Parece estar muy de
moda criticar
despectivamente el cine español. Echando un vistazo a las críticas de <<Miamor
perdido>> me llevo un susto al comprobar que a ningún crítico de cine
pareció gustarle. Y para mí es como si estos críticos escucharan la campana de
Pavlov una y otra vez, condicionados por su prejuicio del cine español. En la
asignatura de Psicología del Grado online en Antropología social que estudio
por la ULPGC se expone, en el manual de la asignatura, que el condicionamiento clásico,
también llamado condicionamiento pavlovliano, condicionamiento
respondiente, modelo estímulo-respuesta o aprendizaje por asociaciones
(E-E), es un tipo de aprendizaje asociativo que fue demostrado por primera
vez por Iván Pávlov. Este
autor ideó unos experimentos con perros que son la base del condicionamiento
clásico. Se dio cuenta de que al ponerle la comida al perro, este salivaba.
Cada vez que le pusiera la comida, Pavlov hacía sonar una campana, de modo que,
cuando el perro la escuchaba, asociaba ese sonido con la comida y salivaba.
Así, el perro estaba dando una respuesta (en este caso, la salivación) a un
estímulo (la campana). La próxima vez que escuchara la campana,
independientemente de si iba unida a la comida, empezaría a salivar. Y es así
como me imagino a la mayoría de críticos de cine cuando entran a ver una
película española.
Yo la vi ayer. Y no es
que sea tan positiva que le vea lo bueno hasta a lo malo o al más malo. Es que
realmente la película me entretuvo, me hizo reír por momentos a carcajadas
(¿será que paso demasiado tiempo con los ingleses y parecía tener tintes más que
de humor español de humor anglosajón?) y, en general, me gustó.
Tras el éxito de <<Ocho apellidos
vascos>> y de los otros Ocho catalanes, Emilio Martínez Lázaro entra de
nuevo en escena con esta comedia romántica escrita por Clara Martínez Lázaro (Mirabilis, Una casa frente al mar). Apoyándose de nuevo en el cómico
español por excelencia del momento, Davi Rovira que interpreta a Mario y en la
polifacética Michelle
Jenner (quien, por cierto, guarda un parecido físico asombroso con una amiga
mía italiana, ¡Ylenia Sammarco va por ti!) interpretando a Olivia. Completan el reparto Antonio Resines (La reina de España)
y Pablo Carbonell (Hospital Central), entre otros.
Ambos personajes (Mario y Olivia)
se encuentran por casualidad, en un amor a primera vista de él hacia ella, él
la busca “arrolladoramente” y hasta que no la consigue no para. Luego ella se
deja querer con su fantasía infantil del amor según nos lo ha contado Hollywood
con el paradigma de amor a primera vista, surgido tras un encuentro brusco, de
la sempiterna película romántica Notting Hill.
Pero el monstruo de la
convivencia llega para aniquilar cruelmente todo cuento de amor.
Como símbolo y salvador de esta
relación, (¿o no?) aparece un gato abandonado, cuyo descubrimiento por parte de
Olivia, mientras Mario le hablaba y ella le ignoraba, se desarrolla en una
escena alucinante de una playa valenciana con una inmensa luna llena de fondo
que me hizo pensar en el sentido de la frase hecha: “¡Estás en la luna de
Valencia!”. Y, viéndola en la gran pantalla,…., ¡como para no estarlo, eh! ¡Qué
belleza tan excelsa! Imagino que de ahí nos vendrá la expresioncita.
Al gato
callejero le hablan en valenciano y sólo atiende si le llaman “Miamor”.
Una
tarde, al plantearse Mario en uno de sus monólogos en los bares de comedia donde
trabaja (o stand up como le llaman en la película, a lo anglo total) que toda
relación se acaba SIEMPRE, terminan rompiendo. Por el mismo miedo a romper, acaban rompiendo.
Durante la gran bronca, el gato se escapa y
desaparece, igual el amor que los unía. Olivia entonces lo dará por muerto, al
amor y al gato, mientras Mario lo mantiene con vida a escondidas. Así, el amor
de esta pareja permanecerá vivo y muerto al mismo tiempo. Y en la guerra que se
declara entre ambos todo puede valer. Convirtiéndose por momentos en una guerra
de sexos (siempre presente en el cine español, eso es verdad, ¿micromachismo?,
¿ironía de los micromachismos?).
No voy a
ser spoiler de la película, porque quiero que la vayan a ver. Como siempre,
nada de lo que aquí les cuento desvela nada que no puedan leer en la sinopsis
de la película. Pero, realmente les digo que merece la pena irla a ver y
apostar por nuestro cine español pues se ha superado con creces, pese al
intento de los españoles/las españolas de que no sea así.
Ana Nayra
Gorrín Navarro.
En Los
Gigantes, a domingo 16 de diciembre de 2018.
Yo tengo q tener el síndrome. ..para q a mi d principio m llame la atención ir a ver una comedia o cualquier tema de cine español más de 10 personas m tienen q decir q es digna de ver...sino sigo con mi síndrome. ..es así. ..demasiadas películas españolas con misma temática. parecido guión o actores q no m llaman en absoluto la atención...
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