CAIRO, PASIÓN POR TI
Mi llegada no fue como yo esperaba, una vez más mi amigo me sorprendió con su improvisación, no acudiendo al aeropuerto sino enviando a un amigo suyo: Youssef el taxista. Mi decepción fue monumental. Youssef llevaba en su mano una foto mía para reconocerme, se acercó a mí hablándome en inglés, muy amable y pidiéndome confianza. No paraba de hacer el saludo de los árabes, llevándose su mano primero al corazón, después a su frente y haciendo una ligera genuflexión. Le dije que esperara, fui a una cabina, marqué su número y… ¡Ooooh nooo, estaba apagado! Me arriesgué, confié en él y me subí a su taxi. Me dijo que Rofa estaría en una hora conmigo, que estaba arreglando papeles en el consulado francés, ultimando detalles para su partida a Francia, que me llevaría al hotel en el que my friend había reservado para una semana.
- Un hotel MAGNÍFICO (repetía con énfasis Youssef), el Semi-Ramis Intercontinental de El Cairo, con espectaculares vistas a El Nilo – me decía mientras gesticulaba con sus manos, gesto tan típico de los árabes.
Durante el trayecto el taxista me preguntaba por qué yo vivía en España y por qué Rofa le había dicho que yo no hablaba árabe, que me tenía que hablar en inglés, él creía que yo era árabe pero que vivía en Europa. Al explicarle toda la historia de Canarias, nuestras raíces bereberes, el colonialismo español del S.XV,..., él me interrumpió bruscamente llevándose las manos a la cabeza, soltando el volante, y diciendo:
- Allah, Allah! Pero si tú tienes más cara de árabe que las propias egipcias. – Y sonreía abiertamente, dejando ver toda su dentadura, un tanto amarillenta, probablemente por el tabaco en exceso pues el taxi apestaba a tabaco.
Por medio de este taxista (que estaría presente en casi todos mis movimientos en El Cairo) me enteré de que mi amigo egipcio tuvo una novia que es mitad española-mitad egipcia, es la hija de un diplomático egipcio que se casó con una española. Los padres de la chica viven en El Cairo y la chica y él fueron novios durante meses, pero él la dejó a ella porque, según le contaba Rofa, la chica es demasiado liberal. Ella estudia en España y veranea aquí, fuma, bebe mucho, según palabras textuales del taxista: No se sabía comportar como una mujer, yo me quedé de piedra. ¿Por eso la dejó? Youssef trataba de indagar qué relación había entre my friend y yo, sólo somos amigos, le repetía una y otra vez. Él me miraba con desconfianza por el espejo retrovisor interior del coche. Su manera de conducir dejaba mucho que desear, daba muchos volantazos y frenazos bruscos. Aunque, la verdad, la señalización en las intersecciones era nula y las carreteras, en general, estaban fatales. El tráfico parecía un quítate tú que si no te quito yo constante. Las señales de tráfico parecían más que un imperativo a seguir, una opción.
Al llegar al hotel ya estaba entrando la media noche y, para mi sorpresa, Rofa me estaba esperando en recepción con una sonrisa de oreja a oreja y una maleta junto a él, nos abrazamos y yo intenté besarle pero él me cortó poniendo su mano derecha en mi boca: -Recuerda, aquí está mal visto los besos de amor en público, espera a que lleguemos a la habitación (me susurró al oído, bajé la cabeza y le sonreí resignada).
Al día siguiente, yo saqué toda la ropa que había en mi maleta y la coloqué en el armario de la habitación, muy bonita y acogedora, por cierto. Rofa sacó de su maleta una libretita y cogió un bolígrafo de los que estaban en el escritorio del Hotel y empezó a planificar la semana. El sábado lo dedicaríamos a ver el Museo de El Cairo. Esta vez no te irás de aquí como la otra vez, sin ver nada. Te prometo que aprovecharemos bien las noches, pero los días serán para mostrarte mi cuidad y mi cultura. Me dijo con una sonrisa dulce en su rostro, algo que me encantó y, seguramente, me enamoré más si cabe de él. Probablemente yo tarde mucho tiempo en regresar aquí, espero que nos veamos en Francia, pero como nada es seguro, aprovechemos tu estancia aquí para que conozcas todo lo que puedas de El Cairo.
