Mi abuelo Armando Navarro siempre me decía que yo era demasiado extrovertida. Que eso es muy bueno para relacionarme con la gente, pero muy malo para mí si solo soy agua transparente con todo el mundo.
Con casi 44 años de edad he logrado entender a qué se refería. No todo el mundo es malo, pero por ahí fuera hay mucha gente envidiosa, mal intencionada y que se levantan por la mañana con el afán de destruir y desalentar al prójimo.
<< ¡No le digas a la gente lo que tienes planeado hacer o te saldrán mal los planes! >>.
¡Es verdad, abuelo! Y a partir de ahora lo voy a aplicar estrictamente en mi vida. Me voy a cerrar y a no ser tan libro abierto. Compartiré mis triunfos una vez logrados, pero en el trayecto a la meta no voy a decir en qué ando.
Y tengo muchos proyectos, ¡vaya que si los tengo! Y me muero de ganas por contarlos, ¡vaya que no! No obstante, he comprobado que lo que decía mi abuelo es cierto. Muchas personas utilizan todo cuanto dices para usarlo en tu contra.Sí, por mezquino que parezca, es así. Por tanto, silenciosa, callada y tranquila iré pasito a pasito hacia mis metas personales, ¡sin compartirlas con nadie más que con mi hijo! De él debo aprender mucho, sobre todo a ser más introvertida (él es súper suyo y no cuenta nada, jamás, a nadie). De hecho, creo que es de las pocas personas de su generación que tiene redes sociales, pero no cuelga jamás fotos suyas ni nada suyo. Está, como dice él, para mantenerse informado de todo, pero no para informar a nadie de su vida.
Chapeau, mon fils! Je t'admire profondément 💖
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