Comentario a la lectura de SOGGE, David (2004) Dar y tomar. ¿Qué
sucede con la ayuda internacional? Icaria, Barcelona.
La lectura comienza situándonos en el contexto
europeo post Segunda Guerra Mundial (1948-1952) y el Plan Marshal lanzado desde
EEUU para ayudar a Europa Occidental, promoviendo la cooperación (en aras
claro, de esperar el flujo monetario que acabaría llegando en contrapartida a
EEUU).
Continúa desde los años 90 a día de hoy con
Europa del Este y la ex Unión Soviética. En los que se intentó introducir el
Fundamentalismo de Mercado. No obstante, la corrupción entró en juego y las
ayudas nunca terminaron llegando a quienes las necesitaban (absorbidas por
empresas consultoras de Occidente, gánsteres, empresarios corruptos y otros).
Produciéndose una pobreza masiva y una redistribución de la renta y de la
riqueza inversas.
Orientándose exclusivamente hacia el crecimiento
del índice de la bolsa, bautizaron las peores economías del mundo como <<
los mercados emergentes de mejor comportamiento>>. Usando la palabra
“capitalismo” para denotar un sistema sin derechos de propiedad estable y otras
condiciones para fortalecer la inversión y en el cual las quiebras fraudulentas
fueron consideradas como prácticas normales en los negocios. Y nunca dejaron de
denominar como “reforma” lo que no era sino una estafa de gran parte de la
riqueza nacional y el empobrecimiento de la inmensa mayoría de los ciudadanos.
Pronto llegó la guerra civil en Europa del este.
1.
Ayuda
internacional. ¿Problema presentado como solución?
Siempre, sobre todo después de los años setenta, desde
todos los bloques políticos, se ha criticado la ayuda internacional por las
corruptelas que siempre han implicado.
La ayuda, en palabras del autor, ha sido una de
las maneras en que las instituciones poderosas codifican sus doctrinas y las
imponen sobre los más débiles, controlando además las ideas.
De manera simplificada, el silogismo que se
cuestiona se despliega del siguiente modo :1) el desarrollo resulta del
crecimiento económico, 2) éste es consecuencia de la inversión, 3) la ayuda es
inversión, 4) luego el desarrollo es consecuencia de la ayuda. Este tipo de
razonamiento se arriesga a proyectar los hechos a partir de la teoría, pero una
mirada más atenta revela la existencia de grandes discrepancias entre unos y
otra.
Dinero supraterritorial y desregulado.
Durante la mayor parte del siglo XX, el principal
objetivo perseguido por las élites prominentes de Occidente y especialmente de
los EEUU ha sido la libertad par el capital. Las dos últimas décadas del siglo
se vieron los mayores avenes en su desregulación. Los favorecidos han sido los
banqueros del norte, gestores aventajados, sus accionistas y sus socios más
próximos (al otro lado de la puerta giratoria) en gobiernos y agencias
internacionales. Forman un potente circuito de empresas globales e individuos con
los poderes oraculares del Mercado. Su conquista de nuevas libertades (para el
capital) no sólo coincidió con un auge de la ayuda exterior, sino también tuvo
lugar bajo los conscientes auspicios del FMI, el departamento del tesoro de los
EEUU y otras instituciones en lo más alto de la pirámide de la ayuda.
La especulación ha arrinconado a la inversión
productiva.
Los mercados de bajos ingresos se han visto
inundados de excedentes del Norte, alentados por un descardo dumping,
que es la práctica comercial de vender a precios inferiores al costo, para
adueñarse del mercado, con grave perjuicio de este.
El credo del
poder del dinero
Al sentarse las bases para la ascensión del poder
monetario se reavivaron viejos referentes ideológicos en un nuevo credo, el
neoliberalismo, o en el término usado con aprobación del FMI, el
fundamentalismo de mercado. Las administraciones de Thatcher y Reagan de los
años ochenta usaron esta doctrina para desalojar las políticas keynesianas que
prevalecieron entre los años treinta y los sesenta. Unas políticas que
justificaban las intervenciones del estado como, por ejemplo, a través de
empleo para impulsar la demanda o de medidas para mantener bajo control los
precios y los salarios. El fundamentalismo de mercado, tal y como se aplicó al
sistema de ayuda exterior, cristalizó en el <<Consenso de
Washington>>, cuya ejecución terminó por deslegitimar y hundir los
poderes públicos a favor de las empresas y flujos de capital.
¿Uno o varios capitalismos?
Se expone la idea de que hay varios capitalismos.
Por un lado, el anglosajón y por otro el de Europa occidental y Japón. Éstos
están siendo presionados para reformar sus sistemas, es decir, para abrazar el
capitalismo anglosajón. Bajo esta doctrina los intereses de los empleados
asalariados, las comunidades locales, el sector público y el medioambiente son
subordinados a un propósito principal: el valor del accionista.
Estados domesticados
Reducir la dimensión del Estado era parte de la
teoría enunciada. Pero cuando se hallaban en altas responsabilidades políticas,
los fundamentalistas del mercado no dudaron en hacer uso de una autoridad
fuerte y centralizad para preservar el valor de la moneda, mantener altos los
índices de interés real y asegurar a los grandes inversores contra las
pérdidas.
Sociedades civiles domesticadas
El fundamentalismo de mercado también favorece
las medidas públicas para frenar a los grupos problemáticos de la sociedad
civil, especialmente los sindicatos. La desigualdad creciente es un resultado
directo. Estudios comparativos muestran que una mejor distribución de los
ingresos se debe sobre todo a un factor: la fuerza de trabajo organizada. Por
lo demás, la consolidación del fundamentalismo de mercado coincide con la
dispersión de la sociedad civil en direcciones despolitizadas.
Desorden y resistencia
En el ámbito político han surgido movimientos
sociales en el ámbito civil, recogiendo un amplio espectro de impulsos.
La desregulación de los flujos financieros y el
comercio de armas han hecho un gran favor a los grupos violentos y criminales.
Otros persiguen sobre todo propósitos emancipatorios, como la sensatez
medioambiental, el fin de las mujeres y las minorías y un mejor trato para los
pobres y las clases medias en general. Ambos movimientos, fundamentalistas y
emancipatorios, ejercen, cada uno de ellos, su presión sobre el entorno. A
menudo partes del ámbito local, sobre todo en las ciudades, y se erigen en
bloques políticos que los gobernantes no pueden pasar por alto.
Insubordinaciones colectivas.
Ana Naira Gorrín Navarro.
15/03/2024.
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