Una vez hube sacado toda la ropa de la maleta y la coloqué en el armario, lo primero que hice fue decirle que iba a bajar a recepción para llamar a España. Él me sorprendió diciéndome que llamara todo cuanto deseara desde el teléfono de la habitación, que él pagaría la factura de las llamadas así como todos los gastos de mi estancia allí.
Rofa tenía aparcado su coche en el parking del hotel, así que después de almorzar en el fastuoso restaurante del hotel, nos dirigimos al Tahrir Square, centro neurálgico de El Cairo. Y cuyo nombre me parece a mí que es una imitación del Time Square neoyorquino.
- Vamos a empezar por visitar El Museo de El Cairo. Durante el trayecto, me deleitaba acariciando su cuello y los rizos negros de su cabello. Caricias que él agradecía entrecerrando sus ojos y besándome tiernamente sin quitar atención a la carretera. El Museo, desde fuera, se presentaba como un gran trabajo de remodelación y mejor labor en su fachada que ha recobrado una juventud perdida por el tiempo y por los avatares que ocasionaron graves perjuicios a su mole impresionante y soberbia, como soberbios son los relicarios y joyas que encierra en sus entrañas. A medida que nos íbamos acercando, más magnánimo me parecía el edificio encarnado. Rofa aparcó en un parking. Nos bajamos y comenzamos a caminar, una vez fuera del coche me puse el hiyab. Rofa no me lo había pedido, yo lo hice voluntariamente, gesto que a Rofa le causó brillo en sus ojos a la vez que me decía:
- ¿Por qué, por qué te pones el velo? No es necesario si no quieres, no lo hagas por mí.
- Donde voy hago lo que veo hacer. Quiero aprender todo lo que pueda, sin llamar la atención.
Él me besó la frente y me cogió las manos besándolas sin parar, llevándoselas a su corazón, mientras me decía que tenía un corazón blanco, lo cual quiere decir para los árabes que tienes un buen corazón.
La construcción del Museo, según me contó Rofa mientras pagaba las entradas, hace que estos últimos cien años se hayan convertido en toda una aventura quizás coronada por el más impresionante descubrimiento de esta tierra: la tumba del rey niño o emperador joven que es más famoso muerto que vivo. Tienen razón los que dicen que es el talismán de los egipcios, porque gracias a este museo todos esos tesoros que los extranjeros osaron llevarse a su tierra robados y masacrados han vuelto a estar en su suelo natal.
El Museo está compuesto por muchísimas Salas, yo me maravillé ante la fachada recién pintada y restaurada y un liviano temblor producido por la emoción llenó mi cuerpo cuando penetré en su sala 48 donde las grandes figuras de los faraones de las dinastías XII, XVIII y XIX me miraban con sus ojos huecos. Figuras encontradas en Karna, Ashmunein y Abusir, que se presentaban ante el visitante con esa descomunal grandeza de su realeza.
Las salas no están cronológicamente numeradas; sino que su numeración está de acuerdo con la importancia del contenido de la misma pero no por su época histórica.
En la sala 49 (período de Ptolomeo) están las moles inmensas de los faraones que ocuparon las últimas dinastías egipcias, las más tardías, las que anunciaban el próximo fin del imperio y quizás para dar más realce a esta caída encontramos en la sala 50 toda la sala dedicada a Alejandro el Grande, quien daría nombre a Alejandría.
¡Ah, olvidaba citar en la sala 43 las dos primeras dinastías del período arábigo! Objetos procedentes sobre todo de Rahona, Nagada, Saqqara, Abu Raoash… Colección de estatuas reales de este período, muebles, trozos de telas, tableros de juegos (los árabes tenían – y siguen teniendo- especial predilección por el ajedrez y hay infinidad de tableros de este juego), vasitos para cosméticos, pequeños juguetes de madera, joyería y sobretodo manuscritos que aún conservan la belleza de sus colores originales. ¡Qué ganas de tocarlos, lástima que no se pudiera!
