Desde que nació mi hijo
he querido hacerme un tatuaje con sus datos de nacimiento. Era algo que tenía
pendiente en mi vida. Y como desde un tiempo a esta parte me he propuesto
cancelar todos mis asuntos pendientes:
¡Lo he hecho! Este
miércoles 6 de febrero de 2019 me he tatuado en el estudio de Los
Gigantes el pie de mi hijo con sus datos de nacimiento al nacer (el pie mide
aproximadamente lo mismo que midió su pie cuando nació). Así siempre llevaré
tatuado en mi piel - como lo llevo en mi memoria y corazón- su fecha de
nacimiento, la hora, el día, lo que pesó, lo que midió y en el hospital donde nació.
Sergio, el tatuador,
era tan bueno que ni sentí dolor y la sesión no duró sino una horita.
Sin duda alguna
repetiré experiencia (siempre en lugares de mi cuerpo no visibles de cara al
público, por mi trabajo) pues aún quisiera hacerme tres tatuajes más con gran
significado sentimental para mí. Uno es una tobillera en el pie derecho con una
pluma india cayendo pues mi primer amor fue un hombre amerindio y con él
aprendí muchas cosas, entre ellas el significado del concepto DIOS y lo que el
primer amor y despertar sexual significaba . El segundo es para el tobillo
izquierdo, el del lado del corazón, y simbolizará mi intención de escribir
libros e historias hasta que me muera. Y, el último (creo, jeje) será una Hamsa árabe (popularmente conocida como
Mano de Fátima) en la espalda y en cuyo centro habrá un ojo azul (en los países árabes son
venerados los ojos azules como símbolo de pureza del alma) y simboliza mi apego
al mundo árabe, con quienes tengo lazos de sangre. El ojo azul honrará a mi abuela
paterna Catalina Martell González (de ascendencia francesa), quien tenía los
ojos azules más bellos que jamás he visto, a la que adoraba con toda mi alma y
de quien no pude despedirme porque falleció en el hospital víctima de un cáncer
de estómago. Yo era muy niña pero aún tengo el dolor de no haberme podido
despedir de ella, haberle dado un abrazo y haberle dicho lo mucho que la
quería. Recuerdo haberle escrito una carta pero nunca supe realmente si mi
padre se la leyó.
Una vida sin aventuras
y experiencias no es una vida y cada tatuaje plasma todo esto.
En Tenerife, a viernes
8 de febrero de 2019.
Ana Nayra Gorrín
Navarro.
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