Señorita, cariño e hija.
El episodio de estos días que circula tanto en redes sociales, en el que un aspirante a rector de la Universidad de León, que competía con una mujer por el mismo puesto, llama a su colega: <<señorita, cariño e hija>>, con impúdica falta de respeto y profesionalidad. Me trajo a la mente el fatal incidente que viví, hace algunos años, presidiendo una mesa electoral en la que un listillo intentó manipular papeletas y al ser amonestado verbalmente por mí me contestó con tono de voz violento: - << Oye, bonita, que tú a mí no me tienes que decir nada (siendo yo la presidenta de la mesa electoral y él un ciudadano que venía a votar y, de paso, aprovechar para intentar manipular las papeletas a favor de su partido). A mí ninguna mujer me dice lo que tengo o no tengo que hacer>>. No contento con quedarse aquí, continuó:
- << Bueno, bonita será sólo de cara porque de cuerpo fatal. De lo grande que eres pareces un dinosaurio>>. Y me lo decía precisamente él; un señor de unos sesenta años, esmirriado, feo a más no poder y con unos brazos y piernas tan delgados que parecían cañitas de plástico con las que tomarse, cual refresco, toda la petulancia, ignorancia y machismo arrogante que reverberaba por su sangre cual gaseosa. Yo, me acerqué de nuevo a él y como no cesaba de escribir las papeletas, pedí a la mesa que me ayudaran a retirarlas todas y custodiarlas hasta que el señor en cuestión abandonara el recinto. No sin antes rogarle que ejerciera, por favor, su derecho al voto y dejara de intentar manipular las papeletas (algo que hizo), pero mientras introducía sus papeletas en las urnas se puso aún más violento diciéndome que no era nadie para prohibirle tocar las papeletas. En ese momento, la pareja de guardia civil, que custodiaba el proceso electoral desde la puerta, entró, y me preguntaron si yo quería que se lo llevaran detenido. Él salió corriendo de la sala. No obstante, desde la acera de enfrente continuó gritándome improperios, amparado en la distancia de la calzada. La guardia civil me volvió a preguntar si quería que se lo llevaran detenido, a lo que yo les respondí con voz calmada: << Déjenlo que se vaya, si es un pobre hombre.. Lo que sí que daré parte de este incidente >>. Llamé al ayuntamiento y se personó un miembro de la corporación a saber qué había pasado. Por fortuna, todos y todas los/las allí presentes, me apoyaron y le gritaron al señor, después de haber ejercido su derecho al voto, que se fuera, que no ofendiera gratuitamente y que nos dejara en paz a todos/as. Él, sintiéndose acorralado por los/las allí presentes, se fue, aunque durante mucho tiempo cada vez que me veía me insultaba y me miraba mal. Yo le respondía, y sigo respondiendo siempre, con un cortés saludo. Porque sé que no debo ni puedo rebajarme a su altura.
A todos estos hombres; al aspirante a rector de la Universidad de León, al señor de mi municipio (que como él hay muchos y, por desgracia, no tan señores mayores, sino jóvenes), les dedica Nebulossa su éxito eurovisivo con su canción "Zorra". Hay mucho camino que recorrer aún para acabar con el machismo en España y para esto, sólo hace falta una cosa: educación feminista. Y permitir a las mujeres romper los techos de cristal y brechas salariales, que puedan acceder a puestos directivos y ser tratadas como sus compañeros de trabajo, en igualdad de condiciones, sin que nadie les llame hija, haciendo acopio de paternalismo del patriarcado machista, ni cariño, ni señorita, humillándola al no ser tratada en igualdad de condiciones que sus compañeros hombres. Porque este rector no llama hijo, cariño ni señorito a sus colegas hombres, ¿verdad? ¡Pues eso!
En Los Gigantes, a viernes 10 de mayo de 2024.
Ana Naira Gorrín Navarro, siempre de pie y con el puño alzado.
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