Me sorprendieron bastante las nuevas tecnologías incorporadas a este Museo, está lleno de pantallas digitales táctiles que te van explicando en todos los idiomas la historia de cada detalle en cada una de las salas.
En la cafetería del Museo disfrutamos de dulces típicos egipcios, una especie de churros, los churros árabes que ahora mismo no recuerdo cómo me dijo Rofa que se llamaban, y de un delicioso té árabe, el clásico té verde, inmejorable, con menta. Después volvimos al hotel, cenamos, nos fundimos nuevamente y tras un baño en el jacuzzi de la habitación nos fuimos en su coche de paseo nocturno por la calle Al- Musí en Khan Khalili, lleno de gente, turistas y bullicio nocturno. Me llevó a un pub donde la gente joven vestía como en Europa, pero bailaban la música de Roubi, la cantante y modelo liberal egipcia que hace estragos entre la gente joven con su influencia. A pesar de que es muy censurada y criticada por los radicales del país. Yo disfruté mucho bailando y riendo toda la noche.
El domingo, día de mi cumpleaños, Rofa llamó al taxista amigo suyo para planificar una excursión. Nos fuimos a ver las pirámides, a unos 30 kms de El Cairo (más o menos), Menfis y Saqqara. Justo cuando nos disponíamos a salir, aparecieron por el hotel, de visita, dos amigos de mi amigo, otros dos futbolistas, uno de ellos es muy conocido internacionalmente: El León Egipcio ¡Se parecía un montón a mi ex marido! De hecho cuando le vi llegar, el corazón me saltó del susto por el inmenso parecido físico. La juerga y el alcohol les había dejado en un estado más que lamentable que les mantenía tan aletargados como graciosos. Sus lenguas de trapo trataban de expresar frases inconexas en inglés para explicar que se habían ido por ahí con algunos extranjeros alojados en el mismo hotel y que trago tras trago acabaron borrachos como chuzos. Rofa los miraba mientras intentaban explicarse y se reían los tres. Egipto es un país musulmán donde supuestamente la venta de alcohol está prohibida salvo para los turistas (aunque probablemente si una mujer sola en un bar pide alcohol la tratarán muy mal por considerarla prostituta, como consideran a toda mujer que pida alcohol ella sola o que fume en público, así son,..., están siglos atrás en este sentido).
Puntual como un reloj llego el taxi fúnebre de Youssef y my friend se despidió de sus amigos. Nos subimos en el taxi, detrás, y disfrutamos de la media horita en coche entre caricias y arrumacos. Si por mí hubiera sido,el hiyab hubiera servido de cortina para que el taxista no viera nada y más que eso hubiera pasado,..., pero él no me dejó (psssssss).
No había demasiado tráfico en la ciudad lo que provocó que en muy poco tiempo cruzáramos el Río Nilo, pasáramos por la zona más moderna de El Cairo con algunos edificios bastante altos y que nada tienen que envidiar a los variopintos edificios de las grandes ciudades europeas (muchos me recordaban a los edificios del centro de Londres), y nos adentráramos en la provincia de Gizeh (o Giza como dicen los europeos). En el momento en el que a lo lejos observé el pico de una de las Pirámides mi corazón se aceleró.
Dos minutos más en el coche y de repente nos encontrábamos a las puertas del Desierto (eso sí, con la ciudad a un palmo de distancia ¡algo que me sorprendió mucho, creía que estaban más lejos de la urbe!), que nos daba la bienvenida dejándonos a la puerta de la gran Necrópolis de las Pirámides de Gizeh, posiblemente el lugar más impactante en el que haya estado hasta entonces.
El vello de punta, la carne de gallina, el corazón a mil, la adrenalina a flor de piel,...,toda explicación es poca para describir la enorme emoción que supone estar a pocos metros de ellas.
¡DETRÁS DE MÍ ESTABA LA ENIGMÁTICA ESFINGE DE GIZEH!
Le dijimos a Youssef que estuviera en el mismo sitio en que nos dejaba en unas tres horas aproximadamente. Hay mucho que ver y admirar en el antiquísimo complejo funerario: Las Pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos, además de la Esfinge. Son demasiadas cosas incluso para ese tiempo, y es que uno puede quedarse allí todo un día abobado mirando tanta belleza.
