Una década más dos añadidos eran exactamente los años que me llevaba mi primer amor, 12 años mayor que yo. Para mí era una tontería pero no así para mi entorno familiar, quienes pusieron el grito en el cielo. Yo tenía 17 años y él 29 años. Hoy en día yo parezco más vieja que él. Pese a que ese amor se acabó desde hace muchos años. No obstante, conservamos una bella amistad y gracias a las redes estamos al tanto de nuestras vidas.
Ironías de la vida o tal vez el karma positivo recayendo sobre mí, no hace mucho sentí la serendipia y viví un romance de lo más intenso con alguien doce años más joven que yo, dominicano, que me dejó huella. En el amanecer, cuando despertaba antes que él, le miraba y no entendía por qué me regalaba el brío de su juventud. Llenó mis días y noches de energía positiva, ganas de vivir, música, mucha música, ritmo y alegría. Me enseñó a cocinar el arroz al estilo latino (nada de por cada dos tazas de agua una de arroz como hacemos aquí) y sentí todo un abanico de placeres nuevos en zonas de mi cuerpo que ni sabía que tenían tanta sensibilidad. Me devolvió las ganas de comerme el mundo, viéndolo desde la misma óptica de sus ojos de veinteañero, nada parece imposible a esa edad y me contagió su espíritu y energía. ¡Podía pasarme horas enteras bailando bachata con él! Pero... Se esfumó, era sólo una estrella fugaz en mi vida. Dejó una linda estela, rebosante de positividad. Anoche nos encontramos por casualidad. Lucía nuevo look, al igual que yo que me he teñido de rubia. Ahora se parece a Jason Derulo. Pero ese amor fue por accidente y después de unos tragos cada uno se fue por su lado.
Y, por siempre, esta canción (aunque salsa y cubana) ¡ABRE QUE VOY! Quedará como recuerdo suyo pues antes de venir a mi casa me mandaba whatsapp con esta frase. ¡Cuánta vida me diste, gracias! Está claro que en mi vida tengo que dedicarme unas semanitas, si pudiera, para viajar a R.D.
Mami, no te me pierda. Aunque no lo crea yo también la pienso mucho. Pero controla ese orgullo tuyo. Me gusta como eres pero te puede el orgullo
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