Septiembre se ha ido en un abrir y cerrar de ojos. Y, aunque me vino muy cargado de retos (ya superados) y sueños (ya cumplidos), en él me leí los dos libros de 'La muerte del comendador' de Haruki Murakami. Como siempre, fiel a su estilo: pinceladas de historias interconectadas, cuyas tramas deja sin resolver y poca definición de los personajes, en este caso ni sé el nombre del protagonista. Sin embargo, Murakami narra tan bien, que me pude sentir ese pintor todo el tiempo. Y me vi viviendo sola en esa casa de campo en mitad de un bosque en medio de la nada y me sentí feliz en mi soledad, envuelta en el olor de las pinturas al óleo. Con una taza humeante de café recién hecho en la mano mientras contemplo y percibo el misterio y aroma del bosque.
Del libro me quedo con esta frase:
<< Únicamente en soledad, cuando el futuro es incierto, empieza el verdadero viaje >>.
A propósito de Murakami, el jueves 5 de octubre se sabrá el nombre del ganador al Premio Nobel de Literatura. Entre los favoritos al galardón está él.
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