El hombre teme al tiempo, pero el tiempo a las pirámides reza un proverbio egipcio que resume la fascinación que siempre han suscitado tan colosales obras. Las de Gizeh, con las de Keops a la cabeza, tienen más de cinco mil años.
La construcción de una pirámide obedece a la constitución de un lugar destinado a la preservación del cuerpo embalsamado del soberano, el cual quedaba rodeado de multitud de objetos valiosos de los que éste se podría servir en el más allá. Los egipcios, al igual que mi gente nativa los guanches, embalsamaban a sus muertos, en un acto de honorable respeto a sus seres queridos.
El primer fin, por tanto, es la creación de una tumba de muy difícil acceso que no sólo guardaba esta función, sino que podían ser vistas como un centro religioso o científico además de un símbolo de poder y majestuosidad de los Reyes del Imperio Egipcio. Lo que está claro, tanto para arqueólogos como para científicos, es que en sus medidas está reflejado un conocimiento matemático y científico en un nivel muy avanzado para tratarse de edificaciones realizadas hace más de cinco mil años.
Los egipcios siempre relacionaron los pequeños montículos de limo fértil que surgían tras el descenso de las aguas del Nilo con el nacimiento y desarrollo de la vida. Anteriormente al período dinástico comenzaron a levantarse tumbas recubiertas por un montículo de arena símbolo de la aparición del Sol, de una nueva vida.
Posteriormente el Faraón, considerado como un Dios, funde la idea de nacimiento y renacimiento por lo que la tumba pasa a ser la morada del difunto en cuyo interior debe tener todo lo necesario para su subsistencia en el mundo que hay después de la vida.
Lo que en principio estaba pensado para ser una mastaba (recinto funerario bajo tierra). Pasó a ser una pirámide escalonada, nunca realizada hasta entonces. Ahí surge la idea de elevación, ya que la pirámide sería una escalera por la que el Rey asciende al cielo. Esto supuso una revolución tanto arquitectónica como ideológica ya que confluyeron las dos representaciones del más allá: la tradicional o subterránea y la que sube hacia lo celestial.
Si a esto le añadimos el simbolismo de la colina por la que sale el Sol o desciende el río podríamos entender que estas obras serían consideradas el lugar perfecto para el renacimiento del Faraón en particular y de la vida en general.
Siempre se ha sabido del buen manejo de los árabes con la geometría y las matemáticas y de cómo han sabido llevar esta sabiduría a la arquitectura. Muestra de ello es la impresionante Pirámide Roja. En la que la perfección de todas estas ciencias se conjuga en su construcción espectacular.
Según me explicó Rofa; La Gran Pirámide es la única que perdura de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, me nombró las seis restantes pero sólo recuerdo El Faro de Alejandría.
Una de las obras que más me impresionó fue, sin duda, LA ESFINGE, el hijo del mítico Keops mandó erigir la famoso Esfinge, que es una escultura cavada en la misma roca con el cuerpo de león y la cabeza del propio Kefrén, que parece vigilar toda la Necrópolis. Una vez en la Esfinge entramos al pequeño templo que hay a pocos metros de ella. La Gran Esfinge (73 de longitud y 20 de altura) fue mandada a construir por el Faraón Kefrén en un saliente rocoso donde se moldeó su cuerpo de león con cabeza de humana portando el tocado real (nemes, en egipcio). En su día estaba revestida de yeso pintado. Su nombre egipcio es “shesep anj” que significa Imagen Viviente. Durante los últimos siglos sufrió algunas mutilaciones, siendo la de su nariz la más destacada. Pero hoy en día la polución, el agua subterránea y el abundante turismo la hacen correr más peligro que el que tuvo durante varios milenios, en que, al parecer estuvo largo tiempo enterrada bajo la arena del desierto. Entre sus patas hay una estela jeroglífica que cuenta la historia de que una vez Tutmosis IV se quedó dormido a su sombra y tuvo un sueño en el que se le dijo que si le quitaba la arena que la tapaba prácticamente sería Rey.
