Era mi historia y se cruzó con la
tuya.
Fuimos una escueta fábula de amor
de un rato, sin tiempo ni trato.
Y…¡Nos llegamos a conocer tanto
que ese amor se volvió quimera!
Ganamos con ese pacto de amistad
impregnado del sabor de lo eterno.
Y da igual la hora que sea o el
día de la semana,
siempre puedo contar contigo.
Invariablemente, dispongo de tus
abrazos detrás de tu puerta.
¡Tu presencia en mi vida es una
diana continuamente con acierto!
Nuestra amistad me llena más que los mil amores que he tenido.
Supongo que desde fuera será difícil entenderlo, no hay
lógica.
Perdernos en la oscuridad, manta en mano, por alguna playa.
Conversar toda la noche mirando las estrellas, besos de
pausa.
Sentir la invasión de tu cuerpo, pero jamás la cadena a tu
alma.
Entonces, la
Luna llena de cómplice amiga sempiterna.
Y si todos me dicen no llegas tú me dices ¡de puntillas lo
logras!
Porque nadie ha creído tanto en mí ni me ha dado jamás
tanta fuerza.
Mi bucanero de sueños realizados, momentos apasionados y corazones
blindados.
Aunque me gastes los labios, jamás me gastarás el alma con solicitación de cadena.
Ana Nayra Gorrín Navarro.
Domingo, 13 de enero de 2019.
En el día en que se cumplen 8 años de este pacto, aún en
vigor.
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