Y el primer nombre que creo que
nos viene a todos/as los/las canarios/as a la mente, es el de nuestra
maravillosa Hilda Sivero García, que en paz descanse. Cuya cuenta se mantiene
activa en Instagram como testimonio de cómo ella pudo ser tan fuerte de vivir
su lucha con coraje, positividad y alegría (en la medida en que el dolor se lo
permitía).
Link al IG de Hilda
https://www.instagram.com/hilda_5/?igshid=MzRlODBiNWFlZA%3D%3D
No obstante, hay que ser
conscientes de que no todas las mujeres pueden ser tan fuertes. Y está bien
admitirlo y pedir ayuda psicológica. Incluso ella, con toda su alegría y
fuerza, tuvo días muy malos. Hoy, día mundial de la lucha contra el cáncer de mama, la recuerdo con especial ternura, puesto que como decía ella: << La sonrisa más bonita es la que se regala con el alma rota>>. Ella nos hizo reír y nos regaló su versión alegre y coqueta hasta el final. ¡Qué fortaleza interior hace falta para esto! Era un ser de luz y desde Allá arriba estará iluminando la vida de sus hijos amados. Tampoco ella se callaba cuando tenía un mal día, era honesta siempre. Un beso fuerte al cielo, Hilda. Y muchos besos a sus hijos, familiares y amigos/as.
Ojalá pronto la Ciencia fulmine
el cáncer, en todas sus modalidades. Y el ser humano pueda tener una vida larga
en la que, simplemente, todos/as podamos morir de viejos/as. Mientras tanto, el
cáncer sigue cobrándose, año tras año, infinidad de víctimas de todas las
edades, sexos, géneros y condiciones. Da igual el dinero, los bienes inmuebles
y/o las posesiones materiales que tengas, cuando él aparece: todos/as somos
iguales. Es triste constatar que el dolor, la enfermedad y la muerte nos
iguala a todos/as, a ricos y a pobres.
Y no tiene nada que ver con haber
sido mejor o peor persona. ¡Por Dios, no! Ni con haberte alimentado de una u
otra manera o con haber hecho más o menos ejercicio. Despojémonos de la culpa,
¡por favor! El cáncer no es culpa de nadie. Es una enfermedad y como tal es parte
de la creación. Ya bastante lucha tiene ante sí un enfermo/a de cáncer, como
para que para colmo les hagamos sentirse culpables (seguro que te alimentabas
mal, seguro que no hacías ejercicio, seguro que fumabas demasiado, seguro que
te pasabas con el alcohol, seguro …). Lo único seguro es que todos/as vamos a
morir. Por eso, mientras estés vivo/a, ¡agarra la vida por lo cuernos y vívela
intensamente! No quiere esto decir que vivas de manera negligente para con tu
propio ser (cuídate y vivirás mejor, no es seguro que más, pero sí es seguro
que mejor). Controla la tendencia natural que tenemos todos/as los humanos/as a
engancharnos a toxicidades (alcohol, tabaco, malos hábitos…). Pero todo en su
justa medida, sin obsesiones.
Y desde este pequeño rincón de internet
les doy ánimos y un abrazo lleno de amor, protección y ternura a todas las
personas que están ahora mismo luchando contra un cáncer, sea el que sea.
Si eres mujer, no dejes de acudir a tus
revisiones anuales ginecológicas. ¡Son tan importantes!
Ahora me voy a salir
momentáneamente de la línea de este post, pero he de ser sincera:
¿Quién soy yo para dar ejemplo?
¡NADIE! Si lucho contra un trastorno alimenticio, vinculado a la ansiedad, que
me mantiene en guerra constante con la báscula. Si cuando tengo un mal día me
desahogo comiendo dulces y bebiendo vino tinto. No obstante, soy consciente de
lo que hago mal y por esto mismo quiero ser referencia de lucha, el mejor
legado que puedo dejar a mi hijo es mi propio ejemplo. Por ellos, desde este
lunes 9/10 he reseteado nuevamente el disco duro de mi mente y he iniciado
nuevas rutinas. Empezando por dejar el Tryptizol, antidepresivo que también era
profiláctico contra mis migrañas crónicas. La Amitriptilina tiene como efectos
adversos muy frecuentes, los siguientes (copio y pego del prospecto):
Muy frecuentes: pueden afectar a
más de 1 de cada 10 personas (y yo ya, tras años tomándolo, tenía casi
todos);
- adormecimiento/somnolencia (por las mañanas me
costaba un mundo arrancar y activarme). El té matcha me ha ayudado
bastante por las mañanas. Pero hasta que lo descubrí mis mañanas eran una
tortura.
- temblor de las manos u otras partes del cuerpo (me
pasaba con el cuello y las manos cuando, por ejemplo, tomaba una taza de
café).
- Mareo (no lo experimenté).
- dolor de cabeza (es curioso, porque me lo
prescribieron para prevenir las migrañas, pero siempre me levantaba con
una sensación de peso en la cabeza y de presión en el centro de la frente,
el tercer ojo hindú).
- latido cardiaco irregular, fuerte o rápido (también,
pero tengo arritmia fisiológica crónica de nacimiento, así que no lo
cuento como efecto adverso, mi corazón tiene un ritmo distinto al resto de
corazones, es como quien nace con un ojo verde y otro marrón, es anormal,
pero no es nada peligroso).
- mareo al ponerse en pie debido a baja presión
arterial (hipotensión-ortostática)
- sequedad de boca (constante, por eso siempre bebo
agua todo el tiempo).
- Estreñimiento (no lo experimenté).
- Náuseas (a veces).
- sudoración excesiva (absolutamente sí. Sobre todo,
por las mañanas al iniciar el día).
- aumento de peso (obviamente, aunque tengo tendencia
a engordar, desde que uso este medicamento el aumento de peso ha sido
abrumador).
- balbuceo o habla lenta (no. A mí no me callan ni
debajo del agua, tengo facundia natural y hablo muy rápido, como canaria
con origen de campo que soy, jaja).
- Agresión (no).
- congestión nasal (sí, siempre).
- Se ha
observado un importante aumento del riesgo de fracturas óseas y/o lesiones
articulares, en los pacientes tratados con este tipo de medicamentos (ya
llevo tres esguinces en el tobillo izquierdo y una lesión importante en la
rodilla izquierda).
- Pérdida
de libido (y ésta ha sido, básicamente, la razón por la que abandono este
tratamiento porque para mí mi sexualidad es importante y me he ido
apagando como una vela encendida en medio de una ventolera).
Me pregunto si el abuso de ansiolíticos y antidepresivos
tiene algo que ver con la aparición de tanto cáncer. Porque el uso de los
primeros y el aumento de casos del segundo van en paralelo en las últimas
décadas. Y no quiero con esto angustiar a quien necesite tomar antidepresivos y
ansiolíticos. Solamente decirles que no deberían tomarse toda la vida.
Yo voy a probar la acupuntura asiática, ejercitarme
diariamente para liberar el stress al que estoy sometida en mi día a día
(como todos/as) y también al que me someto yo solita sobrepensando las cosas
(me preocupan muchas cosas relativas a mi hijo, como a todas las madres del
mundo, pero yo sobrepienso todo) y, por último, voy a cuidar lo que me llevo a
la boca. Alimentación consciente, alimentarme para nutrirme. No para llenar mis
vacíos emocionales llenando el estómago con dulce. Está científicamente
demostrado que el azúcar activa un sistema de recompensas en el cerebro que lo
hace liberar dopamina, una sustancia que nos estimula, que nos hace sentir bien.
Numerosas investigaciones han arrojado que, a causa de esta recompensa, el
cerebro busca que dicho estímulo se repita de forma cada vez más frecuente. Es
la adicción al dulce de las personas con este trastorno alimentario, entre las
que me incluyo.
Y esto lo cuento porque sé que hay muchísimas personas en la misma
situación que yo. Ayer me encontré con alguien en la calle que me dijo, en plan
tóxico total, que yo siempre escribo cosas de mí, siempre muy YO, YO, YO. Ok,
es cierto. Pero la intención es buena, créanme. Pienso que, siendo
transparente, muchas personas pueden verse identificadas conmigo y abriendo
paso al diálogo, tal vez, entre los/las dos lleguemos a sentirnos mejor y a
encontrar soluciones. Y también porque no todo es perfecto en esta vida y,
aunque a la hipócrita sociedad en la que vivimos no le guste, para mí las
personas tienen derecho a sentirse mal y a expresar que se sienten mal. A
enfermar y a decir que están enfermos/as. ¡No somos robots, “cAjones”! Nos
sacamos selfies riendo, pero jamás llorando. Y lo segundo es tan
necesario como lo primero. Mi abuela Jacinta, que en paz descanse, quiso
educarme para que jamás se notara cuando estaba mal. Admiro esta capacidad, uso
esta filosofía para salir adelante, pero también hago uso de mis aprendizajes
del tiempo en que vivo, en el año 2023, y les digo que jamás hay que callarse
nada, que siempre hay que decir cuando estamos bien, pero también cuándo
estamos mal. Por más que nos arreglemos y nos pongamos guapos/as para salir a
la calle para que la tristeza no nos venza. La salud mental es importante,
mucho más que las apariencias que queramos proyectar hacia los demás. Yo no
vivo de cara a la galería, no vivo en las apariencias.
La clave es ser consciente de que tenemos derecho a estar mal
y a sentirnos tristes, pero no quedarnos mucho tiempo en este estado anímico y
mental. Sacudirnos rápido el polvo de las ropas, levantarnos y seguir
caminando.
Besos y energía infinita de amor para todos/as.
Ana Nayra Gorrín Navarro. Los Gigantes, jueves 19 de octubre de 2023.
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