A mí su cara me resultaba demasiado inquietante. Su perfil me fascinó, a pesar de que falta su nariz, es de una belleza inconmesurable. En realidad hace eco de la belleza del pueblo egipcio, tanto hombres como mujeres ¡tienen unos rasgos faciales extremadamente bellos! Con esos ojazos morenos rasgados, esos óvalos faciales bien definidos, el tabique nasal característico de los egipcios, la armonía de sus rasgos,….¡uuuuffff, qué guapos son los hombres egipcios, y las mujeres también, he de reconocer! La Esfinge parece serena, confiada, expectante a que algo grandioso ocurra, como mirándote y diciéndote: ¡Ya van a ver lo que va a pasar, miren, miren al horizonte la que se avecina! Con esa mirada de inquebrantable sabiduría y astucia. Consciente absolutamente de su poder dominante en la planicie de Gizeh, como vigilante de los tesoros y de los misterios que no somos capaces de descifrar después de siglos y siglos. Parece observar plácidamente el mundo que nos rodea, tal y como lleva haciendo desde que se erigió en ese lugar. También observó a decenas de Faraones, a los griegos, a la legión romana, a los Sultanes del Islam (que hoy en día son lo que eran los soldados de la Inquisición con su radicalismo islamista, lo cual condeno y repudio cuando pasa por el terrorismo, al igual que condeno y repudio a los terroristas de la Inquisición y cualquier forma de terrorismo y violencia o acto que vaya en contra del amor y respeto a la vida humana y de animales y seres vivos), a los griegos con sus séquitos de fuertes soldados, incluso a Napoleón Bonaparte (el hombre que tanto influyó en los códigos de Derecho Civil europeo). La Esfinge ha sido, es y será testigo de la Historia. ¡Si ella hablar pudiera, lo que contaría! Rofa me sacó con mi cámara (¡ay, mi cámaraaaaa!) una graciosa foto de perfil delante de la Esfinge, en una escalinata con vistas a que los turistas se hagan la típica foto junto a la Esfinge. Aún estoy esperando a que me envíe las fotos que sacó desde su móvil pues con mi cámara de fotos aconteció una gran tragedia en mi regreso , en el vuelo Madrid- Tenerife, llevaba mi cámara de fotos en una pequeña mochilita, al llegar al aeropuerto de Tenerife compré una botella de agua en la cafetería del aeropuerto. Mi hijo y mis hermanos acudieron a recogerme y yo, que tenía la boca seca de tanta emoción, sugerí pararnos a tomar algo en la cafetería antes de regresar al pueblo. Estuvimos charlando, riendo, viendo las fotos,... Al levantarnos para irnos, metí la cámara, fuera de su funda, en la mochila, sin darme cuenta metí también la botella de agua, que al parecer había dejado mal cerrada. Cuando llegué a mi pueblo, al agarrar la mochila que estaba en el maletero (donde la había depositado antes de arrancar, pues mis hermanos trajeron mi coche, donde está la sillita de mi hijo), comprobé con horror que la mochila estaba mojada. La abrí a toda prisa y saqué la cámara, absolutamente empapada. La desarmé toda, saqué la tarjeta de memoria, donde están almacenadas las fotos, y hasta las letras de la pegatina que tiene la tarjeta estaba emborronada del agua… No sabes el disgusto que me cogí. Rofa sacó fotos desde su móvil, pero aún no me ha enviado ni una. Hasta me dio dolor de barriga el disgusto pues las fotos de este viaje iban a ser motivo de dicha para comentarlas con todos.
Volviendo a lo que aprendí de este viaje cultural (pues en esta ocasión más que un viaje romántico fue cultural, algo de lo que me alegro fehacientemente), según leí en una de las pantallas digitales del Museo del Cairo, actualmente en Egipto se conservan cerca de noventa pirámides, pero nunca superando la magnificiencia y fastuosidad de las que se encuentran en la planicie de Gizeh, donde según Rofa el mismísimo Napoleón al verlas dijo solemnemente: Soldados, cuarenta siglos les contemplan.
