces de tu cabeza.
El libro es un recorrido histórico y personal por la vida de Ferrante, plasmando la maravilla de descubrir la lectura y escritura desde la más tierna infancia, los recuerdos de las primeras páginas escritas, sus olores, sus lugares. Y también cómo los grandes clásicos de la literatura universal la han influenciado sobremedida. Desde Shakespeare a Gertrude Stein, pasando por las obras de Diderot, Jane Austen o Virginia Woolf, culminando con Dante y su Beatrice.
Habla también de la importancia de fomentar y apoyar a las escritoras, a las mujeres que escriben. Pues históricamente siempre ellas lo han tenido más difícil para hacerlo. Sobre sus espaldas han recaído siempre más cargas que sobre los hombres (los hijos, la casa, la educación de los hijos, las profesiones propias con las que nos ganamos la vida,...). Sobre todo, en lugares donde el machismo las aplasta y las invisibiliza. Y es en este punto donde el título del libro toma su segundo significado: En los márgenes es, primero, en los márgenes de la “Literatura”, la que han escrito los hombres, históricamente y a lo largo de muchos siglos, donde Ferrante buscó desde muy joven su lugar. Sintiendo que era difícil abrirse camino por ser mujer. Y convirtiéndose a la misma vez que en escritora en feminista activista.
Las mujeres de sus novelas (Delia en El amor molesto, Olga en Los días del abandono, Leda en La hija oscura), se mueven dentro de estructuras predeterminadas, hasta que las debilitan, y se desintegran, junto con el género. Las de Ferrante son, entonces, falsas novelas de misterio, falsas novelas de terror. Un margen que, en clave humorística, ya había explorado con maestría la escritora inglesa Muriel Spark.
Se trata de una lectura feminista de la literatura, que no deja de encerrar comentarios polémicos que deja caer en algunos casos con ligereza, cuando quizás ciertas afirmaciones merecerían una reflexión aparte:
“Hoy pienso que si la literatura escrita por mujeres quiere lograr hacerse con su propia escritura de la verdad, necesita el trabajo de todas. Debemos renunciar durante un largo periodo a la distinción entre quien solo hace libros mediocres y quien inventa universos verbales imprescindibles” (Elena Ferrante).
Huelga decir, que me leeré todas sus novelas publicadas. Porque me ha encantado En los márgenes.
En Los Gigantes, a sábado 16 de noviembre de 2024.
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