El placer de
hacer las cosas despacito y bien.
Vivimos tan apurados por llegar a
los tiempos de todo, que, al menos yo, nos acostumbramos a vivir acelerados
todo el tiempo. Como el botón de WhatsApp para acelerar los audios de las
conversaciones, vivo a x2 y al final, al igual que acontece cuando
escuchas los audios de WhatsApp en x2, no nos enteramos de nada de lo
escuchado.
He contraído la enfermedad de la
prisa, inculcada por nuestra sociedad contemporánea.
Quiero recuperar el placer de
hacer las cosas despacio y bien, sin interrupciones continuas (esto es
imposible), sin premuras para entregar lo realizado (tampoco es posible, porque
hasta en los trabajos editoriales y asociación americana de escritores tengo
tiempos de entrega).
Donde único puedo relajar la
creatividad de mi mente, es escribiendo los manuscritos de mis novelas (ahora
estoy en el sexto manuscrito y me voy a tomar todo el tiempo que necesite para
gestar esta novela, sin pausa pero sin prisa, haciendo las cosas con amor y
bien).
El Conejito de Alicia en el País
de las Maravillas, puede irse a dar una vuelta un rato, que ya no lo quiero en
mi vida.
Ana Nayra Gorrín Navarro.
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