Estando ya a escasos dos metros de la puerta de acceso fui consciente del inmenso tamaño de los bloques de piedra y creo que me hice la misma pregunta que se hacían todos los turistas: ¿Cómo carajo pudieron transportarlos? ¿Y levantarlos? Mover tantas toneladas y erigirlas tan alto es algo complicado incluso hoy en día, en que tenemos muchos medios técnicos y tecnológicos a nuestro alcance. ¿Será verdad que fueron ayudados por extraterrestres? Eso es lo que piensan y dicen los egipcios incluso hoy en día. Pero…. ¿y si ellos disponían de medios que no han llegado a nuestras manos? Egipto debía estar en posesión elevadísima de un extraño conocimiento que no nos ha llegado a nosotros hoy en día. Pues, según dicen los egipcios, éste se perdió, no llegó a nuestra época, desgraciadamente. Dicen que mucho fue destruido en el terrible incendio de la Biblioteca de Alejandría.
La puerta de entrada me llamó mucho la atención pues más que una puerta parecía un boquete.
Tanto en Keops, Kefrén y Micerinos como Saqqaara, incluso en Dahshur o Abu Sir no hay decoración alguna. Simplemente hay grutas, cuestas, conductos de ventilación y pasadizos que dan a parar a una o dos cámaras en las que supuestamente se albergaba el cuerpo embalsamado del difunto.
Nada más cruzar el umbral de la Pirámide de Keops descendimos unos metros en los que en varios tramos tuvimos que agachar algo la cabeza para no darnos con la dura piedra. El calor ahí dentro es terrible. Tanta sequedad te hace sudar muchísimo. Después de bajar curvados, seguidamente nos encontramos con un pasillo ascendente de 40 metros y en el que fuimos aún más agachados que antes, sujetándonos como pudimos a una de las barandillas de madera que hay a los lados. A mí me dolía muchísimo la espalda y lo único que quería era salir de allí y estirarme.
De este día recuerdo también con emoción lo que sentí dentro de la Cámara Real, es un lugar espeluznantemente bello y en el que un escalofrío helado me recorrió de pies a cabeza una y otra vez. Sobre mi cabeza sentí un peso inmenso y ligera sensación de mareo. Según Rofa es porque estaba sintiendo las presencias de espíritus faraónicos (buuuuuuuu….).
Los egipcios realmente han sido, son y serán un pueblo enigmáticamente inteligente. Si no, para muestra te doy algunos datos curiosos:
¿Sabías que si se multiplica por un millón la altura de la pirámide se nos queda la distancia que hay entre la Tierra y el Sol? ¿Qué con sus medidas se pueden obtener en número Pi, la longitud y el peso de la Tierra? ¿Sabías que la alineación que forman las tres pirámides es exacta a la del Círculo de Orión con sus estrellas Zeta, Epsilon y Delta Orionis? Éstos son sólo algunos datos científicos, nada esotéricos o irracionales. Como dicen los científicos que no creen nada que no se demuestre, ahí lo tienen: los egipcios son una civilización aparte. ¡Demostrado!
Recuerdo que una vez salimos de la Gran Pirámide compramos un par de botellas que duraron un suspiro.
El taxista, Youssef, nada más salir del recinto nos estaba esperando sentado, en charla con unos compañeros del gremio. Rofa le dijo que nos acompañara, que él le invitaba a comer y subimos a comer algo al Pizza Hut/KFC que hay en frente. Nos pusimos en un ventanal que daba justo a la cara de la Esfinge. Pocas veces he comido en un lugar con tan inmejorables vistas, mejorando lo presente en los paradores de Tenerife. Nunca podía haber imaginado que en tal lugar podría haber un Pizza Hut, las gringadas son como la Coca Cola, te las encuentras en todas partes, hasta en los desiertos, jeje.
Después de almorzar nos subimos en el taxi. Youssef se adentró por una vía recta que llevaba tanto a Saqqara como a Dahshur, las cuales quedan a una hora aproximadamente, aunque a la velocidad que íbamos y con el calor que estábamos pasando, pareció que allí estuvimos meses.
