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miércoles, 29 de septiembre de 2010

RELACIONES INTERPERSONALES Y MARKETING




Estos días he estado inmersa (en mis ratos libres, cada vez más escasos) en la lectura de la obra de Miquel Santesmases Mestre ( profesor de la Universidad de Alcalá de Henares) titulada MARKETING. CONCEPTOS Y ESTRATEGIAS. Dicha lectura me ha llevado a extrapolar los conocimientos allí leídos y aprendidos a la vida diaria de nuestra sociedad actual.

¿Se han parado a pensar en la influencia del marketing en nuestras vidas? Todo está movido por ese hilo fino e invisible dentro de nuestra sociedad capitalista y consumista. Si nos fijamos bien ¡hasta las relaciones interpersonales están movidas por el marketing! Queremos, todas/as satisfacer la vista de los/as demás constantemente, queremos tener una imagen a la moda (equiparándonos con un producto que se ofrece al mercado). ¿Cuál es el precio que fijamos? Ensalzar nuestro ego a través de la percepción que tienen los demás de nosotros/as mismos/as para generar, cual vil falacia, un "subidón de autoestima". Y lo necesitamos constantemente, como quien compra compulsivamente.

Donde mejor se puede obervar la influencia del marketing en las relaciones interpersonales es ....¡ EN UNA DISCOTECA! Es el mejor reflejo del sistema de distribución de "productos" y de promoción de los mismos. Nos ofrecemos, nos promocionamos, como objetos o productos de un mercado.

Esto que aquí expongo y que parece kafkiano, de repente para mí es un espejo ante el que veo reflejada mi sociedad. Nos han instalado, sobre todo a los /as de mi generación, un microchip invisible llamado "consumismo y sus patrones" y absolutamente todo en nuestras vidas está movido por él.

Cosificamos a las personas. Ya nos han dejado de importar los valores espirituales de los seres humanos, sean de donde sean y prediquen el credo que prediquen, para centrarnos sólo en lo que ha conseguido o no materialmente hablando: en la percepción física que tenemos de esa persona, como si fuera un producto destinado a la compra-venta. Hemos dejado de ser personas para ser productos, estamos enfermos de ego y materialismo exacerbado. Si hiciéramos el ejercicio de tratar de ver todo desde otro prisma (sólo tal vez) podríamos ser más felices. Pues al fin y al cabo una persona no es lo que vemos, es lo que conocemos de ella. Y a ese conocimiento íntimo y profundo sólo llegamos cuando adentramos en la esfera interna de su autonomía, que hoy en día pareciera del profano.

Todo lo que nos impone la sociedad, desde el punto de vista del materialismo exacerbado y el consumismo enfermizo, afecta inclusive en nuestras relaciones con las personas y, lo que es peor, en nuestras relaciones con nosotros/as mismos/as pues podemos llegar a mermar atrozmente nuestra autoestima si consideramos que nusetro físico o vestimenta no está a la moda. ¿POR QUÉ? Somos más que un exterior. Somos seres pensantes y amantes que podemos y debemos emitir constantemente juicios de valor de todo lo que nos rodea y que precisamos amar y ser amados. Hay más cosas que nos unen que las que nos separan, pese a que el marketing (una vez más) se empeñe en afectarnos y en cosificarnos, en infectarnos y contaminarnos diariamente. Y es una contaminación a todos los niveles: Internos ( nos afecta, reitero, en lo más profundo de nuestras ánimas,anulando lo espiritual que hay en todo ser humano) y externos pues no hay más que ver nuestros paisajes,saturados de publicidades. O , incluso, los comportamientos de las personas con sus semejantes, nos tratamos como objetos.

Deberíamos formatear los discos duros de nuestros cerebros, fomentar otro tipo de marketing sería posible, un marketing interpersonal positivo que indagara en cultivar nuestras mentes y no nuestros cuerpos, el que promocionara a las personas por dentro y no por fuera.

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