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lunes, 6 de diciembre de 2021

Ser madre, la verdad

 Copio y pego aquí un texto de Roy Galán para dejármelo por aquí como recordatorio para mí misma (sé lo que me digo)



Mi madre siempre fue algo mucho más que mi madre.


Porque mi madre continuó siendo mujer después de ser madre.


Del mismo modo que lo era antes de darme a luz.


Mi madre siempre mantuvo deseos que no tenían que ver conmigo.


Aquellas cosas que le gustaba hacer sola aunque yo existiera.


Porque yo no era lo único para ella y menos mal.


Mi madre logró conservar una habitación propia.


Una estancia en la que poder ser.


En la que aquello que le habían dicho que tenía que ser no la molestara.


Una habitación en la que permitirse la existencia porque solo tenía una.


En la que ejercía como madre su derecho legítimo a la soledad.


Porque mi madre no se acabó después de nacer yo.


Mi madre siguió creciendo conmigo al lado pero también lejos de mí.


Siguió echando polvos y corriéndose y enamorándose de personas.


Siguió bailando hasta el amanecer que yo la vi volver.


Siguió bebiendo y celebrando.


Siguió disfrutando de la compañía del mundo.


Siguió yéndose de viaje sin mí.


Siguió mandándome de viaje sin ella.


Siguió reservándose un dinero para lo que la hacía feliz.


Siguió llevando un mechón verde o amarillo o de cualquier color en el pelo.


Siguió comprándose blusas de leopardo y bikinis de lentejuelas y  usando muchísimo escote cuanto más mejor.


Siguió bañándose desnuda en el mar.


Siguió sin compartirlo todo.


Sabiendo todo lo que mi madre me quiso.


No fui lo más importante para ella.


Y eso me hace muy feliz.


Que consiguiera el valor y el coraje para no perderse en mí.


Porque ella tuvo que ser libre primero para enseñarme a mí a ser libre con su ejemplo.


Mi madre me dio todo lo que necesité pero no todo lo que tenía.


Para algunos eso es de ser una mala madre egoísta.


Y yo lo único que sé.


Que nunca conocí a nadie.


Que se muriera.


Habiendo amado tanto la vida.


Como lo hizo ella.

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