Después de un buen rato de charla a tres en un particular inglés con acento árabe y de ver monótonos aunque preciosos palmerales (que me hacían sentir dentro del rodaje de una película), vimos de fondo lo que es el símbolo de Saqqara, la pirámide escalonada. Que, como me informó Rofa, fue la primera en erigirse, provocando un cambio radical ideológica como arquitectónicamente hablando. ¡Qué culto que es mi amigo, mi faraón egipcio! Estoy muy orgullosa de su amistad. Belleza e inteligencia en el mismo hombre, ¡qué orgullo!
El complejo de Saqqara no es tan popular ni masivamente visitado como el de Gizeh, pero muestra mastabas (tumbas subterráneas) muy trabajadas con relieves que conservan, incluso, los colores originales. Si la pirámide escalonada de Zoser es impresionante en sí, no lo son menos dichos recintos funerarios profundamente decorados. No hay que olvidar que tanto la pirámide como el conjunto monumental que la rodea son las primeras construcciones en piedra realizadas en la historia de Egipto.
Bueno, el caso es que una vez allí, fuimos a ver lo que es la tumba más grande del Imperio Antiguo: La Mastaba de Mereruka, una sepultura familiar enterrada bajo tierra que ocupa una superficie aproximada de mil metros cuadrados y que se subdivide en 32 cámaras, de las cuales 17 están dedicadas a la persona que le da el nombre a la gran tumba , Mereruka, que fue visir en la época y estuvo casado con una hija del Faraón de Teti, fundador de la VI Dinastía y cuya pequeña pirámide vimos al final del recorrido allí.
El clima no me sorprendió. Hacía calor, mucho calor. Pero era un calor similar al de mi pueblo en verano, aunque Rofa me dijo que había escogido la mejor fecha para venir pues en verano las temperaturas son muy extremas, según él se pueden alcanzar ¡¡¡los 52 grados de calor en Saqqara!!! WOWWWW, 52 grados,…, no me lo creía. Rofa estaba todo el tiempo tocándome la frente, preocupado porque no me diera golpe de calor, tan malo para las mujeres, según los árabes. Estábamos a 39 grados ese día y ya en sí hacía un calor insoportable. Pero calor al que ya estoy inmunizada, a esa temperatura digo de 39-40º, pues es el que tenemos en verano en mi pueblo en pleno mes de agosto. Yo había ido a un aseo público para mojar el velo que llevaba en mi cabeza (durante todo el viaje llevé hiyab en mi cabeza, tapando el cabello, pues aplico siempre la máxima: Donde fueres, haz lo que vieres). Eso me ayudó bastante a soportar el calor y en las mezquitas a no pasar por turista, como iba con Rofa y el amigo taxista de él, ambos egipcios, yo simplemente me mantenía callada y, según Rofa y Youssef, con el velo árabe en mi cabeza, el hiyab, y el modo en que acostumbro a maquillar mis ojos, que casualmente es como lo hacen las árabes (con kohl delineando todo el contorno del párpado de mis ojos), parecía una egipcia más.
A Rofa cuando más le vi disfrutar fue ese día Domingo 28 de marzo, día de mi cumpleaños, disfrutó mucho haciéndome de guía turístico por las pirámides y en Saqqara. Y eso lo vi en el brillo intenso de sus ojos. ¡Qué orgulloso está de su país y su cultura! Con razón…. Ese domingo fue al que más provecho le saqué de mi estancia, provecho culturalmente hablando me refiero.
De camino de regreso, a media hora de Dahshur, en sentido contrario, se encuentra el que fue nuestro último lugar a visitar ese día. Bajamos del taxi para ver rápidamente el museo al aire libre, ya que cerraban en un cuarto de hora. Tiempo suficiente para deleitarnos con el tesoro que allí poseen y que se encuentra dentro de una nave de hormigón realizada para preservarlo de la erosión.
Cuando entras por la puerta nunca puedes dejar de mirar la imagen en piedra del Faraón más longevo y prolífico del Imperio Egipcio, Ramsés II. La estatua es de un tamaño colosal y para verlo bien debes ir rodeándola debido a que está tumbada. ¡Pedazo macho debío de ser! Se veían a la perfección sus abdominales, sus músculos, su gesto facial viril,…., mmmm, me dieron ganas de subirme encima de él, jajajajaja. Fuera coña, la perfección de sus rasgos y detalles es realmente sensacional. Se ven perfectamente las dobleces del tocado y del faldón (¡mmm!), es otro ejemplo más de la perfección egipcia.
Por la noche, cuando llegamos al Hotel, estábamos absolutamente agotados. Tras llamar a España me dejé dormir mientras esperaba por mi turno para la ducha, pues Rofa se me había adelantado en ducharse.
El día siguiente, Lunes, lo pasamos metidos en la habitación. Salimos por la noche, en el coche de Rofa, a dar un paseo nocturno por Tahrir Square. Me encantó este lugar, es como si la modernidad y el progreso encontraran su nirvana en un paraje único, en el que, realmente, el tiempo se ha parado. Pues los árabes en cuanto a mentalidad , sinceramente y desde mi punto de vista, están muy retrasados (en cuanto al trato con las mujeres, el sexismo exacerbado que manifiestan en su vida diaria separando meticulosamente a los hombres y a las mujeres en todo ; los niños con los niños tienen que estar, las niñas con las niñas han de vivir que diría la popular canción española de la época de Franco). Recorrimos las calles y rincones de la mano, algo que me sorprendió muchísimo, pues generalmente Rofa no se muestra muy afectivo conmigo en público, pero esa noche me buscaba incesante la mano y el contacto físico en la calle. Los bares y pubs con ambiente árabe estaban a rebosar y en ellos se podía escuchar desde el SICK OF LOVE de Robert Ramírez, número 1 en ventas en Europa, hasta los temas más candentes de cantantes árabes como Mounir y Mohamed Hamaky , este último hoy en día es casi más escuchado que Amr Diab, el emblema musical de Egipto, en las discos y lugares de ocio nocturno (territorio vedado para turistas casi exclusivamente pues los egipcios no salen de noche, por regla general).
El martes fue el día en que Youssef nos vino a buscar temprano para visitar las mezquitas. Degustamos un exquisito desayuno árabe, con dátiles, pastas árabes, dulces árabes y té árabe y salimos a ver las mezquitas de Amr Ibn El Aas, El Azahar, La Iglesia Colgante (que aún no sé por qué la llaman así, Rofa no me supo explicar,
El miércoles fuimos a ver La Casa de la Ópera, este día me dio un poco de síndrome de no sé qué. Tenía ganas de irme ya. No sé, fue una sensación extraña.
El jueves lo pasamos en la piscina del hotel, prácticamente no salimos del hotel, sólo fuimos al caer la tarde a dar un paseo por Khan El Kalili, el mercado árabe más famoso de El Cairo, donde Rofa me compró una cadena árabe para la cintura, la cual llevo puesta y no me pienso quitar nunca, hasta que se rompa o engorde tanto que ya no me sirva, jeje. Espero que esto último no pase.
El viernes día 2 un halo de nostalgia lo cubrió todo. Era mi último día allí, por la tarde-noche tendría que irme, tenía muchas ganas de irme ya, pero a la vez sentía un poquito de pena ante la posibilidad de no volver a ver nunca más a mi amante egipcio. Él también partiría rumbo a París pronto, en busca de un nuevo destino . El jueves por la noche pactamos no dormir, nunca antes me había cundido tanto una noche,jejeje. El mejor recuerdo de Egipto me lo llevé en cada instantánea de lo acaecido en esa habitación esa noche, el romanticismo lo cubría todo.
Tal vez ni siquiera ya pueda hablar con él por teléfono, pero en aquellos instantes estaba muy segura, ese jueves por la noche, de que cuando nos despidiéramos el viernes en el aeropuerto sería la última vez que nos veríamos, al menos como amantes. Como amigos, seguro que siempre podremos estar en contacto y preservar una linda amistad que ha traspasado ya muchas barreras: la cultura, el idioma, mis siete años de edad más que él (¡qué vergüenza, quién me lo diría yo que siempre buscaba que el hombre fuera mayor que yo!), la distancia entre su país y el mío,….
Recuerdo
Orgulloso de este
Fastuoso
Amor .
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