A media mañana, ahora que estoy de vacaciones, he descubierto que sólo necesito dos cosas para caminar sobre los frescos campos de la felicidad: Un CAFFÉ LATTE (mejor si es de Kaiku) y zapatos cómodos para pasear y encontrar un lugar plácido donde poder leer tranquilamente en esa hora y media diaria que me estoy dedicando cada mañana de mis vacaciones, ahora que mi hijo empezó el cole.
¡Qué placer! Saborear el café, sentir su aroma, cerrar los ojos y dejarse acariciar el rostro por el sol matutino en cualquier parque o en la orilla de cualquier playa de la zona. Y, al caer la noche, otro ratito para mí, tumbada en el suelo, cerca de la energía de la tierra, viendo el cielo estrellado que en Canarias se ve tan bien. ¡Qué lujo, qué paz, qué privilegio!
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