No vuelvas a cortar tu cabello
De
mi primer amor, amerindio, aprendí muchas cosas, ajenas a mi cultura
occidental, pero que me han servido muchísimo para entender temas trascendentales
en la vida: el concepto de Dios, la vida, la muerte, el amor, el sexo y la
libertad para vivir mi sexualidad e intimidad, las herramientas para vivir la
vida improvisando, porque no siempre podemos tenerlo todo bajo control. Y está
bien no tener todo bajo control y tener que ir improvisando, ante los distintos
escenarios que se van presentando. No obstante, has de ser astuto/a y
anticiparte mentalmente al que crees será el siguiente escenario en tu vida.
Una
de sus enseñanzas fue espiritual. Y nuestro físico no está desvinculado de
ello. Según las culturas indígenas, que una persona lleve el cabello largo, sea
hombre o mujer, le conecta más con su lado intuitivo, su sabiduría y su yo espiritual.
El cabello es canalizador de todas las energías, además de contener el aroma de
todos los componentes de nuestro organismo (hormonas incluidas). Razón por la
cual, por ejemplo, los musulmanes exigen a las mujeres cubrir su cabello,
taparlo y anularlo, porque piensan que con el aroma de sus hormonas pueden
perturbar a los hombres. Como si éstos no fueran seres racionales capaces de
dominar sus instintos y como si las mujeres también no se sintieran atraídas
inconscientemente por el aroma de las hormonas masculinas que emana del cabello
del hombre. Al final, todo son reacciones químicas y de energía. Y el cabello
es un potente catalizador de toda esta química y energía. Es por ello, que
cuanto más largo sea, más poder tendrá la persona que lo porta.
Llevar el cabello largo
ha sido desde siempre un símbolo
de fuerza, honor y sabiduría. Ha otorgado estatus a sabios/as y guerreros/as
de muchas civilizaciones antiguas.
En mi vida, sí que he podido
contrastar que las veces en que he tenido el cabello más largo, yo he sido más
perceptiva a todas las fuerzas de la naturaleza y de los acontecimientos por
venir. Es por ello, que de un tiempo a esta parte he tomado la firme e
impepinable decisión de no volver a cortar mi cabello. Le dejaré crecer sin
medida y, por ahora, no tengo intención alguna de disimular las canas que me
van saliendo. Cada cana mía es el reflejo de una batalla ganada y quiero lucirlas
con orgullo, cual galardones de los honores de estar bien viva.
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