Dicen que los libros que nos llegan no lo hacen de manera casual, que ellos te eligen en el momento exacto para ser leídos porque precisas su mensaje en el instante estricto en que te encuentras en tu vida.
Esta novela llegó a mis manos por cortesía de un amigo escritor, D. Joaquín Tena. Y no puedo estar más agradecida.
Me encuentro en ese difícil momento de ser madre soltera de un adolescente de dieciséis años que me cuestiona y refuta todo desde que amanece hasta que anochece. Y es esta misma sensación con la que comienza Ovejero esta novela, a través del personaje de Aitor, padre de Ana. Joven de diecisiete años que se enfrenta a sus padres y a todo el sistema de nuestra sociedad occidental.
En la novela se plasma de manera magistral el complicado proceso de la adolescencia, no solo para sus protagonistas directos sino para las familias de quienes circundan al adolescente. Toda la angustia existencial y todo el miedo a no saber gestionar los altibajos emocionales.
Lo único malo que le achaco es el exceso, desde mi punto de vista, del uso de la tercera persona del singular en muchos pasajes. También, que el nudo es muy largo y en él tardan en pasar acontecimientos nuevos que hagan crepitar el interés del lector. De hecho, no es hasta la página 215 que empieza a pasar algo nuevo, y la novela tiene 288 páginas.
No obstante, es una obra maestra que expresa el malestar de la sociedad ante la precariedad del mercado laboral, la inflación, la subida de precios y alquileres mientras que los salarios, bajos, siguen igual que hace años. Cuestionando así que España sea un Estado de derecho y bienestar social y esgrimiéndola como una falacia, como esa mentira que a fuerza de contarla muchas veces, se pretende, se convierte en realidad.
Está llena de referencias culturales. Como, por ejemplo, en la página 75 cuando alude a <<una película de Tati >> (Jacques Tati, fue un director y actor francés de origen franco-ruso-ítalo-neerlandés, cuya obra magistral ‘Mi tío’, una comedia, obtuvo el Óscar a mejor película en 1959).
Hace alusión también, siguiendo con las referencias culturales, a una película de suspenso y terror con gran repercusión en Rusia, una película española del año 2019 que arrasó en este país durante la pandemia, titulada ‘El hoyo’. Y que no es más que una crítica atroz a la fría deshumanización del mundo en el que vivimos. Al igual que en la novela de Ovejero lo es ‘El agujero’, la comuna okupa donde se refugia Ana tras escaparse del hogar familiar.
La novela deja entrever que el autor no cree la versión oficial de los atentados de Barcelona y que, tal vez, y solo tal vez, no hayan sido yihadistas sino grupúsculos de la sociedad española inconformes con el sistema, antisistemas (anarquistas, nihilistas, independentistas….). Y muestra lo de la aparición en escena de los DNI de los supuestos terroristas árabes como un absurdo grotesco a todas luces fuera de lugar. Es lo bueno de la literatura y en general de cualquier arte, la libertad de expresión y de lanzar conjeturas al aire a las que enfrentarse el lector u observador con su espíritu de análisis crítico.
En fin, una gran lectura para meditar mucho pues abarca temas muy profundos y complejos de candente actualidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario