Por más que intente planchar las arrugas, siempre apareces enguirrao * en los pliegues de mis recuerdos.
Lino suave que, aun poseyéndolo, nunca tuve. ¡Imposible convertirte en olvidos!
Me pierdo en el placer de acariciar tu ausencia y erguirte estatuas en mi pensamiento.
Como deslizar el tacto en una exquisita seda, de placer súbito arrebato.
Y lo que fuimos y lo que jamás ya seremos se confunden en un solo verso. Cantado, interpretado, carcomido del óxido de los desprecios a contratiempo.
Donde quiera que pise, te veo, ¡te llevo dentro!
Como una vasta vena subterránea que bajo tierra irradie mi amor por ti, ¡mi Isoko! *
El amor de otro tiempo. En el que, como aborígenes libres, su unión vivieron.
Sin más berolo* en nuestro camino que la cadencia de los días inciertos.
Y te acuné cada noche estrellada entre mis largos cabellos.
Rizos que son besos, bucles que son espirales de recuerdos.
Sosteniendo nuestros cuerpos bajo una luna canaria de otoño,
con la única vestimenta que nos dio la pasión por el cuerpo y el deseo.
Desposeídos de toda prenda, sin nada, pero aprovisionados de todo.
Lo necesario, lo cierto y lo menos cierto de saberte tan lejos.
Tan atrás ya en el recuerdo de este horizonte nuestro, solo isleño.
• Isoko: amor en guanche.
• Berolo: piedra, pedrusco.
• Enguirrao: arrugado, encogido.
Autora: Ana Nayra Gorrín Navarro. En Los Gigantes, a martes 17 de octubre de 2023.
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